Daniela Calle.
Normalmente en situaciones donde nos sentimos cansados, fatigados y estresados, nuestro sistema de autodefensa suele dar aparición de forma automática e inevitable.
De esta forma me encontraba esa mañana, me sentía paranoica sin sentido alguno, tenía la leve impresión de que algo malo podía suceder, cuando quizás todo esté marchando bien y yo cometa algún error que cambie el rumbo solo por mi paranoia. Lo que claramente no podía permitir, al menos no aquí... mucho menos con el aquí.
Es como ha funcionado desde hace unos años, cuando todo cambio, cuando ellos intentaron decidir sobre mí sin siquiera tener la decencia de avisarme, era una chiquilla que estaba dispuesta a joder su vida con tal de ser feliz. Por eso no me presente a su boda y eso solo desencadeno más caos a nuestro lazo por naturaleza.
— Daniela, que gusto verte después de tantos años — menciono con voz chillante la última persona en el mundo a la que podría tolerar justo ahora — ¿Volverás a hacer alguna rabieta? ¿Tenemos que cerrar las puertas con seguro? — continuo hablando, generándome un dolor de cabeza.
Miranda Kaplan era una mujer bastante atractiva, piel morena, estatura poco arriba del promedio, cabello lacio oscuro llegando hasta su cintura, tenía un estilo elegante, siempre nítida y a primera vista, luce como toda una mujer carismática. Lo que es el primer error que cometen, ella es un dolor de cabeza, un grano en el trasero, pero no uno simple, sino uno de esos que sientes que jamás desaparece.
Ella era la nueva esposa de Germán desde hace unos años, mujer por la que mi relación con él se estropeó por completo. Todo surgió cuando ella me encontró dándome unos inocentes besos en mi cuarto de hotel con una chica que conocí, su nombre era Candan.
Candan y yo nos conocimos en Estambul, ella era la hija de los dueños del hotel donde nos hospedábamos en las vacaciones improvisadas para conocer a la familia de Miranda Kaplan. Para no hacer el cuento largo, una noche en donde solo caminaba por el hotel para matar el insomnio me tope con ella, charlamos y nos empezamos a llevar muy bien. Y en los pocos días que restaban para nuestra partida de Estambul, Candan y yo nos volvimos amigas, hasta el punto donde quisimos reforzar la amistad por decirlo de alguna forma.
La última noche como despedida decidimos besarnos, fueron solo unos inocentes besos que jamás habrían pasado más, era algo cero grave, pero Miranda entro a mi habitación sin siquiera tocar... cachándonos con las manos en la masa. En otra circunstancia no hubiese existido un problema, pero yo aún no había salido del closet con mis padres, por lo que cachar a tu hijastra con la hija de los dueños del hotel era abominable, según Miranda.
Lo primero que hizo fue gritar, lo que provoco que Candan y yo nos separáramos de golpe con mucho gay panic, lo segundo fue lo que dijo "Niña impura, ya entiendo tus comportamientos inapropiados. De esto se enterará Germán, Daniela, ¿Cómo puedes hacernos eso? ¿Para esto quisiste quedarte a vivir con él? Pudiste irte con tu bastarda madre, pero no, eres tan egoísta que solo pensaste con la mente en el diablo. Mis futuros hijos no van a vivir con una lesbiana como tú." Sus palabras recuerdo que provocaron mucho terror en mí, no sabía como decirle a mi papá que me gustaban las chicas, por lo que lo pospuse por meses y al parecer iba a darse cuenta de la peor forma posible, así que esa noche después que Miranda me gritara y se fuera dejándome destrozada frente a Candan, quien no se marchó, sino algo peor... me miraba con lástima, aunque también con cariño por lo que recuerdo me abrazo y me permití llorar. Lo que nos lleva a la tercera cosa de esa noche... mi única solución como una adolescente de 17 años asustada, fue el planear huir y lo hice, pero en mi intento nulo de, Candan le dijo a Juliana y bueno ella me encontró y lo demás solo empeoro cuando Germán no solo se dio cuenta de mis encuentros con Candan, sino que escape.
ESTÁS LEYENDO
Coincidimos
FanfictionLos fantasmas del pasado que jamás me sueltan, mis miedos disfrazados de seguridad que son mi escudo para el mundo. Años y años de no permitirme soltar, pero llegaste tú e hiciste que todo eso que estaba perfectamente calculado se fuese por el drena...