𝔐𝔞𝔩𝔡𝔦𝔱𝔞 𝔗𝔢𝔫𝔱𝔞𝔠𝔦𝔬́𝔫 «Uchiha Itachi»

Prólogo

Mika siempre tuvo lo que deseó, eso la llevó a la perdición. Sus padres tenían dinero, demasiado para ser exactos, por lo que nunca le faltó nada. O eso es lo que ellos pensaban.

Le compraban todo lo que pedía y cumplían sus caprichos, y ella no tenía resentimientos en admitirlo, lo disfrutó como nadie. Pero llegado el momento de su adolescencia no hubo nada que la moleste más que el asqueroso dinero. Es grandioso tener lo que quieres con solo un par de billetes, pero no es para nada agradable cuando solo tienes lo que quieres y no quien te quiera.

Le llevó un tiempo descubrirlo: sus padres no la atendían, su hermano solo vivía para él, sus amigas no eran amigas y sus calificaciones correspondían a cuánto dinero existía de por medio. Nada era de ella y ella no era nada.

Cuándo los ánimos no le permitían salir de su mansión fue que recibió un regalo: Le asignaron un profesor. Lunes, miércoles y viernes el joven adulto la visitaba durante tres horas antes de irse con la billetera llena a su hogar con su mujer e hijo recién nacido. Al primer día el le demostró tomar su trabajo en serio y fue la primera vez en encontrarse frente a un desafío que fue mucho más allá de lo que cualquiera hubiese esperado.

En un principio recibía tarea extra si no cumplía con sus deberes, luego le demostró que no tenía pudor en ponerle una mala nota, era la primera vez que no recibía lo que quería: cayó ante él. Para el final, era su amante.

La expresión de sus padres al enterarse de lo ocurrido fue magnífica a los ojos de Mika. Le sacaron su juguete humano, pero ellos se volvieron su nueva diversión. Hizo todo lo que estuvo en sus manos para enfurecerlos, ¡La estaban notando! ¡Ella se sentía realizada, había llamado la atención de su familia!

Pero la felicidad es finita.

Poco tiempo después no lo pudieron seguir soportando, necesitaban ayuda. Su solución: Konoha. ¿Dónde recibiría más disciplina que en una academia ninja? Solo hicieron falta unos pocos papeles, muchos billetes y listo.

Se habían desecho de Mika.