-Iré al pueblo por víveres.
-Oni-chan te acompaño.
-No hay problema Sanemi-san me está esperando en el pueblo.
-¿Donde esta Shiro?.
-Iguro-san cuida de él mientras no estoy.
Abrió la puerta de la residencia siendo recibido por la suave nevada.
-Ten cuidado, los caminos se vuelven inestables.
-Si, no te preocupes.
-¿Donde estan los demas?.-pregunto la menor de los Kamados antes de que su hermano desapareciera.
-Rengoku-san está durmiendo con los gemelos, Himejima-san está de meditación con Ai, Mei y Takeo, Giyuu-san regresa en la noche, Uzui-san fue al pueblo de los herreros con Haru y Muichiro-kun está deambulando por el bosque.
-Muy bien, supongo que estará todo bastante tranquilo.-su hermano asintió despidiéndose con una mano.
-Nos vemos después.
-¡Cuidate!.
Asintió avanzando a grandes zancadas evitando caerse gracias a la nieve, suspiro y vio a su alrededor, todo era tranquilo ahora. A sus veintisiete años realmente podía disfrutar de su vida, habiendo acabado con la amenaza de Muzan todo se sentía más tranquilo la amenaza no estaba presente y podía criar a sus hijos con tranquilidad, los Pilares seguían trabajando con los pocos demonios que seguían deambulando por las zonas pero ya no eran tan requeridos, el hijo de Otokoyama había estado llevando las riendas de su familia y aunque al principio le costó al no tener a uno de sus padres guiandolo sin duda el mismo pudo salir con la cabeza en alto dando lo mejor de sí mismo. A pesar de haber tan pocos demonios aun salia con alguno de sus esposos a peinar el área, por más que fueran unos pocos demonios de nivel bajo los que rondaban sabía del peligro que se podrían exponer sus hijos y gente inocente, era mejor prevenir que lamentar.
Levantó su vista de la suave nieve que estaba pisando para ver al frente, poco a poco el bullicio del pueblo llegó a sus oídos, de entre los árboles pudo ver las construcciones de las pequeñas casas, en unos segundos llego a la calle principal viendo las verduras y carnes que ofrecía la gente.
-¡Joven Kamado que bueno es verlo aquí!.
-Lo mismo digo.
-¡Tanjiro-kun! hace poco vi a Shinuzagawa-sama con el pequeño Dai, ¡Sin duda a crecido mucho!.
-Crecen muy rápido.
-¡Tanjiro-kun!.
-¡Kamado!.
Fue saludando a toda la gente que conocía en aquel pueblo, ya no era tan secreto que era el esposo de los Pilares y menos aún sus cachorros, no había nadie que no conociera a sus esposos o sus hijos, sobretodo estos últimos que eran los más mimados por los habitantes.
Poco a poco la canasta que llevaba en su espalda se fue llenando con víveres para su familia, aquel invierno sin duda iba a ser bastante duro, por suerte el poblado era muy rico en sus verduras hierbas y carnes, y algunos puestos que venían de occidente.
-¡Oka-san!.-volteo con una sonrisa en sus labios al oír el llamado.
Unos pasos más atrás estaba Sanemi con su hijo más pequeño. La sonrisa del pequeño era enorme, una de sus manos estaba apoyada por los hombros del Alfa y la otra la estiraba hacia su dirección, un Taketombo estaba en su mano, con calma fue al encuentro de su cachorro y esposo.
-Dai-chan.-se acercó hasta su hijo rozando su nariz con la de él, al pequeño le encantaba ese gesto y reía a más no poder.
-¡Oka-san! ¡Oka-san! ¡Oto-san me compro un Taketombo!.-chillo con emoción el menor.
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Nieve (All x Tanjiro)
FanfictionEspecial de Navidad, espero que lo disfruten. Premios: #28 EN GIYUUTAN #599 EN KIMETSUNOYAIBA #12 EN RENTAN