Día 1

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Parece raro.
Sin sentido.
Sin color.

7:30 am.

Tal cual fue la hora concreta en la que desperté.

Había tenido pesadillas, todo relacionado a las últimas palabras que salieron de tus labios la noche pasada.

La mañana fue distinta, me creía fuera de lugar, fuera de sitio, fuera de mi.

Sin querer tus mensajes no estaban, tus apodos se marcharon.

Tu chamarra, lo último que me quedó de ti.

Intenté recostarme. Consiliar el sueño, no sonaba tan mala idea.

El problema fue mi mente.

Vacía.

Toda yo me sentía vacía.

No había rastro tuyo.

El miedo me consumió.

Las lágrimas, que había retenido, salieron a la luz, en silencio.

Mi mente trajo todo de ti, incluso hasta tu olor.

¿Por qué tenías que irte?
¿Por qué creíste en alguien más?
¿Por qué no te diste cuenta que sentía lo mismo?
¿Por qué te rendiste sin hacer el intento de quedarte?

El desayuno estaba frente mio.

No tenía apetito.

Preferí volver a la cama, con tu chamarra puesta.

La clave persistía.

Esa clave estaba conmigo.

Acostada mi mente traía tu voz:

"Es un abrazo completo, en mi ausesia pasajera"

Pasajera...

Eso creía.

Llegó la hora.
Partir al colegio.

Checaba la hora en el celular.
Checaba nuestra conversación, por si tenía un mensaje tuyo.

No sucedió.

Mis audífonos eran mis fieles acompañantes, sonando a todo lo que dan, para callar la voz interior.

No sonreí.
No hablé.
No salí.
No comí.

2:20.

Plena clase, donde hasta ayer, trataba de mantener oculto mi teléfono de aquella profesora de la cual te daba mucho sueño, tan solo para charlar contigo un par de minutos, antes de que volvieras a tus nuevos deberes.

Volví a tomar el teléfono entre mis manos.
Las lágrimas volvieron de nuevo.
Lance el celular dentro de la mochila, mis manos temblaban, y la necesidad de hablarte era demasiada.

No hablaba.
Preocupe a las que me rodeaban.
Tampoco respondía.

Te mencionaron.
¿... Vendrá por ti?

No dije nada.
El nudo se formó en mi garganta.

19:50


No tenía planes, no había razón para llegar tarde a casa, no estabas conmigo.

Regresé a casa, bajo la luz de la luna.
Con los audífonos gritando en mis oídos.

Salí son nadie a mi lado, quería marcharme lo más pronto posible.

No quería toparme contigo. Por mas que lo quisiera.

Respetaría tu decisión.
Pretendía entender tu postura.
Por más que doliera.

Creía que al menos te ayudaría a aclarar todo aquello que necesitabas.

Si tu decisión fue no verme. Ni de chiste me aparecería ante tí. Te daría tu espacio.

Pase frente ellos.
Aquella estúpida estaba alegré, tal vez se burlaba de mí, de no verte a mi lado.

Pase ignorando les, pretendiendo que estaba bien.

El celular sonó.

Contesté de inmediato.

Mis ilusiones cayeron al darme cuenta que no eras tú.

Ella me hizo compañía. Todo el trayecto.

No dije el por qué no estabas conmigo como todos los días que podías.

Preferí guardarlo un poco más.

9:30

Llegué a casa.
Mama casi se vuelve loca.
Pensó que estaba contigo, como cada día que llegaba tarde.

Negué.

No mentía.

No está vez.

Me obligaron a cenar.

Pero seguía sin hambre.

Terminé.

No toque el teléfono en toda la cena. Acto que despertó curiosidad entre mis hermanos. Preguntaron por tí. Si estaba contigo.

Me quedé callada.

Fui a mi cuarto.

Mi cabeza dolía.

Me costaba respirar.

El oxígeno simplemente no entraba.

Me ahogaba en un ataque de ansiedad.

Logré recostarme, cerrar los ojos.

Intentar llegar a ese sentimiento que producias al estar cerca de mí, tranquilidad.

Logré quedarme dormida.

Duro poco tiempo.

Las pesadillas volvieron esta noche.

Te extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora