𝔇𝔦́𝔞 12. ℭ𝔞𝔰𝔠𝔞𝔟𝔢𝔩𝔢𝔰

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Sintió cierto grado de alivio y suspiro tranquila, mirando fijamente un punto vacío de la sala, tenía una mueca de amargura pintada en su adorable rostro, sintiéndose totalmente ida de sí. En verdad no quería tener contacto con nadie durante un largo rato.

No era común en ella. Normalmente Zigzeit era amigable y le gustaba estar rodeada de personas y conversar con ellas. Pero este no era el caso, ahora mismo se sentía exhausta y hasta decaída, al parecer es lo que compartía en común con sus hermanos. Había momentos donde podían sentirse tan decaídos o deprimidos y se encerraban sin querer ver a nadie.

No deseaba molestar a ninguno de sus hermanos, por lo que prefirió lidiar con esto ella misma, aprender a superar las cosas por cuenta propia sin la necesidad de tener el apoyo de las demás personas. Abrazo con fuerza sus piernas y enterró su húmedo rostro en sus rodillas.

Una delicada mano sobre su cabeza la tomó por sorpresa, se levantó rápidamente del sillón y creó distancia. Bajo la guardia al ver que era su hermana mayor Coreal, sintiéndose más animada que antes.

—❝¿Qué ocurre terroncito?, ¿Por qué ese rostro tan fúnebre?❞—.

La castaña mostró gran preocupación por su hermanita, quien trato de verse un poco más alegre pero no era del todo sincera. Solo volvió a poner una mueca triste y a jugar sutilmente con sus manos. Las dos se sentaron en el sofá a conversar un rato.

La rubia seguía algo distante y poco alegre, pero eso le dio una idea a Coreal, se levantó y se retiró por unos segundos, regresando a los minutos con una pequeña caja. Eso avivo la curiosidad de la rubia, quien se acomodó en su sitio y miró a su hermana. Dentro de la caja había unas esferas brillantes, de un color dorado puro, una cinta roja uniéndolas en la parte superior en forma de moño.

Eran unos cascabeles, eran muy bonitos, a Zigzeit le gustaban los cascabeles, el sonido encantador que podían hacer si se sabía cómo hacerlo, le traía recuerdos de cuando era una niña, y eso finalmente levanto su ánimo. Mostrando una sonrisa sincera, abrazo a su hermana y se acomodó junto a ella, la castaña acariciaba los largos y rubios cabellos, beso su frente y siguió jugando con los cascabeles.

El día estuvo tranquilo, ambas pasaron un tiempo de calidad de hermanas, Zigzeit se dio cuenta de que eso era otra cosa que le hacía parecerse a sus hermanos, siempre tenían a uno de ellos como pilar de apoyo, siendo capaces de animarlos hasta en los momentos más serios. Y eso le agradaba.

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Winter.Where stories live. Discover now