Capitulo 1: La Blanca

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- ¿Cuántos son?

Arrodillada en una rama alta de un árbol del bosque, se encuentra una joven, en guardia.

- Dos, mi señora.

Lo que más destaca es su cabello blanco, recogido en una cola alta, casi brillante cuando las nubes dejan entrar la luz lunar, es fácil darse cuenta que, por algunos mechones rojos, ha sido teñido de muy mala manera. No es un tinte común, uno así no tendría un color tan acentuado y brillante como el de esta chica.

- ¿Atacamos? Ya es la tercera vez que vemos soldados en nuestro bosque.

- Si, la última vez que los dejamos ir, trajeron a 40 más consigo.

En sus dos manos, tensado, un arco, bastante llamativo para ser hecho a mano. De un material cristalino, refleja un poco de luz si lo miras desde ciertos ángulos. Envolviendo parte del arco, una serpiente, bastante pequeña, que se va arrastrando, bajando por las ramas del árbol para acercarse a los dos soldados a unos pocos metros de su posición.

- Si, mi señora.

Lo único que pensaba era en lo poco útil que es ser una Blanca, en cuanto a sigilo se refiere.

- Realmente no quería aceptar el título, pero...

Su pensamiento es interrumpido cuando uno de los soldados avisa su presencia.

- Joder, ya me estaba perdiendo de nuevo... ¡Serpiente, ataca!

La serpiente ataca velozmente a las piernas descubiertas de los dos soldados, que, a los pocos segundos, se quedan paralizados, pudiendo solo mover sus ojos y, a duras penas, la mandíbula, permitiéndole hablar entre dientes.

- ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!

- ¿¡Que coño ha...

El sonido de la cuerda del arco siendo soltado, un crujido, y un golpe en la tierra.

Silencio.

- Noventa y dos.

Susurró la joven para si misma.

Una flecha, que no se detuvo al chocar con el cráneo del pobre desgraciado que ahora está esparcido en el suelo en pequeños pedazos, quedo clavada en el suelo.

Un grito desgarrador se escucha.

- ¡Krell! ¡Maldicion, no!

Lo único que puede ver el soldado es a una mujer caminando hacia el, media cara tapada por una tela, que al igual que toda su ropa, de colores verdes oscuros y negros, una capa con la cual si quisiera, podría taparse completamente.

Mientras que camina al soldado, se ve como el arco se va deshaciendo en unos polvos azules que salen despedidos por el viento, lo único que queda en su mano, es una flecha, la misma flecha que uso para atravesar la cabeza del primer desafortunado soldado.

- ¿Un... Fragmento?

Dice el soldado con una voz temblorosa y dudosa.

- ¿Fragmento?

Se preguntó mientras que, con la flecha, atraviesa lentamente el corazón del soldado.

- Noventa y tres.

El veneno de la serpiente ha causado que los músculos sigan contraídos, dejando al hombre de pie, pero sin vida.

- ¿Por qué lo mataste? Estaba hablando.

Dice la serpiente con un tono de burla.

- Espera, ¿no que no puedes escuchar a los demás humanos?

La Hija Del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora