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CAPÍTULO I.


La alarma sonaba en una pequeña habitación desordenada, el molesto "beep-beep" timbró exactamente a la hora programada siete veinticinco, una chica de cabello negro alborotado gruñía en su cama mientras peleaba a tientas para lograr apagarla, al no conseguirlo con pesar y frustración mezclados se enderezó totalmente dándole fin.


Tenía cansancio escrito por todo su rostro, bostezando se estiró un poco, escuchaba sus huesos crujir; desganada se levantó e inicio su camino al cuarto de baño, enjuagó su rostro, en este se destacaban ojeras, golpes y cicatrices. Tenía dos meses que había salido de una prisión de años, mirando su reflejo, soltó un suspiro que contenía miles de emociones, cerró la llave del grifo y salió del baño.



— Buenos días —escuchó una voz chillona detrás suyo



— Agh, ¿Qué quieres? —respondió poniendo los ojos en blanco



— Con esa actitud que te cargas te vas a quedar sola querida.



Lauren finalmente volteó para encontrar al rostro que tenía una sonrisa de oreja a oreja, su cabello pelirrojo recién peinado, un pulcro maquillaje que destacaba sus ojos marrones, lograba cubrir un poco sus simpáticas pecas, el cuerpo que muchas chicas de su edad desearían tener. Ella por su parte, contaba con un cabello teñido de negro, el cuál le daba demasiados problemas para mantenerlo bajo control, especialmente por las mañanas, tenía unos ojos demasiado suaves y pequeños para su gusto y ni que decir sobre su figura, era un poco más ancha de lo que hubiese querido, mientras su roomie poseía un cuerpo de reloj de arena, Lauren tenía lo que parecía una manzana, en fin no tenían nada que ver una con la otra.


Aunque unos años atrás Lauren había intentado parecerse, no a Danielle en específico, dado a que en aquella época no se conocían si quiera, pero sí intentaba ser como las demás chicas; le bastaron dos semanas para dejar de lado las planchas, tenazas, maquillaje y todo lo demás. Entendió que simplemente no era lo suyo.



— Desearía —murmuró harta de todo esto, Danielle era una chica interesada por su imagen al cien, mientras que Lauren no era ni un cuarto de lo que era su ¿"amiga"? no, no podía llamarla de esa forma era una mera conocida con la que compartía su apartamento.



— Anímate Lau —se acercó clavando su codo juguetonamente en las costillas de la pelinegra— ¿No tienes hoy día una cita con tu psicólogo? —señaló con cierta picardía para intentar levantar su ánimo.



— Sí —contestó Lauren desganada mientras sacaba la caja del cereal y se sentaba a su lado.



— ¿Te paso la leche? —cuestionó la pelirroja enérgica a punto de tomarla.



— No gracias


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⏰ Última actualización: Dec 09, 2019 ⏰

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