Capítulo único

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Mercy observó el reloj que había colgado en la pared de su despacho: faltaban quince minutos para las doce. Suspiró hondo, se reclinó en su silla y bebió más de la taza de café que se encontraba sobre el escritorio.

"Ya casi es navidad...debería pasar algo de tiempo con los que están en la base... Ni siquiera bajé a comer... pero es que...esta investigación es demasiado importante, si la pospongo podría olvidar algún detalle o dato de gran importancia..." tan sumida estaba en sus pensamientos que no notó el momento en el que 'alguien' se había parado detrás de ella.

–Doctora Ziegler, ya es hora de concluir con su turno del día de hoy...todos están esperándola en el salón principal para brindar– posó sus manos metálicas sobre los hombros de la mujer, quién se exaltó mucho.

–¡¿G-Genji?! – dio un hondo suspiro– No te escuché cuando entraste.

Se rió –Pues...me alegra, se supone que esa es mi especialidad– dijo en tono bromista.

–¿Asustar doctoras con insomnio? – sugirió divertida.

–Si esa doctora eres tú...me gustaría poder hacer más que eso– con movimientos suaves y cuidadosos la abrazó rodeando su cuello.

Suspiró nuevamente y se dejó consentir por aquella muestra de afecto tan cálida, cerrando momentáneamente sus ojos –Y créeme que lo haces...desde hace mucho tiempo.

–No sabes cuánto me alegra oír eso– enredó sus dedos en el cabello de la rubia y lo acarició tiernamente.

–¿Podrías quitarte el visor y...todo lo que cubre tu rostro? Quisiera verte...y aprovechando que es navidad...si hay algún muérdago en el camino, ya sabes– murmuró apenada.

–Son órdenes de la doctora, así que obedeceré– en un par de segundos ya había quitado todas las partes metálicas, dejándolas sobre el escritorio.

Giró su silla para poder verlo –La capucha también, por favor– exigió divertida.

Tiró la capucha hacia atrás y sonrió –¿Así está bien?

–Perfecto– respondió al tiempo que lo abrazaba por el cuello –Bueno...quizás estás excesivamente vestido, pero eso...podemos solucionarlo más tarde– le susurró al oído.

Volvió a sonreír, aunque en esta ocasión con algo de picardía –Haré lo que consideres mejor para mí salud, doctora Ziegler.

–Y pensar que antes eras mi paciente más rebelde– comentó con ironía.

La sujetó por la cintura y la atrajo más hacia él –Eran...tiempos difíciles, de todas formas, siempre fuiste a quien más obedecí y respeté– aclaró apenado.

–Vaya... No me imagino cómo eras con los demás– comentó sorprendida.

–Hay cosas que es mejor no saberlas– aseguró sonriendo –Bueno, ya es hora...faltan algunos minutos para las doce, mejor bajamos– tomó a la hermosa mujer de la mano y comenzó a caminar hacia la puerta –Por cierto, sí hay un muérdago en la entrada del salón, creo que Emily lo puso allí por obvias razones.

–Pero qué conveniente. Sería una pena no aprovechar los esfuerzos de Emily.

–Definitivamente nos vemos en la obligación moral de utilizarlo. No pienses que es porque quiero besarte o algo así– aclaró fingiendo seriedad.

–Tampoco yo, desde luego. Solo soy muy respetuosa de las tradiciones– dijo siguiéndole el juego.

Ambos se miraron a los ojos durante unos segundos, fue inevitable reír a carcajadas y no pudieron parar hasta que llegaron a la entrada del salón en el cual, tal como había dicho el Cyborg, había un lindo muérdago.

One Shot navideñoWhere stories live. Discover now