Cuando las cosas empiezan a demostrar señales de tomar un rumbo distinto al que se espera, se tiende a huir más pronto que tarde al no saber cómo afrontar un nuevo horizonte que no ha sido pedido. Se es más propenso a correr la mirada, evitarlo de todas las maneras posibles y esconderse en sitios impensables únicamente para que el cambio no pueda involucrarse en su camino.
Ese era el caso de Jeon Jungkook, un joven alfa de dieciocho años que se hallaba huyendo de su nuevo rumbo, uno que fue impuesto sobre sus creencias y su propia persona por su padre en espera de así poder satisfacer indudablemente los caprichos de su manada.
Él comprendía que las decisiones de su padre, Jeon Chungyul, el Supremo Alfa, estaban siendo afectadas principalmente por la presión que la manada impartía sobre sí a causa de él y su singular manera de comportarse, dicha manera que no cumplía con el conocido concepto de "alfa".
¿Era grande, de contextura maciza, músculos definidos, y belleza innegable? Sí. ¿Portaba un aroma y presencia digna de admirar? Por supuesto. ¿Demostraba obvios indicios de narcisismo, merecedor del mundo entero y ser alabado por las masas? Eh... tal vez no tanto.
Y se debía a ese obvio detalle que todo parecía estar en su contra. Porque no importaba cuántas veces las personas hablaran de igualdad, de solventar la discriminación de subgéneros y la libertad de ser uno mismo, Nada de eso era realmente importante si dichas personas no ponían a prueba sus propias palabras y creían que podían hacer a su antojo sobre todos aquellos que iban en contra de lo que impartían.
Por eso Jungkook estaba allí, internado en el lado más profundo del bosque que residía la manada desde una hora lo bastante temprana como para estar fuera de casa sin ser arrasado por las fieras salvajes. Pero los Originales vagando por ahí, con oportunidades de acabar con todo lo que representaba, eran el menor de sus problemas actualmente.
Él mismo era su mayor problema.
Desde que la noticia se le fue dada algo dentro suyo se sentía agresivamente a la defensiva, sabía que muchos miembros estaban particularmente disgustados por el tipo de alfa en que se fue convirtiendo con el paso de los años. Sin embargo, nunca se le había pasado por la mente que podían llegar a tal punto de catapultarlo fuera de los confines del territorio las mismas personas que lo vieron crecer porque no estaban de acuerdo con la manera de ser de quién destinada a dirigirlos en un futuro.
¿Cómo siquiera tenían la osadía de esperar que siguiera sus caprichos cuando prácticamente le gritaban en la cara que todo lo que tuviese que ver con él estaba mal? Hasta las nuevas generaciones, las cuales se esperaban que fueran más "abiertas" de mente, se comportaban igual o incluso peor que sus antecesores, creyéndose mejor solo por querer imponerse sobre quién era.
Su mente se retorció en malos pensamientos. ¿Por qué preocuparse por personas que no se preocupaban por lo que sentía al tratar de ser cambiado? De dejar de ser él mismo. ¿Cómo confiar en personas que no confiaban en él solo por ser como más cómodo se sentía?
¿Cómo proteger a quienes no lo estaban protegiendo?
Para ese entonces, Jungkook había llegado a la trágica conclusión de que ya no le gustaba su manada, desembocando así en la pregunta de qué se sentiría tener la suya propia que lo aceptara y amara como tal.
Sacudió la cabeza en un torpe intento de borrar cualquier rastro de pensamientos maliciosos.
—Uno no puede elegir a la manada, la manada te elige a ti, ¿verdad, Mochi? —No pudo evitar preguntarle al aire, mientras observaba la gran bola de pelaje tricolor que lo custodiaba desde las alturas.
El singular lince montés le maulló vagamente, descasando blandengue sobre la rama del árbol más veterano del bosque, el cual se había vuelto el refugio principal de Jungkook desde muy joven y donde podía ser el mismo sin miedo a ser señalado con el dedo.
Jungkook observó con ternura como el Original movía las orejas estando consciente de lo que sucedía al alrededor antes de estirarse sobre su lugar de descanso y saltar de allí para posicionarse a su lado. Sus lardos dedos tomaron vida propia y se dirigieron al monte de la cabeza de su silencioso acompañante.
Los Originales eran seres espirituales destinados a un cambiaforma incluso mucho antes de que siquiera nacieran. Se materializaban en el mundo terrenal en forma del animal no cambiante más adecuado para cumplir su papel dado por la Madre Luna, ser un guía y protector, hasta que su destinado dejara por completo el mundo de los vivos y se volviese uno con su creadora.
Y él no podía sentirse más honrado por el que le habían otorgado.
Sus grandes ojos atigrados estudiaron con apreciación al animal sentado a su lado tan sofisticado como un felino podía ser, mientras flanqueaba su costado derecho y analizaba el entorno que los rodeaba en busca de anormalidades que pusieran en peligro a su compañero.
—Sé que no tenías muchas opciones, pero... gracias por ser parte de mi manada, Mochi—Y, aunque lo intentó con todas sus fuerzas, una sonrisa desoladora surcó los finos labios del pelinegro, consintiendo que la soledad del bosque fuera espectadora de los verdaderos sentimientos que rasgaban su pecho.
Mochi le maulló nuevamente, ahora dejando caer una de sus patas sobre su muslo. La conexión que compartían como destinados de Vida era tan grande entre ellos que no necesitaban la comunicación vocal para entender lo que el otro trataba de trasmitir como otros destinados.
Por ende, no le tomó mucho tiempo bajar la cabeza hacia su Original, dispuesto a aceptar la marca familiar que alimentaba su lazo.
Cuando se separaron, Mochi desapareció detrás de su cuerpo, donde su espalda hacía contacto sobre el tronco del árbol que se había refugiado. Observando por encima de su hombro, percibió como la pequeña cabeza felina se perdía en el interior de la profunda canasta que él utilizaba para guardar las diferentes flores que recolectaban en su caminata diaria, la cual ya no podrían hacer por un largo tiempo.
El remoto pensamiento impactó de lleno en su delicada estabilidad emocional y la tristeza inundó los expresivos ojos castaños, matando el brillo de vida que relucía en ellos.
Mochi hizo acto de presencia justo a tiempo, dejando caer en su regazo una flor en particular que hizo sonreír a Jungkook sinceramente, consiguiendo su cometido.
—Yo también trataré de hacerte siempre feliz, Mochi—Prometió con el corazón en la boca, acariciando con adoración los suaves pétalos de la dalia rosa que su Original le entregó, arremolinándolos en un ambiente tranquilo, lleno de confianza mutua y silencio cómodo.
Lamentablemente, las buenas vibras no duraron lo suficiente.
El clima se volvió frío. El viento sopló agresivo, trayendo consigo el pesado aroma de Polemistís, el Original lobo del Alfa Supremo de la manada Lobos Aulladores, exponiéndoles su presencia. A su lado, los dorados ojos de su padre se conectaron directamente con los suyos, y Jungkook supo que la hora había llegado.
Debía abandonar su hogar.
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Mochi en la galería para que se pueda hacer una idea de cómo es.დ
En el lenguaje de las flores, las dalias significan: "gracias por tu ayuda, por estar siempre a mi lado", pero las dalias rosas en concreto significan: "voy a intentar hacerte siempre feliz", aclaro por si había curiosidad detrás del detalle de Mochi hacia Jungkook. El significado de las flores, como las flores mismas, tomarán bastante protagonismo en la trama.
Esta idea venía rondando por mi mente hace más de un año, así que estoy bastante emocionada por saber hasta dónde mi mente me permitirá llegar con ella. He de aclarar también que este omegaverse no va a hacer tan parecido como lo son normalmente, tomará un rumbo más fantasioso —o eso espero— sobre todo, pero las cosas obvias que hacen al omegaverse como tal seguirán intactas.
დGracias por leer. დ
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Campamento "Buen Alfa". KOOKMIN
FanfictionJeon Chungyul estaba cansado de que su hijo mayor y futuro alfa de la manada,Los Aulladores de Seúl, se comportara como un delicado cachorrito que apenas podía caminar por su cuenta. Callado, ausente, amante abrazador de animalitos y delicado como...