Cómo Amé

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"Bien... entonces seremos tú, María, Inés, Teresa, Rosa, Diego, Pedro, Lorenzo y yo"

"Espera ¿Lorenzo dijo que participaría?" preguntó la chica dejando el peine sobre el tocador.

"Sí, le comenté que tenías la idea hacer este nuevo juego popular que trajo tu tío desde Venezuela y se entusiasmó" le respondió Antonio.

"Aun no comprendo como tú y el hijo del alcalde son tan amigos, son demasiado diferentes"

"Nuestras familias se conocen de hace años, la hacienda de verano de los Suárez queda cercana a la nuestra, jugábamos y salíamos a cabalgar desde pequeños"

El y Lorenzo habían sido amigos desde que tenía memoria, cada etapa de su vida y su crecimiento venía acompañada de aquel muchacho alto de tez blanca, cabellos castaños oscuros completamente engominados pulcramente a su casco y sus fríos ojos gris.

Lorenzo, el gallardo Lorenzo Suárez el veinteañero hijo menor de una de las familias de aristócratas y terratenientes más ricos de la ciudad, educado, entrenado en el arte de la espadas y las armas de fuego y el jinete más intrépido de Chillán1; su mejor amigo y por desgracia el hombre por el que sentía un no muy adecuado cariño.

"Dejando eso de lado, me podrías explicar nuevamente como es el juego, Catalina" pidió desviando sus pensamientos de su querido amigo.

"Como te lo dije Antonio, lo llaman el amigo invisible, consiste en poner el nombre de todos los participantes en una bolsilla y vamos sacando los papeles, uno a uno se nos entregará un nombre y a esa persona le daremos un regalo sin que se entere" la castaña cerró sus ojos al mismo tiempo que le sonreía dando por zanjada la conversación.

"Mañana nos reuniremos, no faltes y avísale a los demás" Antonio rodó los ojos mientras asentía antes los mandatos de su caprichosa amiga.


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"No" escondió el papel en el bolsillo pequeño de su chaquetilla antes de que el otro lo tomara por la fuerza.

"Vamos Antonio, dímelo y te diré quién es el mío" sus dientes relucían en una sonrisa mientras agitaba el papel frente a él.

"No, el juego perdería la gracia así, Lorenzo" Antonio desvió la mirada buscando también de paso desviar su curiosidad por quien se llevaría el regalo de su amigo.

"¿Qué piensas regalarle a tu amigo invisible?" preguntó el castaño mientras caminaba a su costado por largo pasillo.

"Mi corazón" bromeó más para su amigo que para sí mismo.

"¿Te gusta una de las chicas?" Su caminar se detuvo por la mano de largos dedos pasados en su hombro que lo obligándolo a verlos a los ojos.

"Lorenzo, era sólo una broma. No te diré que voy a regalar porque después sabrías quien era mi amigo invisible" el chico de cabellos bronce algo ondulados sintió un palpitar de su pecho que a duras penas controló, la cercanía de su amigo, apenas resistía la imperiosas ganas de posar una de sus manos sobre su piel y mirar con más detalle aquellos ojos grises, cada vez se hacía más doloroso ser su amigo, más aún cuando el destino lo bendecía/maldecía con que él fuese a quien debía entregar un regalo.

"¿Oíste lo del panadero?" Preguntó Lorenzo retomando su camino al mismo tiempo que quitaba su mano de encima de su hombro.

"Sí, pobre hombre"

"No te importa que... bueno ya sabes, que haya sido acusado de ser un sodomita" la garganta de Antonio se secó por un momento, el tragar saliva se había vuelto tan difícil como respirar y el dolor que ya sentía en su pecho aumentó.

Cómo Amé en los Tiempos de ViolenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora