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—¿Hasta cuándo planeas con seguir involucrándote en problemas?

El muchacho bajó la mirada y sintiéndose avergonzado por haber sido pillado. No llegó a culminar su trabajo asignado como lacayo del reino.

¿Y lo peor? No era la primera vez que sucede esta situación.

—¡Contéstame!

—Debía ayudar al abuelo con el traslado de esas caj-

—¿¡Y eso te incumbe!? —Alzó la voz su superior, interrumpiéndolo—. ¿¡Crees que esos tomates llegarán a florecer sin regarlos!? ¿Piensas que esto es una broma, eh? ¡Concéntrate en tu trabajo en lugar de holgazanear!

El pelinaranja se abstuvo el responderle. Está por demás el contradecir a un duque del reino cuando sus palabras no valían nada ante la postura de un noble. Tampoco deseaba extender más el problema, así que se resignó a eludir la mirada del contrario hasta que ese obeso y barbudo hombre terminara su discurso que no dejaba de recalcar lo inservible que era en cualquier ámbito.

—¡Te estoy hablando, Park! —Esta vez el hombre asió bruscamente del chaleco al susodicho para atraer toda su atención—. Un error más y estarás fuera de la hacienda. Tú y tu familia no pisarán mis tierras de nuevo. A ver si pueden sobrevivir como la gente del pueblo, esos que parecen más animales que personas.

Park tragó en grueso ante la amenaza y asintió como respuesta. El duque lo soltó junto con un empujón que le hizo perder el equilibrio y caer sentado, ganándose más risas de este por lo miserable que lucía. Cuando el noble estaba a un punto del desaparecer en su campo de visión, se levantó con un suspiro pesado para dar inicio a sus próximos labores porque a simple vista ese hombre ya lo tenía fijado y no le pondrá nada fácil.

—¡Minmin!

Buscando quién le llamaba por aquel ridículo apodo, encontró a un muchacho corriendo en su dirección. Tan pronto logró visualizarlo la preocupación lo invadió y se le salió el alma cuando casi cayó por un tropiezo. Pero el alivio floreció al tenerlo entre sus brazos.

Algún día ese chiquillo lo iba a enloquecer.

—Maldición, Taehyung, deberías ser más cuidadoso. ¡Casi besas el suelo!

—¿Disculpa? —Lo fulminó indignado—. ¡Quien debe estar molesto aquí debería ser yo!

—¿No te das cuentas de las circunstancias en que te encuentras para ser más precavido?

—¿Tú también? ¿Qué clase de Hoseok eres? —Resopló el rubio—. ¡Son un par de exagerados!

—Mientras él esté en guardia, seré yo quien te cuide —el recién llegado rodó los ojos al notar hacia dónde se dirigía el reclamo, ese que venía repitiéndose desde hacía 4 meses—. ¡Deja de ser tan infantil!

—¡Ya! —Bufó—. No he venido hasta aquí para recibir otro regaño más en el día —tras decir eso, sacó un paquete de su bolso de piel, que se encontró envuelto por telas de seda—. Seokjin lo preparó hoy para nuestro príncipe.

El más bajo tomó el paquete para desenvolverlo. Tan pronto lo libró de los telares, lo llevó a sus labios sin darse el lujo de admirar un poco más el trozo de harina y miel. Mientras este degustaba de su pequeño banquete, el rubio no dejaba de acariciar las hebras anaranjadas del muchacho con una sonrisa preocupada.

—¡Esto es tan jodidamente delicioso! Seokjin tiene unas manos prodigiosas, como de los dioses-

—Ella no te ofreció comer anoche ¿no?

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⏰ Última actualización: Feb 27 ⏰

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winter eyes ❆ jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora