Capítulo único

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La luz del atardecer entraba por la ventana de su habitación, brindándole un suave calor en su piel que contrastaba con el frío del invierno.

Sus deberes estaban ya hechos y ella no encontraba más que hacer. No había tenido mente para tocar algo o escribir una canción nueva. Así que solo permaneció acostada en su cama, observando su teléfono vagando por las redes sociales.

No había medido el tiempo en que se la pasó navegando, pero su navegación se vio interrumpida por un mensaje que apareció en su bandeja y ella observó de quién era.

Jamming whey: Hey ¿Ya hiciste la tarea?

Ella rodó los ojos con una sonrisa. Sabía que en algún momento él tendría que escribirle a alguien porque no entendía sus deberes.

Yo: Sí ¿Tú no?

Jamming whey: ¡Ayúdame, por favor! Ven a mi habitación.

Yo: Pídeselo a Bakugō.

Jamming whey: ¿Acaso quieres que muera?

Yo: Tal vez.

Jirō miró su reloj, miró la ventana y frunció el ceño, pensando. Se dió cuenta que en verdad no tenía nada que hacer y suspiró.

Yo: Voy.

Y se levantó para tomar su mochila y meter los cuadernos en dónde tenían tarea, luego se dirigió al final del pasillo para tomar el ascensor.

Era un poco fastidioso tener que bajar al piso principal para tomar el ascensor del lado de los niños, siendo que técnicamente su habitación y la de Kaminari estaban en el mismo piso.

Recordó que Mina había dicho que sería genial que hicieran un tipo de puente para no tener que bajar.

El profesor Aizawa le había dicho que ella no tendría que estar en el cuarto de un niño.

Mina se había sonrojado.

Con todos esos pensamientos en la cabeza, Jirō llegó al tercer piso del lado de los niños y justo en la puerta de Kaminari, tocó.

Kaminari tenía un desastre en su habitación que se notaba por el simple hecho de como Jirō escuchaba las cosas que él pateaba para abrirse paso. Abrió la puerta y Jirō quiso morir de risa.

Kaminari tenía el pelo apartado del rostro con una diadema, además de que tenía un tipo de mascarilla en la cara.

—¿Mina está aquí? —le preguntó la chica resoplando un poco para reírse. Kaminari frunció el ceño.

—¿Que un hombre no puede cuidar de su piel por voluntad propia? —preguntó el rubio. Jirō volvió a reír, luego hizo un ademán con la mano.

—Es solo... ¿Por qué? —Kaminari se encogió de hombros y le dió paso a la habitación.

—Mira, porque sea bonito no quiere decir que pueda descuidarme, además las mascarillas no se hicieron solo para las chicas —Jirō volvió a reírse.

—¿Bonito? ¿Quien te lo dijo? —preguntó ella buscando un lugar donde sentarse. En la cama había algunos cuadernos tirados, junto al 3DS de Kirishima que sin duda era con lo que se había distraído, además, de envolturas de dulce.

Jirō trató de apartar algunas cosas para sentarse en la cama.

—Oye, sé que no soy la persona más inteligente del mundo, pero reconozco mi propia belleza —Jirō le sonrió y luego negó con la cabeza.

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