IV. Delicias turcas

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Hazael Smith quería agradecerle a Theodore Nott por su ayuda.

No sabía exactamente cómo lo haría, pero algo se le iba a ocurrir. Gracias al muchacho y a su sugerencia con el libro había logrado hacer una tarea que hizo más sentido de lo que Harry Potter y Ron Weasley entregaron. El par de leones solo crearon una larga lista de tragedias en el que estaban cerca de la muerte al menos cinco veces; aunque no era como si se alejaran mucho de la verdad porque cualquier persona que se asociaba con ellos terminaba en alguna situación donde corrían riesgo. Sin embargo, fueron exageradas.

La mitad del salón —con excepción de algunas estudiantes que se tomaban muy en serio la clase de Sybill Trelawney y de Hazael— habían tenido que volver a repetir la tarea. Fue afortunada de que Nott la guiara en la dirección correcta porque si no fuera por su ayuda, jamás hubiera sido capaz de hacer unas predicciones decentes. Probablemente hubiera terminado en el mismo puñado de los que tenían que repetir la asignación para evitar sacar una calificación penosa.

Así que estaba muy agradecida con el muchacho. Lo único malo es que no sabía cómo darle las gracias a un chico como Theodore Nott. ¿Qué podía gustarle? Sabía muy poco del muchacho y tampoco pensaba preguntar por ahí específicamente. No tenía tal confianza como para hacerlo.

—Nyah —llamó Hazael a su amiga en la sala común de Hufflepuff mientras hacían una tarea de Encantamientos—, ¿qué sería un buen regalo de agradecimiento?

Nyah levantó la vista de su pergamino, manteniendo un ceño fruncido por la forma súbita en la que Hazael había realizado la pregunta y ladeó la cabeza. No comprendía del todo a qué venía la interrogante de su amiga, pero era Hazael a fin de cuentas. La chica era el tipo de persona que hacía regalos de agradecimiento y se ofrecía de voluntaria para ayudar a —sin ánimos de exagerar— todo el mundo.

Hazael era como un saco de azúcar sin límites de bondad y dulzura.

—No lo sé. ¿Algo que a la persona le guste? —sugirió encogiendo los hombros y dejó la pluma en el recipiente con tinta para poder atarse el cabello rojizo en una coleta. Le estaba molestando a la hora de escribir y sus rizos descontrolados le hacían cosquillas en las mejillas cada vez que se movía.

Con toda la honestidad del mundo, Hazael encontró la respuesta de Nyah completamente inútil. La dejaba en la misma posición en la que estaba antes de realizar la pregunta. ¡No tenía ni la menor idea de cuáles eran los gustos de Theodore! El muchacho no demostraba sentimientos o entusiasmos. Solo una máscara misteriosa nublaba toda percepción que las personas pudieran tener de él.

—¿Y si no conoces mucho a la persona?

—¿Por qué le regalarías algo a una persona que no conoces? —increpó Nyah mirándola con ojos entrecerrados.

NATHAIR'S SECRET ⋆ theodore nott Donde viven las historias. Descúbrelo ahora