𝑻𝒉𝒆𝒚'𝒓𝒆 𝑶𝒏𝒍𝒚 𝑯𝒖𝒎𝒂𝒏𝒔 | Charlastor

𝓐𝓬𝓽𝓸 𝟏

—No puedes estar pensándolo en serio, manzanita. — Exclamó su padre. — Las almas que están aquí es porque se lo merecen, el infierno es su castigo ¡Ellos se han ganado su estadía aquí! — La rubia había agachado la cabeza y apretado los puños. Lucifer estaba a punto de dar por terminada la plática, cuando escucho los débiles sollozos de su hija.

—Todos pueden redimirse al final... — Volvió a alzar su mirada, desafiando a su padre. Esa mirada... Le recordaba a su antiguo "yo". — Porque tú eres la prueba de ello.

[...]

Había pasado un buen tiempo y Charlie debía de admitir que era (demasiado) complicado hacer que la gente quisiera redimirse, aunque era comprensible, hablábamos del infierno, por amor a Dios. A pesar de ello, no se daba por vencida, ella les demostraría a esos reporteros de mierda, a su gente, pero sobre todo... A su padre que estaban equivocados. Seguía motivada y eso era bueno, ¿Cierto? Tenía la esperanza puesta en las nuevas almas.

Sí, no la harían acobardarse ni desechar su meta. Era Charlotte Magne, la princesa del infierno y ella no tiraba la toalla.

Lucifer atribuía su rebeldía y su manera testadura de ser a que seguía siendo joven e inexperta (Él nunca iba a admitir que ese rasgo lo saco de él). Tal vez el rey del infierno se lamentaba un poco el haberla mimado a lo largo de los años, pero ¿Cómo podía no hacerlo? Ella es lo único que aún le queda, junto a Lilith, su esposa.

¡La redención! Vaya idiotez. Él sabía que nada bueno podía salir de esto, lo vivió en carne propia. Un día él era un gran e importante ángel, cegado de amor y esas cosas, pero no, entendió de sus errores. El cielo solo era una cárcel de bonitos adornos, no podías disfrutar nada ahí, solo reglas y silencio... Ugh, aún le daban espasmos involuntarios al recordarlo. Pero regresemos el tema, esta vez no se trataba de él (Que extraño), su manzanita, su bebé, su adorada hija tenía esas absurdas ideas. ¡El cielo era peligroso! Casi no lograba salir vivo de la furia de Dios. ¿Qué oportunidad tenía ella? Exacto, ¡Ninguna!

Era peligroso para ella intentar algo que ya estaba establecido por hace varios milenios.

Pero no, ahí va y lo desobedece. Lucifer pecaría (que sorpresa) por idiota cada que su manzanita estuviera en problemas e iría a salvarla, aun si así todo el infierno se reía de él (Después se encargaría de callar esas asquerosas risas).

La paternidad no era lo suyo, sin duda alguna.

—¿Por qué tan preocupado, cariño? — Mencionó la rubia mujer, dejándole a un lado suyo un poco de té.

—No sé qué hacer con Charlie... — Mencionó masajeándose el puente de la nariz con su mano. Sintió el peso de Lilith en sus piernas, ella rodeo su cuello con sus brazos y lo acerco a su pecho.

—Es la viva imagen de la rebeldía, solo que, en vez de buscar destrucción, busca la salvación. — Comenzó a reír calmadamente. — Es nuestra hija después de todo ¿No? — El contrario alzó la mirada, observando a su esposa verlo con una gran sonrisa en sus labios.

—Ella parece más nuestro karma con esas ideas suyas... — Ella negó. —¿Qué?

—Lo estás viendo por el lado equivocado, cariño. — Su esposo lo vio intrigado. — Ve esa pasión, esa manera de no dudar e irse directos a los golpes con tal de defender su ideal. Es tan alocada y se levanta del fracaso, sin permitir que la pisoteen o la hagan menos, justo como hicimos en el pasado. — La mirada de Lilith comenzó a brillar, era esa clase de brillo que demostraba diversión fundiéndose con el orgullo. — Lo ha sacado de nosotros. Ella creé en la bondad gracias al amor que le hemos dado. ¡Lucifer, ella sabe en qué lugar vive! Conoce perfectamente que este es el infierno, que acá solo hay almas podridas y a pesar de ello, ella sigue adelante sin descansar, levantándose y brillando cada vez más. Además, todo está saliendo bien con lo del hotel, tal vez ese tal Alastor está influyendo en ella. — El rey del infierno observo sorprendido a su reina. — Así que no digas que es nuestro karma o tendré que castrarte, mi amor. — Aquello último lo dijo con una sonrisa escalofriante, beso su frente mientras se levantaba de su regazo. Se encaminó hacía la puerta y antes de salir por completo de la habitación añadió. — Pero, si deseas ayudar a tu hija, muestra ambos lados de la cara, quizá así puedas hacerle entender... O no.