El calor era sofocante y sumamente pesado; la temperatura de su cuerpo era una extraña mezcla entre lo húmedo del sudor y el ardor que recorría cada parte de su cuerpo.
La superficie donde se hallaba empotrado era lo que lo mantenía en pié juntó a la ayuda del gran alfa; sus manos recorrían libres por su torso, puesto que el Kimono se encontraba en algún lugar del lugar junto con el Obi, Obijime y Obidome. Lo único que separaba sus pieles era el Haneri y la estorbosa ropa de Atsushi, la cual se mantenía a medió cerrar. No lo culpen sí no podía sacar el botón del ojal.
Las sensaciones a flor de piel se incrementaron al doble; logrando que sus movimientos se volvieran más torpes. Más salvajes y erráticos, buscando ansiosos la liberación.
Y al parecer no fue sólo el quien pensó eso.
Murasakibara coló entre sus piernas una de las suyas propias, rozando con intención su despierta erección; fue cuestión de gustó para obligarlo a lanzar un suspiró de placer. Sus delgados dedos pasaron de arañar la pared a sujetar con priapismo los hombros de Atsushi; encajando con saña sus uñas.
—Alfa...
Inconscientemente comenzó un vaivén suave, tanteando terreno; posibilitando un tacto agradable sobre su creciente excitación. Sus napias adsorbieron todo el olor posible que emanaba la cabellera púrpura y sin pensárselo dirigió su dorso a la melena larga, deslizando sus pulgares por las raíces. Era intenso.
—Alfa...- Gimió con entusiasmo al percibir el firmé agarre y como éste lo asistía en balanceo de su cadera. La corriente eléctrica fue instantánea al experimentar la lengua del hombre sobre su cuello... se deshacía en un mar de emociones. — A-Atsushi.
El gruñido que lanzó tenía tintado en el la total satisfacción; a él le gustaba que lo llamara por su nombre.
Sollozo de gozo al momento de que la tela suave del Haneri se resbaló sobre sus hombros, deteniéndose justo en sus humeros, otorgándole una caricia fresca; pero no exclusivamente dejo al aire su dermis, sino también los orgullosos botones rosas. Completamente erizados y dispuestos a ser un juguete de aquel poderoso ser. El pulso que yacía en su garganta brinco extasiado cuándo los colmillos se arrastraron en sus clavículas.
Con el propósito de rogar más bajó sus orbes grises, captando eficazmente la mirada fiera del varón; que se enfocó al santiamén en su boca escarlata.
Un jadeo se le escapó al notar el recorrido desde su cadera hasta su rostro y de como su palma llegaba y se detenía, palpando sus labios; llenando sus huellas de labial carmesí y a su vez este dejaba un camino escarlata desalineado al dirigirse a su nuca, dónde el Kanzashi descansaba. Sopló por complacencia, era un pesó menos en su cabeza.
Tan prendado quedó en ese acto que pasó desapercibido el toqueteo en su cintura, comprendió entonces que en una sesión pasional como esa nunca, jamás debía distraerse en cosas tan triviales como esas. Por qué el precio a pagar es completamente diferente.
—Agh~ — Su boca se abrió de estupor y el hilo de saliva huyó por su mentón, para luego perderse en su pecho. El aire en sus pulmones era escaso y el subir y bajar de su tórax incrementó la función vital de inhalar y exhalar. Exactamente en el segundo que creyó recuperarse volvió a suceder. El brazo de Alfa que permaneció en su parte inferior se trasladó de un costado de su anatomía a la parte trasera e impulsó su espalda baja, forzando que su parte íntima terminará de llenó sobre su muslo; sobre estimulando esa zona. Colocandolo más caliente. — Atsushi... esperé por favor.
Ignorado. Su petición fue rechazada, y los levantamientos pasaron de ser cada siete u ocho segundos a seguidos; Murasakibara anhelaba verlo llegar, el destello en su afilada pupila lo desenmascaraba. Éso y que mantenía su cabeza alzada con un par de dedos. Sus quietas manos, que se mantenían sin hacer algo se empuñaron sobre las muñecas de Murasakibara en un vano intento de desahogar toda la lava caliente de pasión que le consumía.
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YENS|| Omegaverse|| PAUSADA.
FanfictionLo suyo nació como un negoció, no obstante nadie previo lo que sucedería después.