Cata era una chica de 18 años, había entrado a estudiar Derecho, carrera que desde siempre había querido estudiar. Lastimosamente (por suerte) en su pueblo no habían universidades, así que tuvo que venir a vivir a mi ciudad cuyo nombre es indiferente.
Yo vivía cerca a la mejor U de la ciudad, vivía solo, así que aproveche para arrendar una habitación que tenia libre.
La primera vez que vi a Catalina quede sorprendió, era blanca como la leche, pequeña, no llegaba al metro 60, llevaba el pelo recogido, el cual era azul, lo cual recuerdo que me pareció curioso. Tenia una camisa verde deportiva la cual resaltaba sus tetas las cuales no eran ni muy grandes ni muy pequeñas, pero lo que mas le gusto fue el "yoga pant" que traía.
Las primeras semanas fueron tranquilas, ella me propuso que podría hacer de comer si yo compraba todo lo necesario. Me pareció un buen trato así que siempre desayunaba, comía, y cenaba con ella, esto hizo que cada vez nos hiciéramos mas unidos, lo que ocasiono que le empezara a tomar cariño a la chica con el tiempo. Todo siguió igual hasta que ella empezó a cambiar poco a poco, notaba que tardaba mucho en responderme los mensajes, en sus respuestas era mucho mas seca y llegaba a altas horas de la noche. Hasta que un día paso algo inesperado.
Eran las 2 de la mañana y Catalina intentaba entrar a mi casa sin hacer mucho ruido, tenia mucha sed, así que se dispuso a servirse un vaso con agua, con tan mala suerte que al intentar tomarlo tiro la olla del chocolate haciendo un ruido estrepitoso
-Catalina, que pasa? Por que haces tanto ruido?
-Lo sientooo – Dijo entre risas a la vez que bajo la cabeza y empezó a caminar directamente a su cuarto-
-Adonde crees que vas jovencita? -La tome del brazo e hice que me mirara directamente a los ojos, ahí entendí que pasaba-
-Que te pasa? Quien te crees? Suéltame? -Decia a la vez que jalaba el brazo-
– No jovencita, crees que puedes llegar a la hora que se te de la gana, drogada y no habrán consecuencias? – Sabia que lo estaba, sus ojos rojos y la forma en la que hablaba la delataban
-No estoy borracha... -Bajo la cabeza, y empezó a jalar mas fuerte-
-Hoy aprenderás dos lecciones señorita. La primera será a no volverme a mentir, la segunda es que en la vida te vuelves a drogar- La quería demasiado como para permitir que le pasara algo malo, por eso tuve que cargarla y llevarla a mi cuarto-
-No déjame, que haces? Jajaja estas loco? -Decía sin imaginarse lo que le esperaba-
-Lo que a tus padres les falto hacer contigo hace mucho- Dije mientras la acostaba en la cama y le daba dos buenas nalgadas-
– Auuuu, oye q-que te pasa? Que h-haces?-Su cara cambio completamente, ya se imaginaba lo que le esperaba-
-Tu no vuelves a llegar borracha a esta casa, entendido? – la jale del brazo llevándola a mi regazo, dándole 3 nalgadas mas
-Pero que te pasa? Que te sucede, oye noooo – decía a la vez que sentía como bajaba su short lentamente hasta sus rodillas.
-No quiero volver a verte borracha entendiste? – Vi que llevaba una tanga tanga blanca, lo cual me molesto un poco. Para mi era una niña, y no era apropiado que llevara ese tipo de prendas. Le di dos fuertes nalgadas notando como sus hermosas nalgas blancas se movían frenéticamente intentando escapar.
-Lo siento...t-te juro que lo siento, no volveré a emborracharme jamás pero ya para -Note como pequeñas lagrimas salían de sus hermosos ojos cafés-.
-Lo prometes?-le di 10 nalgadas mas muy fuertes lo cual hizo que se retorciera y empezara a gritar-
-SIIIIIIIII, SIIIIIIIIIIII, LO JURO PERO YA BASTA -Decia mientras gritaba y pataleaba como una niña-
-ya princesa, ya todo termino. – acaricie sus mejillas secando sus lagrimas y, después acaricie sus nalgas lentamente a lo que ella cerro sus ojitos y grito.
-POR FAVOR NO MAS. – A lo cual le di un beso en la mejilla y le dije: ya todo termino pequeña. Subi su tanga y ella lentamente si sento a mi lado-
Lo siento... -Me dijo a la vez que la abrace y bese su frente.-
-Correspondió al abrazo y con la voz mas tierna del mundo me dice: Tengo sueño...
Vamos a dormir princesa- La puse boca arriba, fui por su pijama y la deje al borde de la cama. La senté y le quite su camisa lentamente. Ella se ruborizo pero no me dijo nada. Tome la camisita de su pijama y se la puse. Baje su tanga lentamente, al principio las tomo impidiéndome que lo hiciera, pero la mire fijamente a los ojos y la soltó sabiendo lo que pasaría si seguía de rebelde. Ahí pude notar que hace mucho no se depilaba su coñito. Tome el short de la pijama y se lo puse, le di un beso en la frente y cerro sus ojitos quedando profundamente dormida.
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Nalgadas a mi inquilina universitaria
RomanceCata era una chica de 18 años, había entrado a estudiar Derecho, carrera que desde siempre había querido estudiar. Lastimosamente (por suerte) en su pueblo no habían universidades, así que tuvo que venir a vivir a mi ciudad cuyo nombre es indiferent...