Brenda.

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El taxi paro en la entrada de mi casa, le pague y tomé las bolsas con ropa y accesorios que había comprado. Hoy tenia una fiesta en la casa de una amiga, la más grande, y debía ir bien preparada.

-¡Hey!. -Reclame por el micrófono esperando un abrieran las puertas del portón. -¡No tengo todo el día!. -Las bolsas estaban pesando y nadie me abría, le diría a mis padres que despidiera a estos ineptos.

Al fin se abrió el portón y entre como pude con todas mis bolsas y cuando entre a la sala principal todas ellas cayeron al suelo.

-Papis, ¿qué pasó acá?. -Mi padre estaba con una cara de rabia inigualable y mi madre lloraba aferrada a su cartera.

-Tú padre es uno de los más grande estafadores del país, y esas bolsas que tienes, son robadas.

-No le hable así a mi hija. -Gruño mi padre, ya veía que golpeaba al policía.

-Déjalos papí, son gente pobre sin modales. -Trate de mostrarme calmada.

-Ustedes dos. -Dijo un policía señalando a mis padres. -Irán a la comisaría conmigo necesitamos seguir el procedimiento, y si todo sale bien, podrán encerrarlos pronto, y tú, irás a un hogar. No podemos dejarte a cargo de estos estafadores.

-¡No pueden hacer eso!. -Subí corriendo a mi habitación y tome todo lo de valor que pude encontrar.

-¡No me toque! Hey, yo no estaré acá. Quiero la habitación más costosa. -Dije exaltada, no podía dejar las lagrimas, esto era tan fuerte para mi.

-Esa es tu habitación, y esto no es un hotel. -Un guardia me respondio exasperado.

Entre a la asquerosa habitación y agarre mi bolso, acá estaba inundado de ladrones. Al entrar vi a un chico con muy mal aspecto que estaba sentado en una cama, en esa asquerosa cama había un bulto. Yo no viviría con estos engendros.

-¿¡TENDRÉ QUE CONVIVIR CON ESTO!?. -Grite hacia la nada, pero dirigiéndome hacía el muchacho de cabellos claros.

-¿Puedes calmarte?. -Puso los ojos en blanco y se paro y camino hacia un armario, bastante antiguo y comenzo a sacar unas especies de pijamas. Ni loca me pondría esa asquerosidad. -Es para ti, no puedes dormir con esa faldita. -Río bajito y dulcemente.

-No quiero. -Hice una mueca de asco. Era bastante tierno este pobre chico, pero era pobre, que asco.

-Yo no quiero estar acá, es complicado, llegue hoy, mi hermanito de 10 años esta durmiendo y yo estoy fatigado, podrías poner de tu parte, ponerte este horrible pijama, dormir, o hacer lo que se te de la gana, pero, por favor, calmate y callate, estoy siendo lo mas amable posible, hazme caso. Ah, y esto no es un hotel de lujo, es un hogar para niños pobres y sin tutores responsables a su cargo. -Me paso el pijama y lo ví salir por la puerta, supuse que a ponerse su pijama. Lo único que pude hacer fue abrir la boca en forma de O. Nadie nunca me hablaba así.

Me vestí y no me reconocí, si mis amigos me vieran así, se asustarían. Esto no puede pasarme a mi. Es inconcebible, yo no nací para pobre, yo nací para gastar dinero, gozar, luego casarme, formar una familia con Cristian, seguir gozando, y gastar más dinero.

-Son las 8 de la noche, es hora de ir a comer, queda en la tercera plataforma, porque el comedor principal esta lleno. -Aviso un sujeto en la puerta.

-Claro. -Sonrió el chico, mientras movía a su hermano y le susurraba que se despertara para ir a comer.

Me sorprendí lo rápido que paso el día. Camine de mala gana, decidí no tomar el ascensor, no se que me llevo a esa idea, pero quería dos minutos con mi mente, quería pensar, porque sabía que todo lo que me venía no sería nada grato. Mi vida estaba derrumbada.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2015 ⏰

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