(“¿Es verdad? ¡dime! ¿es verdad todo lo que dicen de ti?” Pregunta el hombre exasperado, la rabia en su expresión.
“Pa-papá,” el niño súplica, en el piso, sobando su mejilla anteriormente golpeada, y con el rostro rojo. Lo sabía, sabía que si su papá se enteraba algo así iba a pasar.
“¡Papá nada! ¡eres un maldito homosexual, uno que está arruinando mi prestigio!, ¡¿sabes todo lo que están diciendo de mí allá afuera?!.” hace una pausa, que en realidad son solo segundos “¡Que fallé como padre, eso dicen!” dice acercándose al niño, tomándolo de sus rizos, jalándolo hacia arriba, lastimándolo.
“¡Me duele, papá!” grita.
Un golpe. Y otro más. En su rostro, sus manos, su trasero. Otro más.)
—¡Papá! —Joaquín grita, despertándose, con lágrimas resbalando por sus mejillas y sus ojos muy rojos
—¡Joaquín! —su mamá entra a su cuarto, después de unos segundos, agitada y con la preocupación plasmada en su cara.
—Mami —él dice, desde la cama, con seguridad y tristeza para que se acerque más, y ella se dirige rápido a él.
—¿Qué pasó, cielo, por qué estás llorando? —ella pregunta con dulzura, metiéndose entre las sábanas con su hijo, y abrazándolo—. ¿Fue una pesadilla, amor? Te escuche gritar, y me asusté, vine corriendo.
—Mmhm —Joaquín asiente— Soñé con p-papá, que me decía todas las... cosas feas que, que me dijo la noche que se… fue —dice entre sollozos.
Eli abre los ojos mucho más y lo mira con culpa y preocupación. —Joaquín, mi vida, lo siento tanto —ella comienza, abrazándolo muy fuerte—. Sabes que nada de lo que tu papá te dijo es verdad, tú eres maravilloso, eres mi pequeño orgullo mi amor, y sea cual sea la razón por la que tú padre se fue, nada nunca fue tu culpa.
Joaquín sorbe su nariz, limpiando lágrimas —Pero sí lo hizo; fue mi culpa mamá, se fue porque no quería un hijo así, como yo.
—No. —Comenta su mamá—. No vuelvas a decirlo, si tu papá se fue, lo hizo por idiota, por estúpido, por no poder aceptar las cosas que te gustan, y que es normal. Tu papá es un imbécil, ¿me oyes?
Su mamá suelta y Joaquín no puede creer que haya dicho tantas malas palabras en una oración, nunca la había escuchado.
Su expresión de tristeza cambia a una de asombro, y lleva sus manitas a sus mejillas y boca, impresionado “Mamá” el dice.
—Me disculpo por eso, hijo. Pero es la verdad, ¿de acuerdo? No te culpes por cosas que no te corresponden. —Ella dice, levantándose.
—Está bien, mamá —dice, porque decide que no es momento de una pequeña discusión.
—Bien. Duerme un poco más, si gustas, aún no hago el desayuno —sugiere, sonriéndole.
—Prefiero asearme de una vez, mamá, no creo poder dormir de nuevo —le avisa con expresión triste y su mamá asiente.
—Perfecto, te espero abajo —ella finaliza, dejando un beso en su frente y luego saliendo del cuarto.
Él lo agradece. Se levanta en cuanto su mamá cierra la puerta, y va al baño a lavarse la cara y dientes.
Es domingo. En realidad no hay mucho qué hacer. Estos días son sólo de comer y convivir, quizás salir con su mamá y su hermana.
Cuando termina, sale del baño y se sienta en su cama la pesadilla sobre su papá le ha quitado el sueño, hace mucho que no soñaba algo así y lo detesta, le duele el pecho cada vez que lo recuerda, es como revivir cada golpe y cada palabra, todo.
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Girasoles || Emiliaco
Hayran KurguJoaquín vende girasoles, y un día, gracias a un pequeño accidente, conoce a Emilio.