Imaginar una vida sin Naruto fue el peor desafío que vivió en su corta vida y asegura, la más difícil en toda su existencia.
El rubio de ojos azules como el mismísimo cielo y una sonrisa capaz de atravesar cualquier noche oscura había dejado en su alma —en medio mundo— una marca que se incrustó en lo más profundo.
Para recalcar, que su legado, la vida sencilla que poco gozó, era admirada desde diferentes ojos.
Pero esta historia, es sobre unos ojos oscuros a los que se prometieron mutuamente, una vida entera que duró menos de un segundo.
(...)
Nunca quiso ser egoísta, ni desear cosas que no estuvieran en su alcance. Poco es mucho, decía consecutivamente su madre.
Pero enamorarse de Naruto era tanto que le gustaba que fuera así, mucho, para llenarse de él y unir sus corazones jóvenes e inexpertos.
Jurarse promesas a largo plazo donde ambos siempre eran felices y unidos. Quería decir que se arrepintió un poco de sus juramentos tan intensos para su edad pero sería una mentiría que no podía mantener.
Porque sintió tantas cosas por Naruto y su preciosa existencia, existencia que no compartía su mismo espacio físico y que ahora, con tanto temor, se cuestiona en qué otro espacio navega.
Si existe otra vida, otro momento, otra galaxia o una gloriosa eternidad donde fuera feliz, plenamente.
Quisiera decir que está bien, que sus ojos hinchados son por falta de sueño, y que las ojeras bajo su mirar es tan sólo una mala noche pero no puede, quiere negar que Naruto no se llevó la mitad —sino que toda— su vida con su partida, sin embargo, cada que su nombre se escucha rompe en llanto y sus deseos egoístas se desprenden desde el lugar más escondido de su interior.
Sus gritos de lamentos y reproches hacia el rubio y los juramentos que con esos iluminados ojos que trasmitían un sincero mensaje. Que lo abandonó, incluso, a pesar de odiar pensarlo, que le falló a sus promesas.
Quiere pararse enfrente de su tumba, llena de flores coloridas y de donde el sol parece, con tanto esmero, iluminar.
Mismo lugar donde con letras pulcras señalan su nacimiento y muerte. De la que no se recupera, y entre mantas dentro de su habitación, reprime sus pensamientos tan horribles.
Sabía que conllevaba enamorarse, nunca lo quiso. Anhelo una vida tranquila, donde sus emociones no fueran más allá, mucho menos fueran intensas pero... apreció, como amanecer en su desolada vida y le enseñó a gozarla, aunque él cada día, en medio de la madrugada, se desplomaba en un llanto por no saber cómo controlar la suya.
Pero esa historia, ese mañana cuando sus padres lo encontraron y la llamada que recibió al atardecer sólo marcaron una noche que pareció eterna.
Naruto se había suicidado.
Y con ello, medio mundo se apagó.
Y su primordial mundo, pareció muerto. La vida perdió a quien claramente, revolucionaria hasta la más pequeña grieta escondida en el diminuto espacio donde nuestros ojos no ven pero por alguna extraña razón, el sol siempre llega. Y el sol es Naruto.
Porque fue luz, más que ello, incluso podría jurar que era la galaxia entera. Emitiendo energía hasta donde no debía, y sosteniendo cuerpos más enormes que si mismo.
Medio roto, medio cansado, tan entregado que nadie entendía por qué, la respuesta a que esa sonrisa enorme decidiera no volver a aparecer.
Y Sasuke escuchaba los murmullos de cada persona cerca suyo, hablando de su amor, del dueño de cada pequeño movimiento que emitía y se cuestionaban.

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El sol que vivió toda la eternidad y tal vez más.
Nouvelles«El siguiente fanfic contiene contenido delicado para ciertas audiencias, por favor, mantener discreción, y sobre todo, respeto. » Naruto siempre estaba adelante de nosotros pero nunca fue capaz de saber, que viviría más de lo creyó. |NSN|