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Todo se encontraba negro a su alrededor, como si no estuviera en ningún lugar, pero a la vez en todos. Solo se escuchaba una voz, un grito susurrante:
-Encuéntrame. -La voz pedía, temblaba de miedo.
De pronto, todo se volvió claro. El sol estaba en lo más alto del cielo, pero estaba rojo en tensión, sin poder hacer nada más que observar como la oscuridad planeaba invadirlo todo.
De nuevo perdía la visión. Atenta a los sonidos, desde su izquierda podía escuchar lamentos, y a su derecha, la voz seguía pidiendo por ayuda.
¿Pero dónde estaba ella en realidad?
Una criatura más grande se alzó ante todos, era un miedo concretado, se hacía llamar a sí mismo: La realidad. En un parpadeo Abril se vio delante de ella, tan pequeña comparada con su miedo.
Todo pasaba tan rápido, más allá pudo divisar como Eric era llevado por otros dos miedos concretados, sin embargo, Abril no podía moverse, pues tenía a La realidad justo enfrente, se encontraba de rodillas, sumisa ante ella.
Abril miró a su derecha, conectando sus ojos con un hombre de mirada misteriosa, poseía una sonrisa engreída. En el momento en el que un miedo se le acercó, este se envolvió en una nube de humo, y desapareció.
Oscuridad, de nuevo, pero ahora estaba consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, jadeaba intentando respirar con normalidad, sentía su cuerpo oprimido. No estaba lista aún.
A sus espaldas escuchó como Ruth desgarraba el aire cayendo en picada, no importaba nada ya, tenía que hacerlo. Tragando saliva, esforzándose por no quebrar la valentía que tenía que fingir, levantó los ojos, enfrentando a La realidad.
De pronto, una visión apareció ante sus ojos:
Abril observó a Eric, como sus ojos se iban apagando de a poco, no quería que se apagasen.
-Lo siento... Lo siento, lo siento.
Sentía como si su pecho fuera a romperse, pero no podía parar ahora.
Esta vez Abril se vio con un arma apuntando la cabeza de un hombre cuyo rostro no podía reconocer, pero dolía. Se le hacía tan familiar ese escenario.
-No... Libra. - ¿Qué sería ella después?, ¿Cómo lo haría? Podía leer esas preguntas en los ojos de Abril, eran las mismas que se estaba haciendo ella.
-Tienes que hacer esto, por ti.
Desconectó los ojos, perdiendo la poca valentía que había fingido, una fuerte compresión en el pecho se hizo presente en Abril. Pero, había sido suficiente para aturdir a La realidad, esta se hizo más pequeña haciendo las frecuencias más fuertes.
Ruth llegó a tiempo, y la tomó con sus garras por la espalda echando a volar, lejos de ahí.
-Gracias por llegar, amiga. -Abril dijo acariciando la escamosa espalda de Ruth.
Era un dragón, pequeño en comparación con otros. Tenía unos ojos grandes, cada vez que Abril los miraba se sentía reconfortada, fuerte, sin miedo. Era Ruth quién siempre estaba por si alguna vez caía.
Se dirigían al Castillo del miedo, Eric y Libra fueron llevados ahí... A Abril se le revolvió el estómago pensando en ellos dos juntos, pero tenía que salvarlos, y eso haría.
Notaron como el aire a su alrededor se volvía espeso y frío, de inmediato supieron que el castillo se encontraba justo a sus pies. Ruth, sin saber bien cómo entrar, descendió y comenzó a planear alrededor de este.
Las frecuencias se hacían más fuertes, mientras más tiempo pasaban cerca del castillo. Abril supo que Ruth también las sentía porque empezó a quejarse, intentó calmarla pero ella ya había perdido el control.
Chocó contra una de sus paredes, haciendo que Abril quedase colgando en una de sus ventanas. Miró hacia abajo y vio a Ruth intentando apagar los sonidos de su cabeza, era débil cuando se trataba de ellos.
Con toda su fuerza logró entrar en el castillo, de inmediato pensó que no fue buena idea. Aquí dentro, el frío hacía doler los huesos, era difícil respirar, las frecuencias no hacían eco en tu cabeza, pero todo lo sentías en el cuerpo.
- ¡No sé para qué pierden el tiempo encerrándome aquí! -La adrenalina subió por el cuerpo de Abril, esa voz podía reconocerla en cualquier parte.
Caminó lentamente hasta el borde, mirando hacía el pasillo que se encontraba por debajo de sus pies. Su amor, Eric, era llevado por sus dos miedos; Abril no podía reconocerlos, pero eran más grandes que él. Vio como lo lanzaban dentro de una celda al final del pasillo, esperó a que se fueran para poder ir a buscarlo.
Bajó con cuidado, cerrando los ojos para no tener miedo de la altura; cualquier indicio de miedo en su cuerpo, atraería las frecuencias y sabrían que está ahí.
Se soltó, sus pies tocaron el suelo frío, sintió una opresión en el pecho y su vista empezó a nublarse, luchaba para no caer de rodillas, luchaba para no sucumbir ante él.
Cuando sintió calmarse, se atrevió a abrir los ojos. Mala idea, se encontró con Libra, sus ojos conectaron haciendo aparecer oscuridad, ya era tarde, sintió rencor por un momento, pero el miedo era más grande, siempre era más grande. Abril se pegó a la reja, suplicando por la atención de Libra, siempre que la encontraba, es como si la perdiera más.
- ¡No! -Grité al sentir una pesada mano apretando mi hombro, obligándome a retroceder, me alejaba de Libra, una vez más. La miraba, pero no se atrevía a hacer lo mismo.
Abril fue arrojada a una celda, como lo habían hecho con Eric unos momentos atrás. Buscó intentando divisarlo, pero no lo encontró.
Se tiró de espaldas contra el piso, frustrada. ¿Por qué le tenía miedo a Libra, en realidad? Ella era un reflejo de Abril, siempre pensó que en sus ojos podía ver lo insegura que era, hasta que, un día observándola se dio cuenta que era la propia reflejada.
Y no podía saber quién era Libra para ella, su rostro es imperturbable. Sus ojos no mostraban lo que ella tenía para decir, lo que sentía, y quería conocerla.
Por otro lado, Abril era transparente, no había cosa que no sepa sobre ella, pensamiento, temor o inseguridad que no haya leído en sus ojos. Por ese motivo le tenía miedo , no quería tener que enfrentarse a las imágenes que aparecerían frente a sí, el terror que se iba a reflejar en su mirada, no quería tener que reconocerlo.
Abril se esforzaba por abrir sus ojos, al hacerlo, la luz los cegó... ¿Luz? Completamente despierta de pronto, examinó su alrededor; Estaba en una cabaña, por la ventana podía ver la pradera, tan verde y hermosa.
La sensación de alguien observándola hizo que volteara, su rostro se le cayó al ver de quien se trataba, los efectos que producía su mirada en ella eran inconfundibles.
Se trataba de Eric, su amor.
No podía pronunciar palabras, los latidos en su corazón habían incrementado a tal punto que dolía y un nudo se había formado en su garganta.
En el fondo sabía que esto solo era una tentación, ¿Pero qué importa ya?
Eric se acercaba lentamente a Abril, acechándola. Sus labios entreabiertos la llamaban en silencio, ¿Esta era una oferta que se podía declinar?
Suspiró ante el primer contacto, sus labios sabían a ilusiones falsas, sin embargo, no iba a parar.
- Háblame. -Abril susurró ante el inminente vacío que sintió al separarse sus labios. No respondió.
Desafortunadamente, el bienestar, la fortaleza que se le había presentado era momentáneo, y falso.
Una sacudida en la habitación hizo desaparecer las paredes de madera, transformándolas en ladrillo de nuevo, cambió el calor que envolvía la habitación y la volvió fría, finalmente, hizo desaparecer la forma angelical de Eric, y en su lugar dejó ver el rostro del hombre misterioso, cuya identidad me era familiar: La ilusión. Sonreía arrogantemente.
-¿Qué es lo que quieres de mí? -Abril cuestionó intentando parecer fuerte.
-¿De verdad quieres dejarlo todo atrás? -La ilusión se acercaba peligrosamente a Abril, haciéndola retroceder.
-No me dejes. No quiero desaparecer. -Podía escuchar los miedos pertenecientes a La ilusión. Empezaba a sentirse débil, sentía como de a poco, se derrumbaba la fortaleza que se había construido, y no podía permitir eso.
Dio un paso bruto hacia adelante, moviendo sus brazos espantando así a La ilusión, este se desvaneció en una nube de humo dejando la habitación solitaria, y oscura.
Se quedó un buen rato sin moverse, sentía dolor pero no podía llorar, estaba tan cautiva en sí misma.
El sonido de pisadas escamosas hizo prestar atención a Abril, Ruth se dejó ver del otro lado de la reja. Claramente pudo entrar sin que la vean, ella era invisible para los miedos, no les temía, ni siquiera conocía la maldad.
Notó que tuvo que luchar para llegar aquí, sin embargo, sus ojos seguían brillantes, transmitiendo inocencia y bondad. De un golpe derribó la puerta, enrollándose en Abril para abrazarla, su textura era tan suave, estar ahí le transmitía que todo estaría bien, podía seguir adelante.
-Ruth, ve a por Libra. Yo voy por Eric, tengo cosas que decirle. -Ruth asintió y se marchó rápidamente.
Abril fue sigilosamente, buscando celda por celda, hasta que finalmente encontró a Eric. Lloraba, sus sollozos eran casi inaudibles, podía sentir su dolor.
-Eric. -Lo llamó suavemente, intentando calmar su corazón.
Él levantó el rostro rápidamente, era fácil saber que no era La ilusión quien estaba frente a ella; Eric a pesar de mirarla, no la reconocía, pero sabía quién era.
-Abril. -Le dolía decir su nombre, lo sabía porque a Abril también le dolía escucharlo. -No se puede.
Abril mordió su labio al escuchar esas palabras, lo sabía, pero aún no estaba lista para aceptarlo. Le tendió su mano esperando que la aceptara, él la tomó a través de la reja. Sus manos unidas era el símbolo de quienes quieren unirse a pesar de estar completamente separados.
Ruth llegó dejando a Libra a un lado para derribar la reja y sacar a Eric, al acercarse, Abril notó como intercambiaron miradas, su estómago se revolvió al sentir su conexión. Los tres se subieron al lomo de Ruth, Abril entre ambos. Ruth se echó a volar buscando una salida, desde abajo, los miedos enviaban frecuencias, buscando derribar a Ruth, pero era más rápida. Atravesó la pared, y no paró hasta estar lo suficientemente lejos.
Cayeron en el suelo frío, cerca de unos árboles cuyas hojas secas se habían volado hace un tiempo. Abril miró hacia su alrededor, fue hacia Libra y le tendió su mano, levantó su rostro y, de nuevo las imágenes pasaban fugazmente por su mente al conectar sus ojos, ¿Por qué se esmeraba en mostrárselas? Tomó su mano y de inmediato se fue corriendo, adentrándose en los árboles.
Abril volteó a ver a Eric, quien parecía querer seguirla, sin embargo, se quedó ahí, derrotado.
Antes de que Abril pudiese ir a verlo, un miedo concretado más grande que todos ellos llegó. Este no quería encerrarlos, sino deshacerse de ellos.
Mandó una horda de frecuencias, iban rodeando el terreno. Abril volteó con el fin de proteger a Eric, pero él ya había desenfundado su espada y se preparaba para luchar. Ella no tenía con qué protegerse, lo más fuerte que tenía era el poder de mirar a los ojos de sus miedos y hacerlos más pequeños, pero esto no los eliminaban, y siempre crecían.
Ruth escupía fuego sobre el miedo, tan pequeña pero tan ágil. Abril se escabullía entre las frecuencias casi solidificadas, buscaba llamar la atención del miedo para ayudar a Ruth a destruirlo, este se hacía más pequeño cada vez.
- ¡Cuidado, Eric! -Abril se arrojó sobre él, tirándolo a un lado antes de que esa frecuencia lo envolviera.
Escucharon un gruñido que venía de Ruth, el miedo tenía sus dos alas atadas, ella intentaba zafarse pero era débil ante los miedos. Abril en un movimiento rápido quiso correr hacia ella, pero estaba paralizada, no podía hablar, luchar, vio como de un tirón le arrancaron a Ruth sus alas.
Escuchó el gruñido desgarrador y gritó, pero nada salió de sus labios. Cuando Ruth yacía en el suelo se dio cuenta de que no estaba el miedo, se había desvanecido al mismo tiempo que ella.
Sin prestar atención a otra cosa, se acercó a Ruth, la observó sin poder creerlo. Algo se rompió dentro de ella al verla inerte, sin alas.
Se acercó y besó su frente, tan cuidadosamente como a un cristal, porque eso era. Tan frágil que hasta con el mínimo estímulo puede romperse.
Una sensación de desesperanza la invadió, y miró a Eric en busca de apoyo, ¿Qué podría darle él ahora? Lo observó y quiso decirle tantas cosas, quiso que le diese apoyo, quiso llorar, pero ya nada podía hacer.
Pasó a su lado, y paró. Eric la miró con preocupación, él también se sentía derrotado, la única diferencia era que él no tenía nada que decir, él ya había aceptado lo que pasaría.
Abril se fue, cansada de intentar luchar, y él no la detuvo.
Mil pensamientos pasaban por su cabeza, eran tantos que no podía entenderlos. El cielo había oscurecido, pero no lo suficiente para llamarse noche.
Las frecuencias se acumulaban, oprimiendo su pecho, ¿Dónde quedaban las lágrimas que Abril no era capaz de derramar? Sin Ruth, era difícil tener esperanza, era difícil creer que había cosas buenas detrás de todo esto.
Se escuchó un trueno a lo lejos. Eric hacía de su vida una tormenta, pensó de repente. Quería que fuesen capaces de cruzar con ella, quería también llevar a Ruth, pero ya no estaba, ¿Será que esto les espera a los otros?
Libra pasó fugazmente por su mente, no quería que le doliese verla. Cayó de espaldas al césped y miró al cielo, a pesar del silencio aquí no se podía llamar tranquilo, pues las frecuencias siempre golpeaban.
Pensó en Libra, debajo del dolor, del rencor, debajo de todo lo que sentía por ella, había cariño, amor. Precisamente porque la quería, estaba enojada con ella, sentía miedo de perderla, sin embargo, se alejaba cada vez más, y con ella se llevaba todo lo que Abril amaba.
-Por favor... No me dejes aquí. -Las suplicas llegaban de su derecha. Nadie estaba gritando, más bien eran pensamientos que no le pertenecían a Abril.
De inmediato, supo de quién se trataba. Hubo una vez en la que Abril y La ilusión funcionaban juntos, pero luego las circunstancias cambiaron, y la realidad se hizo presente. La ilusión tiene miedo de desaparecer, ya no es quién era.
Haría lo que fuera por quedarse... O eso creía.
Siguió las frecuencias, encontrándose sorpresivamente con Ruth, por un segundo pensó en ceder, pero esto era una mentira. Con un sonido agonizante se hizo presente la Ilusión, de rodillas con las manos cubriendo su cabeza. Lloraba, y Abril no podía hacer más que observarlo.
La ilusión miró a Abril, con dolor, se esforzaba tanto en algo que ya no tenía camino. Se transformó en Eric, seguía llorando. Abril sentía su corazón oprimirse, no quería nada de esto.
Se levantó lentamente, quedando frente a Abril. Había vuelto a su forma real, no podía parar de llorar. Sin pensarlo demasiado, Abril dejó una de sus manos descansando sobre su mejilla.
-No me necesitas. -La ilusión susurró, quién parecía haberlo entendido todo.
Tomó la mano que descansaba sobre su mejilla, manipulándola haciéndola tomar un arma, posicionándola en su frente.
-Sé que la oscuridad te da miedo, y aquí eso es todo lo que hay. Yo puedo mostrarte luz por unos segundos, pero todo sigue oscuro afuera. Para poder avanzar, debes deshacerte de mí. -Quién sabe cuánto coraje requirió para poder decir aquellas palabras. La miraba con cariño, de una forma intensa, intentando así ocultar todo el dolor que se escondía debajo. Abril, quizás, la miraba con la misma intensidad. -Prométeme que no te conformarás con lo efímero.
Cerró los ojos, aceptando que su tiempo había terminado.
Abril cerró los ojos también antes de apretar el gatillo, casi inconscientemente, dejando sin vida el cuerpo que se alimentaba de la ilusión, la ilusión misma.
No quería mirar, pero tenía que enfrentarlo. Abrió sus ojos, y lo vio, inmóvil.
Se acercó y lo tomó entre sus brazos, el silencio empezaba a consumirla, y de pronto, tuvo un mal presentimiento; la noche finalmente había llegado, las nubes se habían acumulado en el cielo, y parecía que pronto habría tormenta.
La imagen del amor pasó fugazmente por su mente, debía buscarlo... Quería.
Dio un último vistazo a la ilusión:
-Lo siento. -Observó sus ojos, aquellos que no demostraban promesas incumplidas o sueños rotos, aquellos que tenían perfeccionada la técnica de mentir. -Sé que querías cumplir mis deseos, y querías mantenerme feliz con ilusiones. Y lo haré, lucharé por algo que no sea momentáneo, no viviré de lo que podría ser, sino de lo que pasa.
Dijo, y se levantó. Una ráfaga de viento hizo que Abril cerrara los ojos, y al abrirlos, la ilusión se había desvanecido, quedando solo como una niebla que se mecía lentamente.
La nubes estaban en su punto culminante, en cualquier momento una tormenta caería sobre todos nosotros, solo esperaba el momento perfecto para poder estallar.
Abril se levantó y empezó a caminar, ¿Hacia dónde iba?
Pareciera como si no tuviese un destino. Se mueve, pero no sabe hacia dónde, no sabe por qué, solo lo hace.
Se sentía perdida, sola. Empezaba a preguntarse, ¿Cuál era el fin de todo esto?, ¿Tiene sentido continuar?
Comenzaba a atar cabos entre Libra y todo lo que estaba sucediendo, entre Eric y todos sus comportamientos. Hay cosas que Abril no puede ver, a pesar de que están frente a sus narices.
-Abril. -Eric dijo de manera seca, haciendo brincar a Abril que se encontraba sumida en sus pensamientos.
Tenía un aspecto lúgubre, sus ojos parecían desorbitados. Conocía esa mirada, era la mirada de quién ha dejado entrar a las frecuencias a su cuerpo.
-¿Q-qué sucedió? -Sin poder evitarlo, se acercó a él, sin embargo, Eric retrocedió, asustado.
-Me estoy volviendo loco en este lugar. -Dijo.
Podía sentirlo, las frecuencias pertenecientes a él hacían ruido en la cabeza de Abril, podía ver la nube espesa que se formaba a su alrededor, aun así sentía que podía sacarlo de ahí, quería hacerlo.
El sonido de un trueno lo hizo sobresaltar. Estaba asustado, como si algo estuviese pasando, como si un peligro estuviese rondando.
Abril dio un paso hacia adelante con la intención de alcanzarlo, él se echó a correr. No lo pensó demasiado, pero fue tras él, ¿Por qué no podía evitarlo?
Eric se detuvo y se dio media vuelta encarando a Abril. Lloraba, lloraba como esa vez en el calabozo, pero esta vez no era en silencio, sus ojos gritaban su dolor, ¿Por qué sentía tanto dolor?
Abril se dio cuenta de que Eric miraba a alguien que se encontraba detrás de ella, y giró en su dirección.
-Libra. -Abril estaba sorprendida, o luego de pensarlo mejor, no lo estaba.
No sabía qué hacer, ¿Qué era lo que estaba pasando? Las preguntas se acumulaban en su cabeza.
Se atrevió a hacer algo que nunca había estado dispuesta a hacer, y encaró a Libra. Observó sus ojos, sentía el dolor, sentía familiar todo, las imágenes pasaban y Abril supo de inmediato qué iba a pasar.
-No... Libra. -Dijo, sin querer. Con la voz quebrada.
-Sé que esto no es lo que quieres, pero no hay otra forma. -Libra se colocó frente a Eric, peligrosamente cerca, con su mano rozó la funda de la espada y la tomó desenfundándola.
Abril miró a Eric, esperando que hiciera algo; gritar, correr, hacer algún gesto, pero él solo esperaba.
Por un segundo, él la observó cómo quién es, pero a la vez no. Así era Abril para Eric, alguien que aún no es.
Abril sintió el tiempo más lento. En un movimiento rápido, Libra incrustó la espada en el sector izquierdo del pecho de Eric, en su corazón.
Cualquier camino que la historia hubiese tomado, aunque Abril se hubiese adelantado, aunque hubiese entregado su propio cuerpo, el encuentro de estas dos almas hubiese sido inevitable.
Observó la espada que yacía cubierta de sangre, y luego observó alternando entre ambos, volviendo a notar entre ellos aquella conexión que la hacía sentir incómoda.
El rostro de Eric mostraba resignación, arrepentimiento. Sentía como si entre ambos hubiesen llegado al acuerdo de que esto ocurriría, tarde o temprano.
De pronto, Libra miró a Abril, dejando en la última una sensación de tristeza tan fuerte, todas sus preocupaciones, todos sus dolores se vieron reflejados.
El contacto visual que ambas estaban teniendo no podía cortarse, a pesar de que su vista estaba borrosa y dolía. Libra volvió su mirada al frente, empujando la espada y terminando el trabajo.
Abril pudo notar en Libra su dolor, su propio dolor.
De repente, se vio a sí misma con la espada en las manos. Observó al amor, sus ojos se iban apagando de a poco, no quería que se apagasen, tuvo el deseo de retirar la espada, soltarla, abrazarlo y que todo esté bien.
Pero ya es muy tarde, La Ilusión no iba a volver, la inocencia ya no protegía su espalda con susurros de apoyo, y peor aún, la realidad se encargaría de mostrarle todos los días la herida que yacía en su pecho.
-Lo siento... Lo siento, lo siento... -Repetía reiteradamente, viendo como lentamente sus ojos se cerraban, sentía impotencia.
Quería retirar la espada, pero no podía porque ya no era ella quien la sostenía.
Él cayó, y Abril miró a Libra buscando descubrir lo que sentía, pero su rostro, ¡No podía leerlo!
Tomó a Eric entre sus brazos, como lo había hecho con la ilusión... Eric la miraba, pero Abril estaba segura de que ya no la conocía, si es que alguna vez lo había hecho.
-Shh, shh. -Lo calmaba al sentir como se estremecía por el dolor, pasó su mano por su mejilla lentamente. Cálida, incluso aunque estuviese a punto de morir se mantenía cálido.
¿Cuántas veces lo vio desaparecer?, ¿Cuántas veces pensó que no se iría de su lado? Pero no era a Abril quién él conocía, quien él amaba. Era libra, era ella quien estuvo con el en sus mejores momentos, y fue ella quien estuvo en sus peores momentos, hasta el punto de tener que acabar con él.

Abril solo lo quería, estaba dispuesta a quedarme con él hasta que todo lo malo pasara, hasta que pudiese sentirse tranquilo para sentarse y conocerla de verdad, pero para eso tenía que resolver sus problemas con libra, y de esta forma ella lo hizo.
-Solo... déjame ya. Ha pasado mucho, ¿No crees que es suficiente? -Eric dijo con la poca cordura que le quedaba.
Abril, al oír eso no supo qué decir, la verdad era que ella ya lo sabía, lo supo desde el momento en el que habían caído aquí; lo que Libra se esmeraba tanto en mostrar que Abril no es capaz de aceptar, incluso ahora que debe hacerlo.
Abril solo lo miró, lo miró como quién sabe que debe irse, pero es difícil despedirse, y piensa en mil formas para evitarlo. Los ojos de Eric se cerraron sin más, sin palabras, sin sentimientos, y a su vez, la lluvia cayó sobre el suelo árido, las gotas de lluvia se mezclaban con las lágrimas que caían a torrenciales del rostro de Abril.
Sin importar que estuviese toda empapada, se quedó en el suelo, incapaz de moverse, incapaz de sentir, todo era negro.
Tomó una bocanada de aire antes de encarar a Libra, Abril ardía en cólera. Libra se mostraba indiferente, casi inerte.
-¿Y ahora? -Abril no podía pensar con claridad, estaba enojada y asustada. Se acercó a Libra, y en sus ojos lo vio todo.
Lágrimas caían por su rostro, Libra sabía todo lo que pasaba por la cabeza de Abril, pero ella no mostraba más que enojo, estaba herida.
Huyó del lugar, dándole un golpe con el hombro a Libra. ¿Por qué siempre creía que los problemas se resolverían huyendo?
Corría sin paradero, conociendo que en realidad, sí tenía donde parar, pero el costo de aquello era imperdonable. E iba creyendo que podría dejarlo todo atrás y al volver, encontrarlo todo normal.
Ya había perdido demasiado, y seguían insistiendo en que debía perder más. Odiaba perder.
¿Por qué era tan difícil aceptar?, Se preguntaba. ¿Por qué se aferra a aquello que sabe que va a perder?
Se detuvo, cansada. Miró a su alrededor, encontrándose en un lugar desconocido para ella.
-No la necesito... -Decía entre dientes, se refería a Libra. Hacía frío, y estaba sin fuerzas. Sospechaba de los árboles, del suelo, del viento, todos susurraban cosas. - ¡Paren!, yo sé... yo sé. - Que había fallado, le decía el viento, que no tenía por qué seguir, ya no había nada que hacer. La abrazaban y oprimían, y Abril ya no tenía fortaleza para luchar.
Se dejó caer, dolida, enojada consigo misma.
¿El tiempo pasaba rápido, o lento? Sinceramente, para ella, ahora todo se había congelado, el tiempo no iba muy rápido, ni muy lento, simplemente no avanzaba, y si el tiempo no avanza, es imposible que vuelva a hacerse de día.
Sabía qué pasaría, y qué debía hacer, pero, ¿Era lo suficientemente valiente? Sí, lo era.
Al volver en sí, pasó lentamente sus manos por el suelo; con la intención de lograr ubicarse, era rocoso, y el viento golpeaba fuertemente su espalda, haciéndola temblar.
De repente unas manos la ayudaron a levantarse, no eran cálidas como las de Eric, ni suaves como las de Ruth, ante el toque Abril supo que ese era el momento. Sintió tristeza, miedo, pero también sintió optimismo y fortaleza.
Su vista empezó a aclararse cuando esas manos tocaron su rostro, dejándole ver a Libra ante sí.
Abril levantó tímidamente su rostro, hasta finalmente conectar sus ojos. Todo lo que había pasado, todo a lo que le temía, todo estaba en ella; Libra la conocía, incluso más de lo que Abril se conocía, podía ver en sus ojos todos sus pensamientos y sentimientos, y aunque Abril no podía descifrarla, quizás no sea muy distinto.
-No sé qué quieres...- Abril la miró con exasperación, y luego de unos segundos, bajó la cabeza. - Bueno... sé qué es lo que quieres.
Miraba tímidamente los ojos de Libra, como un perro que se siente culpable.
-Pero, -Siguió- no sé cómo hacerlo, no quiero tener que hacerlo, no quería que tuviese que pasar todo esto. -Su voz se desgarraba en cada palabra, y Libra sentía cada una de ellas como un cuchillo.
-Debes dejarme ir. -Dijo Libra, siempre de pocas palabras. Abril dejó que la viera así, triste, vulnerable, completamente destrozada. Aun así, no dijo nada más.
-Pero aquí no es cuando te vas, pues tú te has ido hace tiempo. -Soltó Abril, con algo de rencor es su mirada y en su voz.
Se quedaron es silencio unos minutos.
-Solo... tengo mucho miedo. -Abril admitió, sintiendo su cuerpo liberarse, sentía dolor, tanto dolor. - Perdóname, fuiste tú quien siempre estuvo, pero todo duele aquí, y no puedo ver... De verdad que me ciego.
Libra la abrazó y Abril se entregó al abrazo, estaba protegida en sus brazos, o al menos, así lo sentía.
Podía llorar miles de años esperando que todo mejore, o podía levantarse y continuar.
-Debes hacer esto, por ti. -Dijo suavemente Libra.
Había tocado fondo ya, solo quería volver a subir.
Se separó de Libra y miró sus ojos, vio a Eric, vio a Ruth, y se vio a ella misma.
-Para avanzar, debo perder... Romperse también es construirse.
Dijo y cerró los ojos, soltó un gran suspiro antes de abrirlos de nuevo. El lugar en donde antes había estado de pie Libra, ahora estaba vacío. Así de fácil fue, así de rápido.
Se quedó unos segundos de pie sin saber qué hacer, ¿Ahora sí estaba verdaderamente sola? Caminó sintiéndose más liviana, caminaba siguiendo un camino que no sabía que conocía.
Hasta que llegó, el borde que separaba las ruinas de lo que se conoce como... ¿Lo bonito? La pradera, verde, fresca y segura.
Se acercó lo suficiente como para admirar lo que le esperaba del otro lado.
Miró hacía atrás, ver que nadie cubría su espalda, saber que nadie la esperaría allá... Pero estaba tan cerca. Su mano descansaba frente a la pared transparente que separaba las ruinas de la luz, de lo bonito; pero no la tocaba.
Y por un momento, no quiso cruzar.
Miró hacía atrás, era de madrugada y la luna iluminaba débilmente los árboles, no se escuchaba más que las hojas siendo movidas por el viento y el frío de alguna manera la abrigaba.
Pensé en Eric, en cada momento que tuve con él, en cómo me miraba, incluso cuando eran sus últimos momentos... Y, aun lo quería, aun quería que me estuviese esperando del otro lado, pero ya no estaba, nunca estuvo.
Cerré los ojos sintiendo su calidez, no podría borrar esa sensación nunca, él vivía en mí y yo estaba bien con eso, me sentía capaz de intentar cualquier cosa, de darlo todo si es necesario, él me enseñó sobre la pasión.
Me senté en el suelo, estaba frío. Una lágrima cayó de mi ojo izquierdo.
Pensé en Ruth, me la imaginé caminando hacia mí, colocándose delante, enfrentando a los monstruos como si ellos no fueran tres veces su tamaño, recordé todas las veces que me levantó, ella no tenía por qué, siempre se entregaba sin mirar más allá, para ella, yo era una buena persona.
Una sensación me hizo sonreír, una alegría extraña me hizo levantar el rostro, Ruth me había enseñado a confiar, a esperar un resultado positivo, a sonreír, a nunca perder la inocencia, a pesar de todo.
Sonreí entre lágrimas.
No olvidaba quién era la persona más importante para mí, Creía amar, creía que los actos de amor a los que era fiel eran los correctos, pero luego pensé en Libra, y en como a pesar de amar a Eric, lo miró a los ojos y lo asesinó.
Ella sabía desde el principio que ninguno podría sobrevivir, y que todos debían morir para que yo pudiese llegar al otro lado. Eso me decían sus ojos y yo odiaba la idea de aceptarlo.
-Aquí estoy ahora... -Me levanté para enfrentar la barrera nuevamente, cumpliría mi promesa a la ilusión, viviré de lo que pasa. - Y lo que sucederá es que cruzaré la barrera.
La mitad de mi mano ya podía sentir el aire fresco del otro lado. -Y estoy bien, estará bien.







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