Recuerdo exactamente todo, desde que la conocí hasta que decidí irme sin despedirme.
Fue la mañana del 23 de abril. Estaba sentada tomándose un café, leía un libro que a mi parecer era uno de los mejores que había leído. Se notaba serena pero feliz, concentrada pero impaciente al saber que vendría después, y sus gestos me daban la sensación de que estaba metida totalmente en la historia.
Quería acercarme desde el instante en que supe que ella estaba a dos mesas de mí, pero los nervios me invadían. ¿Será amor a primera vista lo que siento? La verdad no lo sé, aun así tome el valor y me acerqué.
-Hola, ¿Cómo te llamas?- Exclamé sin pensar lo tonto que me podía ver.
Levanto la mirada hacia mí y con una pequeña sonrisa respondió:
-Hola. Me llamo Grace, ¿Y tú?-
Mi corazón latía muy fuerte, sentía que se iba a salir de mi pecho.
-David, un placer.- Respondí con una voz tenue, pero por dentro me moría de nervios.
Ahí comenzó todo, hemos sido mejores amigos desde esa pequeña conversación. Ha pasado 1 año y unos meses pero jamás he tenido la fuerza para decirle que estoy enamorado de ella. Me da miedo perderla. Realmente Grace se volvió tan importante en mi vida, que no veo un futuro sin ella a mi lado.
Sin embargo he tomado la decisión de irme lo más lejos posible. Aunque me rompa el corazón y mi mente me pida a gritos que me quede no puedo hacerlo.
Me iré a la guerra y no sé por cuanto tiempo.
Estoy a dos días de partir, no he hablado con Grace desde hace una semana. No contesto sus mensajes ni llamadas. Si esto es sufrir por amor prefiero sufrir en el infierno.
Estos días sin saber de ella me han ayudado a pensar ¿Me despido o no?, ¿Me quedo o me voy?, pero la verdad es que no hay respuesta para ninguna de esas preguntas.
Lo que si se, es que extrañaré sus ojos color miel; su cabello castaño claro; la sonrisa con la que llegaba a todos lados y su eterno, profundo e indescriptible amor por los libros. Es la última noche en mi hogar, mi familia solo sabe que me voy de viaje y que todavía no decido cuando voy a regresar. Lo único que les pedí fue que no le dijeran nada al amor de mi vida, ya que si se entera que me voy sin avisarle me mataría antes de montar en el avión. Ha llegado el día...
Llevo conmigo una foto de ella, pues es el único motivo por el cual debo o quiero volver acá. Mientras veía el sol por la ventana del avión, las lágrimas de mi corazón roto rodaban por mis mejillas y solo recordaba una frase de Morat que mi madre me había dicho antes de partir:
-Y aunque adviertan al soldado, si está enamorado en guerra morirá-
Tras recordar esa frase. Solo pude decir tres palabras:
-Adiós, te amo...-
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¿Me quedo o me voy?
RomanceDos mejores amigos, deciden separarse por una mala jugada del amor. Él busca un infierno menos doloroso y ella trata de vivir con un olvido sin explicación.