OO1.

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Mierda, mierda y más mierda.

La electricidad se habia ido repentinamente, y aunque YeonJun se viera como alguien a quien todo le importa muy poco, escondía un miedo casi absurdo a la oscuridad.
Era algo que le aterraba en demasía desde que cierta vez cuando era pequeño, su hermano JiMin lo dejó encerrado en un armario por equivocación, claramente intentó sacarlo al instante, más la puerta estaba trabada y cuando al fin lo pudo sacar, el peliazul ya se encontraba sufriendo un ataque de pánico.

Años después, YeonJun seguía teniendo ese miedo, aunque no lo demostrara mucho.

Pero volvamos a la actualidad, donde un tembloroso y agitado YeonJun trataba de encender la linterna de su celular e ir a la cocina a por velas o alguna otra linterna o luces de emergencia, tal vez exageraba un poco pero aquello no podría importarle menos ya que en cualquier momento entraría en crisis.

Se dio por vencido en esta inútil búsqueda e intentó regular su agitada respiración, no le sorprendería si en cualquier momento le daba un ataque de pánico. Pero grande (o no tanto) fue su sorpresa al escuchar el sonido del timbre entre todo el silencio. Eso le ayudó mucho a tranquilizarse de inmediato. Sabía de quién se trataba y no pudo evitar la casi inmensa sonrisa que se estaba formando en su rostro, provocando que sus ojos se entrecerraran un poco.

Se apresuró en ir a abrir la puerta, dejando a su vez que un chico un poco más bajo de estatura que él, cabello rubio y una gran sonrisa digna de comercial se adentrara al lugar. No sin antes claramente abrazarlo.

Choi BeomGyu. Ese era el nombre de su mejor amigo desde hace años, ni siquiera podría decir con exactitud cuántos. Se trataba de su mayor confidente, y claro que aquello significaba que aquel bello y sonriente chico conocía a la perfección su temor. Y por obvias razones se encontraba ahora allí, con una bolsa llena de dulces en una mano y en la otra, dos pack's de cerveza. Y es que Beom siempre estuvo para él.

Y eso, amigos, se trataba de una de la razones por las cuales a Choi YeonJun le gustaba su mejor amigo, Choi BeomGyu, desde hace años.

Aquello apestaba porque YeonJun estaba seguro que su pequeño dongsaeng jamás llegaría a gustar de él. Se consideraba así mismo demasiado aburrido, todo lo contrario al pelirubio.

–Traje una par de cervezas y galletas pocky's. Vamos a tu habitación.– Dijo sonriente luego del abrazo, alzando su brazos y mostrando las bolsas.

¿Cómo hago para que una persona cómo él deje de gustarme?

–Eres el mejor, ¿lo sabías?

–Obviamente.– Y seguidamente a aquello, pasó un brazo por los hombros del pálido, guiándolo junto a él.

Al llegar al cuarto del dueño del lugar se dispusieron a tirarse en la cama y charlar, dejando, con cada hora que pasaba aquellas latas y cajas vacías.

Dos paquetes de galletas pocky's y siete latas con cerveza después, BeomGyu se encontraba con las piernas cruzadas en la cama mientras revisaba su celular, en tanto YeonJun ocupaba casi todo el colchón, mientras se tomaba su quinta lata con cerveza y observaba pensativo el techo. Ambos separados solo por la pequeña lámpara que iluminaba débilmente la habitación.

–YeonJun-ah, ¿quedan pocky's?

El nombrado sonrió rodando los ojos a su vez, por más que se lo repitiera, BeomGyu no dejaría de llamarlo informalmente.

–Creo que media caja.– se enderezó. –Ten.

El contrario se inclinó para sostener la pequeña caja rosa en tanto el mayor volvía a recostarse ahora con sus manos en su nuca.

–¿Las vas a comer?

El aludido levantó la vista, mirándolo con una sonrisa surcando su rostro.

–¿Y si jugamos al peppero game?– Respondió en su lugar con otra pregunta.

–¿Eh– Claramente había escuchado aquella oración pues el alcohol no le afectaba en demasía como pensaba que estaba afectando a su amigo pelirubio al hacer a aquella pregunta. Y sí, era sólo un juego pero... No creía poder soportar tanta cercanía entre ellos.

El pálido se incorporó lentamente mirando a su amigo, esperando una respuesta.

–Que juguemos al peppero game.– Habló lentamente para que su contrario lo entendiese. Soltó una sonrisa al ver el rostro confundido de Yeon.

–¿Por qué?– Decir que estaba nervioso era poco, no entendía por qué razón al menor se le había ocurrido tal cosa. Además que verlo tan inmutable le hacía alterarse. Sentía como si por un lado la suerte le hubiera dado la mano pero a la vez se encontraba burlándose de él en esos momento.

–Estoy aburrido y seguramente la luz no volverá dentro de un buen rato.– se encogió de hombros. –Además será divertido.– le sonrió. –Vamos, acércate.

Y YeonJun agradecía que la pequeña lámpara iluminara tan débilmente el cuarto, pues la sangre había subido a sus mejillas, colorado a estas en un fuerte tono rosado. Odiaba ser pálido.

Al no recibir respuesta alguna por parte del aludido, BeomGyu lo tomó del brazo. –No seas idiota, ven.– Formulaba a la vez que se acercaba más al chico. Una vez a centímetros del otro, el menor estiró el brazo alcanzando la caja de palillos dulces, procedió a sacar uno y por último colocarlo en la boca de su amigo.

El pelirubio le sonrío y el peliazul sintió morir de nervios.

–¿Empezamos YeonJun-ah?– Y el nombrado no supo cómo definir la mirada que recibió. Solamente asintió lentamente tratando de no parecer perturbado por todo lo acontecido.

BeomGyu se acercó lentamente al otro extremo del dulce, lo tomó en sus dedos y lo dirigió a sus labios, todo aquello bajo la antena mirada asustada de YeonJun.

El menot fue el que empezó dando una pequeña mordida, mirando expectante a su hyung, quien siguió inmóvil en su lugar. Observó un poco casi sin querer hacia abajo, más precisamente hacia su garganta, viendo como este pasaba pesado y sin pensarlo soltó una risa. Risa que impactó en los labios del pálido, dejándolo algo estúpido por la cercanía.

La segunda mordida llegó al dulce y sus labios estaban a milímetros de colisionar. BeomGyu podía sentir la pesada respiración del contrario impactar contra la suya y tal vez eso le dio el valor de hacer lo que hizo.

Se alejó abruptamente, llevándose con él lo poco de bizcocho que quedaba, escuchando el largo suspiro que el pálido, se dio cuenta estuvo conteniendo. Más no le importó y, mirándole con una mínima sonrisa se acercó lo suficiente, observó lo anonado que el mayor estaba y acortó la distancia al fin, besándolo.

Choi BeomGyu lo estaba besando. Oh por dios, esto era el maldito cielo.

Light; cyj + cbg. (o.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora