En la vida de los héroes profesionales, los planes no siempre salen bien, y cuando esto sucede el estrés puede ser incalculable.
¿Que hacer? Solo por un momento, dejarse llevar por los placeres de la carne puede ser la mejor solución.
━━━━━━━※━━━━━...
Al primer beso sentí que algo se derretía dentro de mí, que me dolía de una manera exquisita. Todos mis anhelos, todos mis sueños y dulces angustias, todos los secretos que dormían profundamente dentro de mí se despertaron, todo fue transformado y encantado, y todo tenía sentido.
- Anónimo
Toyomitsu elevo la mirada para observar por tercera vez el cartel neón; un suspiro se ahogó en su pecho al tiempo que una mueca de disgusto se dibujaba en su rostro.
Los hombres de la agencia habían decidido, el día anterior, salir todos juntos a "relajarse"; un poco de diversión no hacía daño porque hasta los héroes necesitan tiempo para sí mismos, o al menos esa era su excusa. Sin embargo, esa no era precisamente la definición de diversión para Taishiro, pero accedió a acompañarlos porque, aunque no lo admitieran también buscaban animarlo.
—¿Qué estas esperando para entrar? —La voz de uno de sus compañeros resonó por encima de la estridente música; el pequeño grupo lo esperaba en la entrada del antro. A pesar de no ser más de las diez ya se notaba colmado de gente por todos los rincones. Desde las afueras se escuchaban los gritos y era capaz de imaginar los cuerpos entrelazados al compás de la música, en pocas palabras, el último lugar en el que desearía estar.
<Tengo hambre> fue todo lo que pensó antes de abrirse paso ayudado por su enorme tamaño o lo que quedaba después de usar su ataque lanza.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al sentarse, dejó caer la barbilla contra la mesa suspirando de forma ruidosa con los brazos colgando a los lados de su cuerpo. Ladeo el rostro para que sus ojos escanearan el lugar, sin fijarse en nada concreto.
<Quiero takoyaki> Sus compañeros, un poco ajenos a su estado de ánimo, realizaban planes sobre lo que harían esa noche.
—Oye Fat, —murmuraron a su costado.— ¿cómo te sientes?
—¿Ah? —exclamó con confusión para después sentir como un gran peso se instalaba sobre sus hombros al comprender la pregunta. Clavó más el rostro en la mesa, si es que era posible. No quería dirigir la vista a su interlocutor, porque a saber qué cara tendría en ese momento.
—Ya sabes...—El chico desvió la mirada incapaz de completar la frase, mientras los demás comenzaban a prestar atención al intercambio.
Fat tragó saliva con cierta incomodidad, aunque era parte de la profesión que se perdieran vidas bajo su tutela nunca sería fácil de sobrellevar, incluso si eran personas que había conocido por escasos minutos.
—Físicamente bien, pero...
Negó suavemente con la cabeza, dando paso a un silencio incomodo en cuanto sus subordinados comprendieron el motivo de la respuesta, sin poder más con las miradas se puso de pie, caminando hacia la barra, dejando a sus amigos atrás, quienes rápidamente volvieron a lo que estaban haciendo antes, siendo conscientes de que debían darle tiempo.
