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Desde muy pequeño Harry sabía que haría grandes cosas, siempre fue muy audaz y ambicioso a muy temprana edad, cuando jugaba al monopoly con su hermana Gemma, el siempre construía un imperio, cómo lo hizo de mayor. Con los años pasó de ser el pequeño Harry de mamá a ser Edward, un hombre de negocios que había ganado el respeto y temor de grandes é impotentes figuras de los negocios, posicionándose cómo uno de los cincuenta hombres más ricos de Londres según la lista Forbes por tres años consecutivos, su vida privada así se mantenía, privada, nadie sabía nada que Harry no quisiera que supieran, nadie hacia nada sin consultarle antes, el sabía todo lo que pasaba a su alrededor, por lo qué se sorprendió al enterarse que cierto pequeño niño de fanales índigos había tenido el descaro de entrar a su casa, y es que el muchachito todavía tenía la osadía de usar la puerta, el temor se divisaba por aquellos lindos ojitos y no lo culpaba, el hombre era desmesuradamente impotente. el teléfono del mayor interrumpió las fijas miradas de ambos.

—. Edward Styles, ¿quién habla? -. Contesto su móvil aún con los ojos fijos en los del menor —. Señor Styles, su hijo llegó a casa -. Contestaron del otro lado de la línea y el mayor casi rio, así que el mocoso había dicho que era su hijo, sonrió de lado —. Sí, ya ví a mi hijo.

Artículo con ironía y entro a la casa por completo percatándose que el menor retrocedía entrando cada vez más en pánico, cerró la puerta con pestillo ante los ojos atentos del pequeño niño, casi lo escucho tragar saliva, el menor casi pudo divisar una sombra de sonrisa en el mayor, su corazón de un respingo, y es que estaba tan jodidamente asustado.
él señor procedió a retirar aquel costoso saco aflojando su corbata y retirándola.

. ¿Una taza de té? -. Le ofreció cortésmente al menor, indicándole que tome asiento en el acogedor sillón, a lo que el menor se limitó a negar —. Así que soy padre -. Sonrió divertido esperando una explicación a la divertida situación.
—. Y-Yo lo siento, señor —. Hablo torpemente el menor con voz chillona, se obligó verificar si no se había equivocado y se trataba de una muchachita —. Yo quería ahorrarme el largo camino para tomar el autobús y cruce por el campo, desafortunadamente me atropelló.

Explicaba torpemente el menor al borde de las lágrimas, Harry casi sintió ternura, le indicó al menor que guardara silencio, tomó asiento en el elegante sillón indicándole que tomara asiento enfrente de el, negándose nuevamente.

—. Me temo que insisto, pequeño –. El menor se removió nervioso, moviendo sus pequeños pies ansiosos, pequeñas perlitas brillaban en su frente, haaciendo que algunos mechones de su cabello se pegaran a ella. se llevo la manga de su suéter mordiendo levemente aquella y es que el mocoso estaba al borde de las lágrimas, su nariz respingona roja de la punta.
Harry nunca había visto una criatura tan exquisita como aquel muchachito, y es que probablemente asi debía verse un maldito angel, pensó el mas grande o un diablito.

—. Así que tengo un hijo del que no estaba enterado -. Fingió sorpresa y al menor ya se le estaba bajando la presión.
—. Y-yo me...eh, me tengo que ir ya -. Mencionó el aludido a lo que el mayor fruncio el ceño, mierda, ¿lo hizo molestar?
—. No le he dicho si puede retirarse, jovencito -. Su tono autoritario erizo la piel del menor, nunca había visto a ningún hombre tan varonil incluso sin intentarlo, su voz ronca y lenta con aquel marcado acento inglés, enormes manos y es que el hombre era inmenso, no era normal.
—. Me temo que insisto -. Se odiaba a el y a su grande bocota, si no era suficiente el que se haya hecho pasar por su hijo, entrado a su casa, negado el té, ahora hacia ub intento de broma que habia sonado a burla.
La risa ronca del mayor lo descoloco un poco, qué risa tan sexy.
—. Su nombre, Jovencito.

Exigió el mayor serio, se paro del sillón de cuero en el que se encontraba sentado y se acerco al menor, su mano rozó la piel sensible de su cuello y el menor se estremeció,
Qué pedo. Se sentia abochornado, sus mejillas se sonrojaron furiosas, haciéndolo sentir avergonzado y pequeño, expuesto.

—. Quítate el abrigo, déjame verte.

Susurro ronco en su oído y se sorprendió, qué cambiazo de escenario.

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2020 ⏰

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