Toda su vida a sido un imán de problemas, Izuku nació con el pie izquierdo y desde que vio la luz del sol primera vez el destino se burló de él. Todo en su vida era problemático: Sus alergias, su trabajo, su no-hermano mayor Bakugo. Pero hoy es Hall...
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Siempre había sido un imán de problemas, no porque se lo buscara ¡todo lo contrario! Midoriya hacía de todo para evitarlos, pero hay veces en que las personas nacen con mala suerte. Y ese era el caso de Izuku.
Estaba casi seguro de que el destino jugaba con su vida y solía enviarle siempre por el camino donde estaban los brabucones, las calles estaban inundadas, donde estaban perros rabiosos sueltos listos para devorar a mordidas a cualquiera que se le cruzase. Ese era la vida de Midoriya Izuku, un chico de 23 años que estudiaba enfermería. Sin embargo, por muy mala suerte que tuviese, el destino no era del todo cruel con Izuku, no estaba solo, porque el universo le gustaba hacer bromas y la mejor que pudo idear era dejarle un ángel guardián en vida que combinase perfectamente con su ajetreada vida..., un ángel que no tenía nada de ángel, pero si mucho de guardián:
Bakugo Katsuki.
Desde que tenía memoria Kacchan había estado para él. Era como su hermano mayor, siempre protegiéndolo, curando sus heridas, gruñendo a cualquiera que se le acercase e intentase golpearlo. Le había adoptado como un hermanito pequeño viéndose en la obligación de tomar el papel de guardaespaldas. La simple razón: Izuku no era capaz de proteger ni de su propia sombra. Eso llevó a Bakugo a cuidarle siempre que el pecoso lo necesitaba; le enseñó a andar en bicicleta, le cuidaba de los fantasmas y de los brabucones. Izuku no era mal agradecido, todo lo contrario, quería mucho a Kacchan le veía como familia, e incluso Katsuki era mayor que él por dos años, cumpliendo bien el papel de hermano mayor.
El problema era otro: Kacchan era el hermano más sobreprotector que existía.
Si alguien veía a Izuku demasiado tiempo, Katsuki le golpeaba. Sí alguien mencionaba algo de Izuku, Katsuki le golpeaba. Sí alguien respiraba cerca de Izuku, Katsuki le golpeaba. Esto causo que el pecoso se volviera algo socialmente torpe y que mucha gente les temiera producto a las represalias del cenizo.
El conflicto de hermano mayor de Bakugo empeoró cuando la madre de Izuku falleció, dejando al pecoso a la deriva a los 17 años. Esto causó que el cenizo le vigilara día y noche, procurando que se alimentase bien, que no comiera comida chatarra, que se bañara todos los días, que no adoptara mascotas.
Bakugo, de hermano mayor pasó a ser su mamá, pero mil veces peor.
Y hoy en día era un dragón de mal carácter que vigilaba su torre día y noche.
—¡Listo!
Razón por lo que Izuku había tenido que recurrir a medidas drásticas para poder conocer gente...
Se vio en el espejo después de horas de trabajo intenso, al fin observó los resultados. Sus labios resaltaban con brillo, toques suaves y finos, sus ojos con pestañas postizas y la sombra sus parpados que resaltan el verde de su iris estilizando su mirada. Ante el espejo, era una chica.
—¡O-¡Ochako me estoy arrepintiendo! — chilló tímidamente volteando a ver al espejo el reflejo de su amiga.
La castaña le sonrió divertida moviendo la brocha con rimen de lado a lado. Este era su mayor logro, transformar a su mejor amigo de un rudo chico a una dulce señorita. Si tan solo no hubiesen dicho que las fotos estaban prohibidas..., ¡Demonios! ¡Se veía adorable!