; P a s i l l o s.

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—E-espera, Russ, no puedo más...—gimoteaba el joven país a su compañero, con apenas audible vocecilla, producto del agotamiento que sus extremidades sentían en ese momento. Sus piernas tiritaban, involuntariamente, mientras que su respiración, agitada, le dificultaba evocar oraciones coherentes y completas. Estados Unidos sentía que perdería el conocimiento en cualquier segundo si continuaban en aquella situación; mas la falta de contestación por parte del caucásico le confirmó, para pésima suerte suya, que no sería pronta la conclusión a su, ya prolongado cometido—R-Russia...

—Creo que se dirigieron a ese pasillo, ¡no deben estar lejos!

Dos, tres, diez, realmente no sabía cuánto tiempo era el que invirtieron en aquella carrera, que si bien había iniciado como un inocente juego, el ahora resultó tan distinto que ambos países temían lo que llegaría a suceder si el personal llegaba a encontrarlos. Rusia, en ningún instante, alejó la mano del contrario, la cual se hallaba entrelazada, con fervor, a la suya, y aunque ambas probablemente rebozaban en sudor, se negaba a soltarla. Incluso había considerado, debido a la magnitud de la ocasión, cargar en su brazos el cuerpo de su amado, quien, dedujo, no sería capaz de soportar otro minuto más realizando aquel agotante ejercicio físico; Estados Unidos de América no estaba habituado a tales entrenamientos.
Finalmente, y luego de recorrer otro par de pasillos más, cuando confirmó su privacidad, dado que no oyó las voces de sus perseguidores próximos a su ubicación, decidió detener el paso. Ocultos entre enormes pilas de cajas vacías, el euroasiático concentró toda su atención hacia el país de menor tamaño, quien se encontraba tan exhausto, que, apenas el ruso se detuvo, cayó rendido sobre los cartones, tratando de controlar su agitado respirar.

—  Прощение— el de menor edad expresó, con sincera preocupación, e inmediatamente se acercó al contrario y, con las mangas de su camisa, comenzó a secar las gotas de sudor que recorrían su encendido rostro, con tal delicadeza que América se sentía como una muñeca de porcelana. El singular tacto por parte de su pareja era, en demasía, adorable— Te llevaré en mis brazos, ¿está bien?

—N-no es necesario.— respondió, cansino, y, con rapidez, le expresó una pequeña sonrisa, mientras Rusia continuaba acariciando sus mejillas.  Intercambiando miradas profundas, tomó, América, entre sus manos, el tacto del contrario; cubriéndola por completo, en un gentil y parsimonioso gesto, posó sus labios sobre ella, repartiendo una y otra vez pequeños besos. Aquellas palmas tibias y suaves, donde lograba encontrar sosiego, le encantaban; Rusia no dejaba de sonreír ante el accionar del mayor, sus cortos y continuos toques le provocaban un ligero cosquilleo, aunque muy agrable, no quiso que ese instante acabase. Le miraba, contemplaba, le enamoraba cada facción suya y, muy probablemente, ido en sí, había perdido la noción del tiempo. Sin embargo, para cuando concluyó, en un efímero movimiento, casi involuntario y tal vez con desespero, eliminó la distancia que existía entre ellos, sellando su labios sobre los de Estados Unidos, quien le correspondió, aunque sorprendido, con ambas manos sobre su pecho, aferrando sus dedos entre la camisa del contrario, personaje que proseguía brindándole mimos en su semblante; y, entre beso y beso, comenzó a extraviarse la dulce inocencia con la que comenzó; acto seguido, rodeó sus brazos alrededor de la espalda del menor , quien, con lentitud, se posicionaba por encima de él, colocando una de sus extremidades inferiores entre las piernas del cincuenta estrellas, logrando ludir su intimidad, con peligrosa fijeza. Sus manos comenzaron a descender, con parsimonia, hasta llegar al abdomen del contrario, donde comenzó a introducir, por debajo de sus prendas, su, ahora, ardiente tacto. América soltó un suspiro espontáneo para cuando sintió los roces de su pareja en particular zona, y, por segunda vez, su rostro adoptó el intenso color carmesí.

Wait, n-no...—musitó con temor, una vez que separaron sus rostros, cuando advirtió la viveza del ruso. Estados Unidos no estaba acostumbrado a tales caricias y mucho menos a sentir aquel singular calor sobre su cuerpo. Si bien era cierto, no le desagradaba, mas aquella sensación desconocida para él le parecía incorrecta, por cual comenzó a tener miedo, pánico de lo que podría pasar si no lograba dominar sus impulsos. Desvió su mirar, con nerviosismo y, apenado, quiso evitar conectar con el menor, una vez que concluyó que le había fallado.

Все нормально —Rusia relamió sus labios y, con una diminuta sonrisa, llenó de besos la frente y mejillas del norteamericano. Había percibido su pensar, por lo que no perdió segundo alguno en corregir aquello— Jamás te obligaría. Я буду ждать тебя, я люблю тебя.

Los ojos de América comenzaron a producir pequeñas lágrimas cuando escuchó tal declaración, asintió, asintió con rapidez y seguidamente se aferró al pecho de su amado, ocultando su encendido rostro entre este, murmurando pequeñas oraciones tan tenues, casi inaudibles, pero no lo suficientes como para que el ruso lograra comprenderlas, mismo que repartió más gestos de su inmenso cariño, tantos que Estados Unidos creyó estar en el Edén por la euforia que sentía en aquel momento. Liberaba dulces risitas, que luego serían acompañadas por las contrarias, sumergiéndose en un ambiente tan cálido y apacible, olvidando así la razón por la cual llegaron a tal situación, o tal vez, simplemente, le restaron importancia, pues ahora lo que les interesaba era disfrutar cada segundo que transcurrían unidos.

Can you tell me again?—musitó, mordiendo sus labios, sin dejar de mirarle tal cual niño a su progenitora, colmado de amor.

Rusia sonrió, aferrando aún más el delicado cuerpo del americano contra el suyo, y posó un mimoso beso sobre su frente; declaró:— Te amo, Estados Unidos.

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Menos de 1000 palabras, estoy sorprendida (?) Ya no se me ocurrió que más agregar, pero creo que ha quedado bien, jsjsj. Bai. 💕

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