Los pétalos caen

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Corría a toda prisa sin importarle que las filosas piedras se clavaran como espinas en sus pies descalzos, las vías del tren eran inmensamente largas y parecían no acabar nunca. Llego hasta un enorme puente de varios metros de altura que servía para comunicar las vías del tren de un extremo a otro.

No le dio importancia al ruido de la locomotora indicando que el tren se acercaba hacía él. Bajo por un camino de terracería hasta que llego a una pequeña callejuela que lo condujo directamente hasta una avenida principal.

Los niños de la escuela primaria se le quedaron viendo mientras él corría a más no poder sin ni siquiera darle importancia al resto de los peatones.

A lo lejos vio una colina en la que se alzaban varias casas en construcción, no se había dado cuenta de que por sus piernas corría una especie de líquido carmesí.

Vio algunas láminas aglomeradas en lo que parecía ser una especie de choza improvisada. Un par de perros pulguientos movieron la cola al verlo...como recibiéndolo.

Se adentró al lugar y entonces se dio cuenta de que había entrado en labor de parto, así que se sujetó fuertemente de lo que parecían ser unas barras de metal y empezó a pujar con todas sus fuerzas.

Sus gritos de dolor se perdían entre los aullidos de los perros que parecían estar al pendiente de lo que le sucedía y, después de algunas horas, se escuchó el llanto de un recién nacido.

Lo tomo entre sus manos para verlo de cerca: era tan pequeño y a él se le rompió el corazón de solo pensar la cruel vida que les esperaba al lado del alfa del que se había enamorado.

Aún estaban unidos por el cordón umbilical así que con sus propios dientes lo corto. A continuación rasgo su prenda de vestir para limpiar los restos de sangre que aún estaban en el cuerpo de su hijito al que acerco hasta uno de sus pezones para empezar a amamantarlo.

La vida había sido muy difícil para él pero de ninguna manera permitiría que ese cruel alfa diera con ellos. No de eso se encargaría él aunque la vida se le fuera en ello, por el momento le preocupaba con qué cubriría a su hijito por lo que salió de ese lugar y empezó a caminar.

Su cuerpo aun mostraba señales de cansancio por lo que se tambaleaba mientras caminaba rumbo a un vertedero, el par de perros pulguientos lo acompañaban... parecían ser sus fieles guardianes.

A lo lejos vio a una pequeña niña que estaba en el vertedero, aquel ser de rojizos cabellos se acercó hasta donde estaba él junto con su recién nacido.

-Tú no eres de por aquí, lo veo en tus ojos y en ese ser que cargas entre tus brazos-De un lugar lejano era él, un delta cuyas virtudes quedaron expuestas al mundo a temprana edad, condenándolo a sufrir al lado de un alfa que se había encaprichado a hacerlo suyo simplemente por diversión.

-...-No pudo decir ni media palabra pues aquella niña lo tomo de la mano para llevarlo hasta su humilde morada que era una casita sencilla hecha de lámina y cartón en la que se apreciaba piso de tierra.

Un pequeño colchón viejo fungía como cama, también había una estufa de leña y unos pocos trastes. Y pese a ello, aquella niña se las ingenió para conseguir algo de ropa limpia para sus nuevos inquilinos así como un poco de comida en buen estado.

Él sonrió de manera apagada porque esa era la primera vez que alguien se preocupaba tanto por un delta como él y que una niña a la cual acababa de conocer le mostrara tanta compasión, simplemente lo conmovió.

Su pequeño comelón ya estaba durmiendo tranquilamente entre sus brazos mientras él miraba por una de las rendijas las estrellas que brillaban intensamente en el firmamento.

Hace mucho que no veía al cielo sin temor de ser reprendido pero al menos ahora estaba lo suficientemente lejos como para que su verdugo diera con él y con su pequeño retoño que se convirtió en el motor que hacía girar su vida de ahora en adelante.

En tanto, lejos de donde aquel delta descansaba tras su dolorosa labor de parto y con el miedo a perder a su nene de hermosos ojos azules, se hallaban dos hombres discutiendo.

-Te lo dije, debiste ponerle un grillete en los tobillos pero siempre eres tan inútil al tratarse de ese delta sin oficio ni beneficio alguno ¿Tan bueno esta su culo?-Tomado por las solapas de su fino traje Armani, aquel alfa de cabellos castaños sonrió.

-¡QUIERO QUE LO ENCUENTREN AUNQUE TENGAN QUE MOVER CIELO, MAR Y TIERRA! ¡ESE HIJO DE PUTA SE LLEVO CON ÉL A MI HEREDERO!-Un movimiento sencillo y aquel rubio alfa quedaba en el suelo.

-Niño, tú aquí no estas para darme órdenes. No se te olvide que aun no he muerto y solo eres el segundo al mando-La fuerza de un alfa de sangre pura era superior a la de cualquier otro.

-¡NO LO ENTIENDES PADRE! ¡SE TRATA DE SANGRE DE MI SANGRE!-Fuera de aquella habitación estaba un hombre de apariencia delicada que tranquilo miraba a un gran cerezo del que caían los pétalos a causa del fuerte viento.

-Ese niño del que estas tan pendiente morirá a los pocos días, lo sabes bien. Zeke, te enamoraste de un fallo, un hombre delta que no tiene lazo alguno contigo y bien puede huir de ti sin ser detectado por nuestros mejores rastreadores así que no te pongas de princeso y deja de darme quejas-Zeke quedo en el suelo.

Su padre salió, aquel que estaba en silla de ruedas lo miro de soslayo y le sonrió tan débilmente al verlo.

De ojos apagados en tono jade, piel morena y castaños cabellos que se despeinaban hebra por hebra al ritmo del viento.

-Heren, te dije que no debes salir de la habitación. Tu salud es muy débil y no puedes estar aquí o te enfermaras-Tomando una mano de aquel, dejando en ella un beso y sonriéndole amable.

-Tú...no puedes impedirme ver los cerezos...eso es lo único que me mantiene con vida-Negando.

Aquel alfa de sangre pura usaba una trenza larga con la que sus cabellos castaños quedaban bien atados. Un elegante traje que ocultaba el vil oficio al que se dedicaba toda su familia porque Grisha Jeager era el líder de una familia mafiosa de la que nadie podía huir o al menos eso se pensaba hasta que cierto delta de nombre Levi Ackerman se convirtió el objeto de afecto de Zeke Jeager, primogénito de la familia aunque no el heredero principal.

Los profundos ojos azules de Zeke se quedaron viendo fijamente a su padre, el odio que tenía por aquel enfermizo omega llamado Heren era demasiado.

A Zeke le desagradaba que su padre prefiriera pasar sus días al lado de un ser tan inmundo como un omega y la razón de su enfado era aquel joven heredero de nombre Eren Jeager.

Un alfa que no poseía sangre pura, pero era el consentido de su progenitor por ser el fruto de su idílico amor hacia alguien que moriría muy pronto, o al menos eso esperaba Zeke.



N/A: SIGAMOS EXPLORANDO EL AMPLIO MUNDO OMEGAVERSE EN ESTE FIC

BYE, BYE

"La luna abraza al sol"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora