Llegamos en una limusina veinte minutos tarde, pero llegamos. Nos informaron que los invitados estaban ansiosos y el novio nervioso.
Entrando en la Iglesia, la Marcha Nupcial se comienza a escuchar. Observó a los 256 invitados sin reconocer rostro alguno hasta quedar en mi lugar, me siguen las demás damas, por último lugar la novia.
El novio comienza a llorar de la emoción mientras los invitados comienzan a aplaudir. Estoy flipando en colores, Alfonsina llega a su lado, él quitando su velo le da un dulce picó. De esta manera dan ganas de casarse.
El cura comienza, y yo me pierdo en mis pensamientos, hasta que Micaela me da un pequeño codazo despertándome en mi ensoñación.
— ¿Alguien se opone al matrimonió?— Espera unos segundos y continúa, pero el crujido de la puerta rompe el silencio.Una joven embarazada se acerca a paso apresurado.
— ¡¡Yo, me opongo!!— vocifera la desconocida y comienza los murmullos de los espectadores.
Alfonsina está en shock y yo también, mientras James está furioso y manda a que la echen.
— No, yo no me voy de aquí sin antes contar que este hombre es un estafador y mujeriego, estoy embarazada de él— dice segura, con los ojos llorosos.
Se escucha una fuerte cachetada y golpe tras golpe de mi prima reclamando al desgraciado de James, estoy furiosa. De repente le coge de las manos hartó.
—Maldito suelta a mi prima— grito como desquiciada mientras quitó un tacón y se lo lanzó.
El maldito lo esquiva soltando a Alfonsina, de repente sale corriendo de la Iglesia antes de ir tras ella escucho el grito lacrimoso de Estefania.
— James, ¿dime que no es verdad?— grita la idiota— ¡¡Te amó, maldito!!
Golfo tenía que ser salgo corriendo tras mi prima sin mirar a nadie más, se tiene que sentir fatal y eso que todavía no sabe que la cabrona de Estefania se tiraba a James también, joder.
Consigo salir cogeando de la Iglesia.
Observó en la lejanía a mi prima, grito su nombre, parece no escucharme o simplemente ignorarme. Sigue corriendo como desquiciada, la gente se le queda viendo murmurando un novia a la fuga.
No me doy cuenta que un coche pasa a gran velocidad hasta que impacta conmigo. Me desplomó en el suelo.
—¡Señorita!— es el último gritó que escucho cuando pierdo la consciencia.
(...)
Mmm... Finalmente consigo abrir los ojos. Lo primero que miró la gran habitación en tonalidades oscuras y grises. Esta no es mi habitación tampoco mi cama, me remuevo entre las sábanas grises. Intentó recordar como he terminado en este lugar, además de que estoy semidesnuda, ¿qué hice? Me sobo la cabeza intentado recordar.
Ayer fui a trabajar, terminé y me fui antes hacia el hotel porque era la boda de mi prima, todo parecía ir en marcha y estaban a punto de casarse, hasta una joven embarazada entró. Resultó que James sería el padre, estaba jugando a tres bandas. Mi prima salió corriendo después de descargar su irá y yo tras ella, no pude alcanzarla además de que no me escuchaba. De repente un auto impacto conmigo. Fin.
Lo que no entiendo es porque no estoy en un hospital. Me tapó con la sábana para cubrirme un poco, consigo levantarme poco a poco sintiendo un pequeño mareo en el intento, apoyo la mano en la cabecera hasta que me rencompongo. Pos muy suave que sea la cama tengo que salir de aquí, no me quiero imaginar que clase de loco o loca fue capaz de quitarme el vestido, que encima no está en ninguna parte de el dormitorio.
Tengo hambre, dirigiéndome hacia el pomo de la puerta para poder abrirla, antes de poder hacer algún movimiento más la puerta se abre impactando contra mi cuerpo, pierdo el equilibrio cayendo al suelo.
Miró hacia arriba una mano que quiere que la coja ayudándome a levantar.
— Estúpido, no estás satisfecho de atropellar me que también me tiras al suelo más. — le reclamó colérica.
— Señorita, se le cayó la sábana.
Le miró espantada dándome cuenta por fin de que es cierto, le gritó que cierre los ojos recogiendo la sábana del suelo y me la vuelvo a poner.
— Esto no hubiera pasado si un pervertido como usted me hubiera dejado en un hospital y vestida— le digo cruzando los brazos debajo de mi pecho.
— Señorita....— continúa después de darse cuenta que no le diré mi nombre— bueno, le diré lo que ocurrió, el semáforo estaba en verde y de repente apareció usted, intenté parar y choque contra usted, debería de mirar antes de cruzar y no correr le estoy dando un consejo. Baje del coche inmediatamente para ayudarla usted se desmayó, observe que no estaba herida sólo tenía un simple rasguño en el codo, la cargue en el coche llevándola hacia mi departamento mientras llamaba a un gran amigo mío que es médico. Entramos y la dejé en la única habitación la mía, el vino te revisó comprobando que estabas perfectamente y sólo te habías desmayado por la impresión, se fue. Te quite el vestido para que estuvieras cómoda, te tapé con las sábanas. Cogí tú móvil desbloqueando el teléfono, dejama decirte que cambies la contraseña un simple 1234 es gracioso, pero cualquiera te lo desbloquea hasta un niño de 3 años. Revise tus contactos encontrado a tú prima, la llamé contándole lo sucedido. No le importantes mucho— Termina de decir sorprendiéndome.
— No sé si odiarte o darte las gracias, es cierto que tengo parte de culpa, pero usted no debió quitarme la ropa ni revisar mi teléfono.— le digo desconfiada cegada por su belleza, ¡¡joder qué hombre!!
—Olvidemos simplemente lo ocurrido. — se sienta en la cama mientras me ve con una simple sábana— Empecemos de nuevo, buenas noches señorita, me llamó Sebastian Anderson — concluye con un oscuro brilló en sus ojos.
Le miró extraña.
— Dulce Torres Rodríguez. — Estoy nerviosa, es demasiado atractivo, ¿no podía haber sido feo y encantador?— ¿Que hora es?