No, nunca se detiene. Sigue y sigue. No se para a saludar y mucho menos para despedirse, solo corre. No le importa lo que deje en el camino, él avanza.
Quisiera que se detuviera al menos una sola vez.
Quisiera solo tener una oportunidad para alcanzarlo, sostenerle de la mano, avanzar un rato con él, para luego, hacerlo voltear. Dar la vuelta atrás, hacerlo retroceder, hacerlo ver, ponerlo a observar todo lo que deja atrás con cada largo paso que da.
Odio recordar todo lo que hice en ese momento en el que no pensé, en el que solo quise hacer lo que me convenía, lo que me placía. En ese preciso segundo en el que me dejé llevar para que un par de horas tomaran el control de mí. Tiempo después, al despertar, ya no era la misma. Había cambiado, entonces, ya no pensaba igual y me arrepentí de todo. Pero ahora no dejo de pensar en que si no lo hubiera hecho, tal vez, me arrepentiría entonces de ello.
El tiempo se regala a personas importantes, a acciones importantes; escogerlas está en nuestras manos (supongo).
Septiembre 20, 2.013 (4:29 PM)