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 El cielo luce despejado, ha dejado de llover hace rato, pero el olor a mojado sigue aquí, no logro ver las estrellas, esas que solíamos ver todas la noches, esas que antes se veían tan nítidas y brillantes. Las luces de la civilización nos alcanzaron, el alumbrado público, los reflectores del campo deportivo las han opacado, solíamos subir al techo de la casa, por esa escalera destartalada que siempre me ha dado miedo, a mirar durante horas los cuerpos celestes, tenías una aplicación con la que intentabas que me interesara en el tema. Daría lo que fuera para que estuvieras de nuevo aquí, insistiendo en que mirará al firmamento buscando no sé qué cosa hacia el sur, ¿dónde demonios queda el sur? Ya no importa, nada de eso importa ya, te has marchado y estoy conforme con eso, sé que sufrías mucho y fue lo mejor.

Va a ser difícil aceptarlo, no conozco más familia que ella, mi tía, mi querida tía Martha. Un sinsentido ya que ni siquiera eras mi tía, eras mi única familia elegida, de mi familia real no sé nada más de lo que tú me has contado. Mi madre murió al darme a luz, ella era su mejor amiga y te hiciste cargo de mí. De mi padre, ninguna de las dos sabemos nada, mi madre biológica se llevó su identidad a la tumba. No me quejo, fuiste lo mejor que me pudo haber pasado, me criaste bien, me diste amor, un hogar.

Me lo diste a él.

Suspiro pesadamente, pensando en tía Martha, en él, en todo. Mañana lo veré y no quiero o ¿sí? Si, si quiero pero no estoy lista, no sé qué de que podemos hablar, ¿Me seguirá odiando? ¿Me habrá perdonado? Yo aún me odio, yo aún no me perdono.

Y recuerdo...

Hace mucho tiempo que evito pensar en él, tía Martha ocupaba toda mi atención, pero ahora ella no está, mi mente se llena hasta desbordar el sentimiento.

Bajo con precaución mientras la escalera se tambalea, cada día está peor, esta será la última vez que suba al techo a mirar a la nada, limpio mis ojos con el dorso de la mano, esto me hace resbalar, caigo cual bulto los últimos escalones, la hierba esta crecida y amortigua el golpe. Me incorporo adolorida, ya no solo mi corazón duele, mi trasero se ha dado un duro golpe también.

Camino con dificultad hacia la casa, el olor a medicamento se sigue aspirando en el ambiente, pienso en todo lo que me falta por hacer, donar tu ropa, tus cosas, y no puedo. Mi cabeza duele solo de pensalo y el corazón de nuevo se me desborda en sentimientos.

- ¿Buscando el sur? - una voz conocida detiene el desfogue en mis ojos, mismos que no estan listos para lo que ven, la garganta me pica, el pecho se me comprime. No me muevo.

- Llegue antes, espero no te moleste- su afirmación es correcta, me agrada que este aquí, quiero acercarme y abrazarlo, apretarlo tan fuerte, hasta que todo desaparezca. Me decido y voy a paso rápido hacia él, decidida a ...

Y ahí esta ella ...

¿Pero cómo? Debería estar muerta,  no en medio de mi sala junto a él.

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2019 ⏰

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El chico del gato naranjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora