El inicio

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Un demonio y un vampiro, de todas las criaturas tenían que ser ellos, odiosos, encimosos, ¡malditos inmortales y su estúpida excentricidad! El demilobo conocido como Bakugo Katsuki ya tenía más que suficiente con un fantasma acosador como para tener que lidiar con esto también. Al menos el fantasma no podía tocarlo, pero ese otro par, era otra historia.

Primero llegó el vampiro a su vida. Todoroki Shouto, un vampiro puro, casi de la realeza. Todoroki se proclamaba el alma gemela de Bakugo. Todoroki era denso, terriblemente denso, e irónicamente podía llegar a ser muy encantador sin quererlo o intentarlo. Todo inicia años en el pasado, cuando Bakugo apenas era un cachorro. Todoroki, según dice, quedó prendado a Bakugo cuando, en una noche de luna llena, pudo oler su sangre por primera vez. "La sangre de hombre lobo puede ser o el mejor de los manjares, o un brebaje asqueroso para nosotros los vampiros", le dijo Todoroki, "Ah, ¿puedo morderte?", por lo menos tenía la cortesía de preguntar. Bakugo respondía que no, y Todoroki, curiosamente, respetaba eso. Esa noche Bakugo había perdido a toda su familia, estaba solo... o lo estuvo un rato, Todoroki no se apartó de él desde ese día al grado en que terminaron viviendo juntos, especialmente después de que los cazadores especiales de criaturas mágicas hicieran un contrato con un demonio oscuro que les dio magia, por lo que el hogar de Todoroki se volvió su refugio. Por más magia que usaran, no podían encontrar el castillo del vampiro, y mucho menos entrar en él.

Después llegó el demonio a su vida. Una noche, cuando su vida estaba en juego, Bakugo tuvo que hacer un contrato con él, logrando seducirle y engañarle para que, en lugar de matarlo, se volviese suyo. Kaminari Denki cayó directo en la trampa de esos bellos ojos escarlata. Dado a la naturaleza del contrato, Kaminari les dio la espalda a sus compañeros demonio y empezó a vivir junto con el demilobo y el vampiro. Kaminari no tuvo problema en acoplarse a la situación. Solo que, a diferencia de Todoroki, Kaminari era mucho menos respetuoso con las negativas de Bakugo. "¡Yo no puedo sobrevivir a base de comida común! ¡Necesito maná! Además, si yo me debilito, tú te debilitas, ¿entiendes?", desgraciadamente estaban tan atados el uno al otro que las necesidades de uno siempre se volvían las del otro. Algo inconveniente cuando el demonio con el que formaste un contrato resulta ser mitad incubo. "No es una naturaleza muy predominante en mí, pero a veces puede llegar a ser un problema".

Era, en verdad, todo un problema.

—¿Cómo amaneció hoy mi querido cachorro? —preguntó Todoroki, mientras servía en la mesa un plato con un trozo de carne chorreando sangre.

Bakugo observaba con el ceño fruncido a Todoroki, como diciendo "no me estés jodiendo", pero su cola se movía de un lado a otro sin parar, emocionado porque tenía hambre y aquella era carne de ciervo.

—No me digas cachorro maldita sea, ya tengo 21 años —ni siquiera tomó los cubiertos, sino que con sus manos sostuvo la masa de carne como si fuese una fruta y empezó a darle mordiscos.

—Cuando tengas más de mil años, entonces veremos.

—Ahg, anciano asqueroso —gruñó de vuelta, antes de sentir en su interior una cálida y agradable sensación. Kaminari estaba tomando un baño caliente y lo estaba disfrutando. Así mismo, Kaminari podía sentir algo tibio en su estómago, la sensación de que Bakugo saciaba su hambre.

—Anoche hicieron bastante ruido —comentó Todoroki, tomando asiento frente a su querido lobo, sirviéndose una copa de vino. Todoroki siempre estaba bebiendo. Era increíble que jamás se pusiera borracho. "Esto no es nada, algo así no podría causarme embriaguez", le dijo una vez a Bakugo, que cuando era más joven, bebió una botella y se embriagó al instante; desde entonces Bakugo miraba con recelo a Todoroki mientras bebía esos menjurjes.

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