POEMAS BIEN GEIS

Manchas negras.

     Era de noche cuando yo comencé a escuchar esas malditas voces que me decían que volviera a la realidad,
yo me pregunte mil veces "¿realidad? acaso no estaba despierto y todo lo que vivía era un simple sueño"
Intente dormir pero era inútil, esas voces seguían atormentando mi alma y mi corazón.
 
     Estaba completamente decepcionado de mi mismo, ya que  siempre logro conciliar el sueño.
Baje de la cama y el piso estaba congelado, esté tenía congeladas todas aquellas lágrimas que derrame al enterarme de que habías perdido tu alma y que está había volado hacía el cielo. Seguí caminado por  aquél pasillo tan estrecho que mis pulmones se hacían como una copa demasiado delgada la cual podría romperse con tan solo verla, esto hacía que mi boca comenzara a querer succionar aquel pasillo adornado con miles de cuadros en aquellas paredes negras y sucias.

     Mi vista se tornaba borrosa al igual que la ciudad cuando las nubes desean visitarla y ocasiona una gran y esplendorosa niebla fría. Mis pies ya no tenían equilibrio alguno, al parecer se sentían tan pesados como si intentara cargar doscientos bloques de piedra en cada pie; por más que intenté seguir corriendo hacía aquella puerta al final del pasillo, no pude hacerlo.

     Regresé a mi cama jadeando fuertemente después de aquél momento. Tiré mi cabeza encima de la almohada, mi respiración comenzaba a regularse, los labios estaban resecos, era obvió que terminarían.

      Al fin pude quedarme dormido. Desperté por la mañana muy agotado, intente abrir mis ojos pero lo único que veía eran manchas negras, aquellas manchas comenzaban a esparcirse rápidamente como agua en el piso. Rápidamente corrí hacía la cocinar a buscar un cuchillo, el cual término en mi corazón.

     Al parecer tu alma estaba tan sola que decidiste robarte la mía.

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Gracias y chao.