Mordidas de 30 minutos

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MORDIDAS DE 30 MINUTOS

Se recomienda colocar una playlist de canciones lujuriosas para poder sentirse en atmósfera.

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Cuando lo vio frente a él, no dudó en fruncir el ceño y colocar un gesto despectivo.

Ignorando completamente que se encontraba cayendo por el inmundo vació, oscuro y siniestro, dejó de gritar los primeros dos minutos, y ahora, con el Hechicero Supremo frente a él, simplemente se le calmaron sus ganas de gritar.
Como si ambos se entendieran sin siquiera hablar, Stephen Strange se llevó a Loki a un lugar más privado y formal. Oscuro y silencioso.

—Veo que Thor no ha venido solo —dijo Strange, de un modo serio—, ya decía yo que era extraño verlo solo.
—¿Y tú? —preguntó Loki—, ¿qué se supone que eres?
—Soy el Hechicero Supremo, Stephen Strange.
Loki, recuperando su respiración, sonrió con vacilación.
—Un mago —dijo sin más.
Strange sonrió de igual modo.
—Soy un superior a ti.

La risa ponzoñosa de Loki le taladró los oídos.
Strange se llevó una mano a las cienes y las consoló con un suave masaje, viendo como Loki era capaz de mostrarse ahora tranquilo, juguetón y a la vez tan amenazante que brillaba con luz propia.

—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Loki, caminando a inspeccionar la oscuridad.
—Vienes a la Tierra —explicó Strange—, y me pareces amenazante.
Los ojos de Loki desbordaron una chispa alucinante.
—¿Amenazante para qué? —cuestionó—, ¿tu heterosexualidad?
Fue el turno de Strange de soltar la risotada.
—Mis preferencias están muy bien arraigadas, créelo —aclaró.
—Se nota por el modo de tus divinas botas.
Strange quiso mirar a sus pies, pero logró contenerse.
—Son botas comunes y corrientes.
—Según para quién.
—Ni siquiera estamos hablando de ello —exclamó Strange exasperado.
—Es culpa tuya.
—¿Culpa mía? —preguntó Strange, indignado—, ¿por qué mía?
—Por mirarme fijamente a los ojos.
—Para demostrarte que no asustas a nadie, ni aunque te lo propongas.
—¿Y ahora por qué crees tú que me propuse asustarte? —se burló Loki—, eso quiere decir que, ¿en realidad te asusté?

Strange entornó los ojos, molesto, más que nada porque creía que estaba perdiendo el tiempo con un ser que no valía exactamente la pena.
Y admitía el "no exactamente" puesto que, aunque costase creerlo, Loki era digno de ver. Haciendo a un lado lo insoportable que podía llegar a ser, era atractivo, y sus ojos te engatusaban de tal forma que debías mantener distancia y una cordura firme.
Decidió no seguir jugando al juego que estaba utilizando Loki en él.

—Anda —alentó Strange—. Sigue hablando, probablemente se me antoje engraparte la lengua.
—Muy bien —asintió Loki—, hazlo.
Loki abrió la boca y enseñó la lengua, rojiza y limpia para Strange.
Strange estaba sintiendo cosas que no debía al ver esa lengua.
—Cierra la maldita boca, Odinson.
—Uh —se quejó Loki—, eso es un golpe extremadamente bajo, Strange.
—Si quieres que te de un golpe en verdad bajo y sucio —amenazó Strange—, deberías seguir siendo impertinente.
—¿Eso quiere decir que quieres que use mi lengua?

Frunció el ceño, y moviendo ligeramente las manos hizo que varios lazos de metal rojizo sujetasen con rudeza y bestialidad las muñecas de Loki, haciéndolo jadear de la sorpresa, ya que se arrepentía internamente de no haber podido predecir eso.
Strange se acercó a él y sonrió con victoria, mientras intentaba descifrar el rostro de su ahora acompañante.

—¿Qué sucede Loki? —preguntó Strange—. ¿Te comió la lengua el caballo?
Loki entornó los ojos con sumo fastidio.
—En primera —comenzó—, eso del caballo ni siquiera fue real, y en segunda, bien te hubiese gustado a ti comerme la lengua.
Strange alzó la vista y vio las muñecas de Loki colocarse rojizas, más intenso con cada minuto que transcurría.
—¿Por qué haces eso? —preguntó Strange volviendo a mirar a Loki directamente a los ojos.
—¿Hacer qué?
—Tus intentos de seducción tan fallidos que quiero reírme de la pena.
Loki movió su cabeza para hacer que su cabello se hiciese hacia atrás, dejando ver el bien planchado y arreglado cuello de su camisa negra.
—A lo mejor y he estado en abstinencia tanto tiempo que se me antoja comerme a un mortal.
—Eres repugnante.
Cuando Strange negó con la cabeza, aparentemente asqueado, Loki sonrió, para después relamerse los labios con esa lengua, maliciosa y alentadora suya.
—Ningún ser viviente se me resiste, doctor Strange.
Strange, que bien pudo haberse negado rotundamente a seguir en los trucos de Loki, solo se quedó ahí.
Solo.
Solo.
—Ningún ser con capacidad para razonar desearía revolcarse contigo, Loki —dijo Strange al fin.
—Para tu inocente información, me he revolcado con muchos seres pensantes superiores a ti, imbécil sabandija —se dejó caer sobre sus rodillas, sin inmutarse por el rojizo placer en sus muñecas—. Lucifer quedó encantado conmigo y mi divina lengua.
—¿Lucifer? —aunque Strange no hubiese querido, se mostró sorprendido.
—Es un diablo con mucha creatividad, ¿sabías?
—Por favor no me lo cuentes.
—No, no lo haré —aceptó, para al final proseguir—, podría mostrártelo.

Mordidas de 30 minutos [Strangefrost]Where stories live. Discover now