ULa expatriación: una oportunidad para crecer, por Xavier Mitjavila

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Nos llega el día. Esa promoción que estábamos esperando y por la que habíamos luchado tanto, finalmente llega. Pero esta vez, la propuesta no llega para quedarnos en casa, en una nueva posición, con mayor responsabilidad y mayor sueldo. Esta vez es para irnos al extranjero. Es nuestra primera expatriación y será la primera ocasión en la que, ante una promoción, podemos dudar.

¿Hay que aceptar? ¡Siempre!

La expatriación, sin duda alguna, nos va a sacar de nuestra "comfort zone" y nos mandará directamente hacia la "stretch zone", el nuevo lugar en el que se pondrán a prueba todas nuestras capacidades y, sobretodo, nuestras carencias. La zona en la que, si sobrevivimos, creceremos más y más rápidamente.

A menudo, interpretamos las expatriaciones únicamente como una oportunidad profesional y, si sólo las vemos así, cometeremos un grave error.

Uno de los principales aprendizajes de haber vivido 16 años en el extranjero es que no deberíamos entender la expatriación única y exclusivamente como una oportunidad profesional. Debe ser y la tenemos que percibir siempre como una doble oportunidad. La profesiona, por supuesto, pero también la de crecimiento humano, un acelerador del proceso natural de madurez personal y, por extensión, del resto de miembros de la familia.

Vayamos por partes. En primer lugar, veamos los aspectos relacionados con la vertiente profesional.

Obviamente, la expatriación es un acelerador de la carrera del manager. Abrirse y aceptar la oportunidad de trabajar en el extranjero amplía las posibilidades de aprender y progresar en el corto plazo. Además, en el medio y el largo plazo, se convierte en una ventaja competitiva respecto a los que no tuvieron la posibilidad de vivir una experiencia internacional, cuando surgen nuevas promociones.

La experiencia internacional permite:

-trabajar con equipos internacionales que, con sus usos y costumbres, enriquecen profesionalmente
-interactuar con consumidores y clientes con distintos puntos de vista respecto a los del país de origen
-en la mayoría de los casos, aprender una nueva lengua
-integrarse en una nueva cultura con el consiguiente enriquecimiento humano

En definitiva, trabajar en el extranjero permite abrir la mente, hacer frente a los cambios adaptándote a ellos, desarrollar la creatividad y aumentar la resiliencia. CRECER en mayúsculas.

Todo positivo hasta aquí... ¿pero realmente todo lo relacionado con una expatriación es positivo?

Si entramos en la vertiente más humana de la experiencia, probablemente veremos como las expatriaciones conllevan también aspectos menos positivos que pueden pasar desapercibidos durante las primeras semanas e incluso meses.

La tendencia natural del profesional durante este periodo será concentrarse única y exclusivamente en su trabajo. Centrarse igualmente en la nueva lengua que tiene que aprender a marchas forzadas y que todavía no acaba de entender bien. Esa misma lengua que no le permite comunicar con la fluidez y claridad que tenía cuando utilizaba la suya en las oficinas y los comités de dirección de su país de origen ... Una nueva lengua que, al principio, mezclada con la suya todo el día en su cerebro, le generará dolor de cabeza todas las noches llegando al hotel...

¿Hotel? ¡Claro! Ese mismo manager no estará al principio en su nueva casa... La estará buscando durante algunas semanas... y, mientras tanto, deberá vivir en los pocos metros cuadrados de su habitación de hotel con su pareja.

¿Dije pareja? ¡Claro! Ese profesional probablemente no ha llegado sólo... Cuando la expatriación se produce al principio de una carrera profesional podrá llegar con su pareja o con su esposo/a... pero, quizás, si esa expatriación se produce un poco más adelante, llegará también con sus hijos... y habrá que buscar y encontrar una buena escuela para esos hijos que tampoco entenderán la nueva lengua al principio.

La expatriación: una oportunidad para crecer, por Xavier MitjavilaWhere stories live. Discover now