Bajo el muérdago.

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»Dedicado a GrayBreeze, es tuyo, pequeña. Te amo.«

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Desde cuando Temo era tan hermoso?
¿En serio era ese el vecino de Aristóteles? Son cosas que el mismo Aristóteles ha estado pensando últimamente, y es que él estaba ahí, solo existiendo y luciendo hermoso.

— ¡Aristóteles! ¡Ponme atención! ¿En qué piensas, bobo? — dijo Cuauhtémoc al notar como su mejor amigo solo se iba de viaje a la luna.

— ¿U-h? — atinó a decir, no se había percatado de que había dejado de escucharlo para solo apreciar su belleza.

Pero claro que no le diría eso, ¡no, no y no!

— Perdón Temístocles, se me fue la onda — dijo sonriendo.

— ¿Que tanto me ves? — preguntó el pequeño.

»Tu bello rostro, tus lindos ojos, y tus suaves labios...- « Pensó Ari, esperen... ¿Sus labios?

¡No,no,no! ¡Aleja esos pensamientos, Aristóteles.

¡A él no podía gustarle su mejor amigo!

¿O sí...?

¡No! ¡El era heterosexual!

¿Realmente lo era...?

Son cosas que comenzaba a preguntarse el rizado.

Porque de un tiempo para acá, en lo único que ha pensado el chico, ha sido en besar a su mejor amigo.

Quizá si lo hacía, dejaría de pensar que era lindo, ¡sí! ¡Quizá solo era curiosidad!

Definitivamente lo era, así que ese fue el nuevo objetivo del rizado: besar a su mejor amigo.

| ••• |

Aristóteles se había ido a casa después de charlar con Temo, debía idear un plan para besar a su mejor amigo.

¿Pero como lo haría?

— ¡Por Dios, qué difícil! — dijo dramáticamente tirándose al sofá.

— ¿Que te pasa, mi Aris? — dijo la morocha entrando en la casa.

Oh, nada mamá, solo que no sé como hacer para besar a mi mejor amigo, en fin, ¿qué vamos a comer hoy?

Pensó, pero después descartó eso como posible respuesta.

Sería muy raro si se lo dijera.

Pero, pensandolo bien, tal vez un poco de ayuda de su madre le vendría bien.

— Mh... Mamá... Quiero besar a alguien, pero no sé como hacerlo sin que parezca raro. — dijo.

Qué sutileza Pendejostóteles.

La rizada lo miró sorprendida, nunca pensó que su hijo le preguntaría algo así.

Ella lo miró con complicidad, pero no preguntaría por la persona, después de todo, era mas que obvio, ¿no?

— Bueno m'ijo, pues hay diversas maneras, puedes pedírselo, o simplemente robarselo, o... ¡Ya sé! — Amapola dijo con entusiasmo.

— ¡Desembucha, madre! — Dijo Aristóteles con intriga.

— Bueno. — se sentó a su lado. — estamos por fechas decembrinas, hijo, podrías poner un muérdago en la puerta y llevar a Temo, ¡digo! A esa persona ahí, y tendrán que besarse, por la tradición. ¡Es la excusa perfecta para besar a alguien!

Aristóteles la miró asombrado, no podía creer que no se le hubiera ocurrido antes.

— Eres... ¡Una genio, mamá! ¡Gracias, te amo! — se levantó del sofá y dejó un beso en la mejilla de la rizada. — ¡Nos vamos luego, mamá, debo ir a comprar un muérdago! — dijo para, acto seguido, salir de casa.

Y así fue, como Aristóteles gastó varios pesos en un muérdago, siendo que podía hacerlo él mismo con cosas que tenía en casa, pero no seríamos nosotros quienes se lo dirían.

|•••|

Aristóteles regresaba a su casa con su pequeño adorno navideño en manos, debía apresurarse si no quería que alguien lo viese.

Para su mala suerte, esta última no estaba de su lado.

— ¡Ari! — gritó Temo al ver a su amigo

— H-hola Temo. — dijo, escondiendo detrás de sí el pequeño muérdago que yacía en sus manos.

— ¿Por qué estás tan misterioso? ¡Oh! ¿Qué traes ahí? — dijo, intentando ver lo que su amigo tenía.

— ¡N-nada, nada! No seas chismoso, Temístocles. — dijo evitandolo.

— Bien, bien. — rió. — ya que no vas a decirme... — hizo un movimiento rápido para arrebatarle a su amigo lo que tenía entre sus manos.

Al verlo, abrió los ojos como platos, ¿por qué Aristóteles compraría un muérdago? O mas bien, ¿por qué se lo ocultaría?

De igual manera no importaba, ya que, una alocada idea se cruzó por su cabeza.

— T-t-temo — comenzó a decir, sonrojado y nervioso —, n-no es lo que piensas, y-yo... Mgh...-

No pudo completar su oración, cuando los delicados labios de su amigo se posaron sobre los suyos. Tardó unos segundos en reaccionar, pero finalmente lo hizo, el ritmo era suave y lento,  disfrutando de cada momento de ese beso.

En esos segundos que mantuvieron sus labios juntos, Aristóteles solo podía pensar en lo bien que se sentía tener los belfos del mas bajo sobre los propios.

— ¿Q-qué fue e-eso? — atinó a preguntar Aristóteles al separarse.

— Estamos bajo el muérdago. — dijo el castaño con una sonrisita.

Fue entonces cuando observó arriba de ellos, donde Temo sostenía el pequeño muérdago que le había arrebatado minutos atrás, parado de puntitas para conseguir mas altura.

Era una imagen muy adorable a los ojos de cualquiera.

Temo mantenía sus mejillas rojas y respiración irregular.

Aristóteles sonrió, aunque no era como lo planeó, al fin había podido besar a Temo, pero había un problema...

Ahora no podía dejar de pensar que quería besar a Temo por siempre.

— Temo, seguimos bajo el muérdago. — dijo sonriente, para, en un rápido movimiento, volver a unir sus labios con los del menor.

Definitivamente, esto era lo que necesitaba, pero ahora más que nunca, sabía que era lo que quería, y era, ser el novio de su amigo.

¿Quién diría que un muérdago y un beso sería el responsable de aclarar los sentimientos de una persona?

Ahora ambos lo sabían.

Y estaban felices por ello.






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Hasta aquí el corto pero bonito especial de navidad, espero lo hayan disfrutado, ¡Melannie les desea felices fiestas!

Love, Melannie🌈

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2020 ⏰

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Besos bajo el muérdago ;; Aristemo [O.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora