Las veces que lloró puede ser proporcional a las veces que él le lastimó, pero nunca igual al amor que recibió.
Entregó, más nunca obtuvo. Tampoco es que tuviera pretensiones o interés, era solo que la sed comenzaba a secarle la boca ansiosa de ese típico gusto dulce de un amor entregado.
También se recuerda haciendo todo lo posible por salvar los pedazos de su relación junto con los de su corazón, incluso soportó y hasta luchó más allá de sus límites. Todo eso para solo hundirse en la desesperación de cada fracaso.
Y lloró, quizá cada día, quizá cada noche o quizá ya por costumbre.
Era lo que él le decía, que lloraba por gusto, que lo hacía por chantaje. Que solo era muestra de debilidad.
La expresión siempre era rígida y afligida. Las cejas caídas al final y acercándose lo más que se podían juntar, pómulos marcados y tensos, los labios subían y si no los mordía el inferior amenazaba por temblar. Y todo eso solo podía definirse en una sola palabra: dolor.
—Oh no, no de nuevo. Ya no eres un niño, Kim NamJoon.
Le daba vergüenza que las lágrimas corrieran sin consentimiento, que insistieran por más que se las limpiara con la manga.
—Lo siento... Lo siento.
Qué tan miserable tenías que ser para disculparte por una reacción natural, para ser recriminado en vez de consolado. Para ser herido en vez de amado.
Pero no era eso lo que más hacía sentir miserable a NamJoon, si no, no ser capaz de dejarlo.
Porque NamJoon podía sufrir por la noche, maldecirlo sin cansancio en la madrugada, pero volvía a amarlo por la mañana.
Siempre olvidando, siempre fingiendo, siempre cediendo.
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—Cariño, ya despertaste.Como en esa mañana que se había levantado temprano solo para preparar con toda su adoración el desayuno para SeokJin, como tregua. Para demostrar un poco de su amor incondicional y que aún sin cansancio estaba dispuesto a olvidar y perdonar.
—No, seguro estoy caminando dormido —contestó. Siempre de esa manera burlesca. SeokJin tenía un timbre de voz dulce, apacible, pero que precisamente sabía bien usar para sonar irónico, hiriente.
Las manos de NamJoon, ocupadas en la comida, se habían detenido, con dolor por esa respuesta seca más no con sorpresa. A esas alturas ya nada le sorprendía, los malos tratos y palabras filosas eran de día con día; así que las ignoró, asintió y sonrió. Trataba de dejar atrás aquel episodio amargo de peleas destructivas. Siempre creía que quizá podría ser la última y comenzarían a vivir en el cuento de hadas anhelado, eso cuando se ponía de enamorado soñador, con ilusiones en remolino. Cuando entendía y se conformaba, solo le quedaba la esperanza de algún cambio y el cese de sus discusiones. Pero nunca era realista, ni por poco ni de cerca, porque el realismo era comprender que SeokJin no cambiaría, que era dañino y destructivo.
Y llenarse de mentiras a veces calienta hasta los corazones más hambrientos. Porque la falsedad es esperanza y el anhelo ignorancia.
—¿Quieres queso esta vez? —Alcanzó la barra nombrada, con normalidad y una sonrisa. Trataba de apurarse para que su SeokJin pudiera desayunar con calma antes de irse a trabajar.
—¿Eh?
—En el omelette —le aclaró. NamJoon nunca desesperaba, emanaba esa tranquilidad imperturbable y disposición fiel y entera a guiar hasta a una hormiga en un laberinto—. A veces quieres y otras no se te antoja.
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Look what you made me do · ﹝ᴊɪɴɴᴀᴍ﹞
Fanfiction❝NamJoon podía sufrir por la noche, maldecirlo sin cansancio en la madrugada, pero volvía a amarlo por la mañana❞. ▭▭▭▭▭▭▭▭▭▭▭▭ ❖Two shot ❖Violencia ❖Angst ❖Namjoon bottom