Good

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El joven chino exhaló el humo de su cigarrillo y contempló el ambiente con gesto aburrido, las luces de neón bailaban junto a las personas que, contrariamente a estas, parecían estar restregándose entre ellas. La música, en un intento de ser sensual, provocaba eso entre la marea de borrachos y lujuriosos.

El muchacho apagó la colilla tirándola dentro de su ya vacío vaso de coca cola. Estaba algo contrariado, por un lado le gustaba estar allí porque al no ser reconocido por nadie no tenía que fingir ser alguien que no era, pero detestaba cómo llegaba a denigrarse la humanidad en lugares como ese. No por las mujeres, por supuesto que no, sino por aquellos hombres que estaban dispuestos a perder la sensatez y la compostura por algo de sexo, drogas y dinero. Las mujeres, en cambio, tenían una sutileza especial para conseguir todo eso sin que los demás presentes lo notaran siquiera.

—Te he dicho mil veces que no apagues tus cigarrillos así, Renjun.— Se quejó el barman, un japonés llamado Yuta.

—Y yo te he contestado otras miles que me da igual.— Contestó sin siquiera mirarlo.

El barman bufó frustrado por la actitud de su ya habitual cliente que, a pesar de concurrir ese club nocturno, nunca tomaba bebidas alcohólicas o tenía intención de bailar con los demás. Yuta preparaba un cóctel para otro cliente mientras observaba como los diferentes colores que llenaban el lugar eran reflejados en el plateado cabello de ese misterioso chico. Según tenía entendido —ya que aquel chino era un tema de conversación bastante recurrente entre los jóvenes del club 119— su cabello era natural, no teñido, cosa que lo hacía realmente peculiar además de su descarada e innata belleza.

Aquella noche vestía con unos pantalones negros rasgados, una camiseta blanca y una camisa de manga larga a cuadros, tan sencillo que casi parecía insultante la manera en que atraía las miradas de casi todos los presentes sin siquiera pretenderlo.

—¿Vas a querer algo más o vas a seguir mirando a la gente como si te dieran lástima?— Preguntó al regresar de entregarle una margarita a un cliente.

—Eres consciente de que puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo ¿No?— Respondió con una sonrisa burlona y al mismo tiempo deslumbrante.

Renjun iba a girarse de nuevo hacia la barra, esta vez para pedir un bitter Kas cuando cierto movimiento le llamó la atención. Parpadeó nuevamente e intentó fijar su mirada entre los semi adultos que había en la pista. Tragó con dificultad al distinguir la figura de alguien que lo dejó completamente cautivado. No ese tipo de hechizo que solía lanzar cupido, sino más bien esa sensación de que te falta el aire al admirar la más hermosa obra de arte.

El chico en cuestión parecía moverse al compás del ritmo del bajo que retumbaba acompasadamente no de la música electrónica que pretendía tapar esa base lenta. Los movimientos de cadera delicados, la manera en que deslizaba sus manos sobre su cuerpo como si supiera el poder y la sensualidad que emanaba. Lo vestía un traje blanco con diminutas motas resplandecientes que se adhería a su piel con la elegancia más discreta.

Renjun se levantó de su asiento casi sin darse cuenta, prendido por la figura esbelta que parecía llamarlo como en un sueño donde todo era idílico. No fue hasta que estuvo delante de él que se percató de lo que había hecho, pero ya no podía echarse atrás. El joven llevaba una mascarilla blanca que ocultaba su rostro a excepción de sus ojos, los cuales eran cubiertos por unas gafas oscuras. No era él alguien en su vida como para juzgar esa elección, así que no comentó nada al respecto.

El contrario pareció percatarse de su poca habilidad en el arte de la seducción o quizá le pareció atractivo el chico de a penas unos centímetros menos que él, el motivo no estaba claro pero poco tardó el enmascarado en rodear el cuello del peligris con sus brazos para seguir meciéndose con la extraña música que tan solo aparentaba escuchar él.

Good Thing | RenhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora