Existen personas que sufren de insomnio, ya sea de manera frecuente, moderada o casi nula. Matthew sufría insomnio, aunque no era muy grave. Algunas veces se quedaba despierto hasta las 3 de la mañana, otras hasta las 4 y en los más graves, solo dormía 2 horas al día
Pero esta vez no fue así, después de trabajar y acostarse en la cama cayó en un profundo sueño. Durmió 8 horas hasta que su despertador sonó. Hacía un sonido bastante peculiar, era una especie de campana de iglesia que a la vez sonaba como las que hay en las escuelas, de las que indican el cambio de hora o de clase. En total el despertador repitió el mismo sonido 6 veces seguidas hasta que se apagó solo. Se supone que se posponía la alarma por 5 minutos y después volvería a sonar, pero ese despertador ya no funcionaba tan bien como antes, después de casi 6 años de uso prácticamente había perdido esa función. No era la primera vez que sucedía, ese fallo era el responsable de que Matthew no despertaba a la hora que debía, llegando tarde a cualquier lugar que tenía planeado ir, incluyendo el trabajo.
Matthew tuvo que despertarse por su cuenta, abrió los ojos y después estiró los brazos hasta donde pudo, volteó a ver el despertador tranquilamente para después levantarse de la cama de manera casi instantánea. Eran las 9 de la mañana, para cualquier persona sería temprano aún, pero él debía de haberse despertado a las 8 para llegar al trabajo a las 9. Normalmente se bañaba por las mañanas, pero esta vez no lo hizo, sólo se vistió, tomó sus cosas y se fue
"maldita sea, debo cambiar ese despertador" pensó a la vez que encendía el coche, lo gracioso es que venía diciendo lo mismo desde hace 3 meses y nunca lo cambiaba. Avanzó el coche y se dirigió al trabajo. Mientras llegaba su mente comenzó a imaginar en el regaño que recibiría de su jefe, más aún porque no iba a trabajar, sino porque iba a mostrar resultados de lo que había estado trabajando hace 2 meses. Su jefe era una persona que no toleraba el más mínimo error en el trabajo, una persona que fácilmente todos sus empleados podían odiar, él quería un trabajo meramente perfecto
Matthew llegó al edificio donde trabajaba a eso de las 9:30, tuvo suerte de que no había tráfico por las calles, de ser así habría llegado casi a las 10. Pero aún le quedaba subir al tercer piso y para su mala suerte, el elevador no funcionaba, no tenía más remedio que subir por las escaleras. A Matthew le fascinaba contar cada peldaño que subía como un niño pequeño, era algo ridículo teniendo en cuenta que él tenía casi 30 años, más específicamente, tenía 27. Finalmente llegó al tercer piso y contó 60 peldaños en total, 30 por piso
- Buenos días - Dijo Matthew dirigiéndose a Susan, la asistente de su jefe. Ella no era la típica asistente con cara larga, arrugada y que siempre reflejaba molestia y disgusto por su trabajo, Susan era todo lo contrario, era joven y siempre se le veía feliz con su trabajo
- Buenos días Matt - respondió con una sonrisa en el rostro - Llegas tarde otra vez, es la tercera en la semana - Aquella sonrisa de borró y fue remplazada por una cara de preocupación
- Sí, lo sé pero mi despertador sigue en las mismas
- ¿Hoy presentas resultados? - Preguntó Susan sin hacer caso al comentario de Matthew
- Si, desafortunadamente si
- ¿Estás nervioso?
- No, no claro que no - respondió Matthew mientras ordenaba algunos papeles que tenía en su portafolio. Mismos que cayeron al suelo producto del temblor en sus manos - Bueno si, un poco - rectificó. Era evidente que estaba nervioso, aunque se negaba a aceptarlo
Recogió las hojas del suelo y las ordenó rápidamente, no quería perder más tiempo. Se puso de pie, se acomodó la camisa y se despidió de Susan a la vez que se dirigía a la oficina de su jefe. Tocó a la puerta 2 veces esperando una respuesta para poder pasar. Pasaron unos segundos hasta que la gruesa y áspera voz de su jefe respondió con un "pasa, está abierto". Matthew giró la perilla de la puerta y la abrió, entró y volvió a cerrarla. Su jefe ni siquiera volteó a ver quién entró, estaba escribiendo sobre una hoja con su lapicero negro. Era un lapicero pequeño pero el diseño era maravilloso, era totalmente negro, excepto porque tenía su nombre grabado con letras doradas escritas en cursiva "Ryan", el botón que sacaba la punta del lapicero, y que a la vez la ocultaba también, también era dorado, pero era un poco más claro. El mismo lapicero se deslizaba sobre el papel como un cuchillo cortando mantequilla, sin duda un lapicero que cualquiera querría tener
- Lindo lapicero - comentó Matthew. En su tono de voz era evidente su nerviosismo, aunque de cierta manera trataba de ocultarlo
Ryan no hizo caso de su comentario, ocultó la punta del lapicero usando el botón y lo dejó a un lado de la hoja en la que escribía, se quitó los lentes que ayudaban a su desgastada vista a leer, y finalmente juntó sus manos apoyando sus codos sobre el escritorio, parecía que iba a rezar o algo parecido
- ¿Qué quieres Matthew? - Preguntó con molestia - ¿Acaso no ves que estoy ocupado?
Matthew pensó que era estúpido que lo dejara pasar estando ocupado, era obvio que el viejo Ryan tenía algo contra él
- Bueno... yo... - Respondió Matthew. Las palabras se le escapaban de la boca y salían entrecortadas, la mirada molesta de Ryan lo ponía más nervioso. Primero lo miró a los ojos, cosa que después desearía no haber hecho, era una mirada de molestia y odio a la vez que incluso para un hombre de casi 30 años resultaba aterradora. Dejó de mirarlo a los ojos y bajó su vista al suelo - Vine a mostrar resultados y avances de mi trabajo señor - respondió finalmente de manera fluida sin dejar ese tono de nerviosismo
- ¿Se puede saber por qué a esta hora? Debió de haberlo hecho hace 30 minutos
- Bueno... Me desperté tarde señor, mi despertador ya no...
- Eso no me importa Matthew - Interrumpió Ryan. Era estúpida la forma en la que el mismo se contradecía. Matthew dejó de estar nervioso de un momento a otro, y pasó a estar molesto, lo cual es entendible ya que como se mencionó antes, Ryan es una persona muy fácil de odiar. Al parecer le gustaba ser odiado - Aquí hay un horario para todo y ese mismo horario debe ser respetado
- Me disculpo, no volverá a ocurrir
- Claro, de eso estoy totalmente seguro, si vuelve a suceder simplemente lo despediré sin pensarlo
Matthew no respondió pero quería decirle algo como "Jódete, maldito viejo"
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Blood
Mystery / Thriller4 personas aparecen de manera misteriosa en una cabaña desconocida de la que sólo pueden salir reuniendo 10 litros de sangre, tienen poco tiempo antes de morir de hambre o de sed y poco a poco se ven presionados por la gran necesidad de salir y sobr...