One Shot: GRAY

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Hubo un tiempo en el que ser alguien sin un negro o un blanco existió en los cielos. Eso éramos nosotros dos; pequeños colores grises son los que nos rodeaban sin la unión de una familia, un lado, un género, un deseo... solo éramos nosotros y una sonrisa en la boca.

Pero, a pesar de que éramos grises, a pesar de ser iguales, poco a poco nos fuimos transformando en algo distinto. Su cabello se volvió negro; sus ojos oscurecieron, pero su piel era igual de clara que la mía.

Yo en cambio, mi cabello se aclaro al igual que mis ojos. Sin embargo, mi hablar y decir eran correspondidos por él/ella.

Pero él/ella, cambió. Su hablar no era el mismo hacia mí, inclusive su forma de mirarme era más tenaz.

-Seré hombre.

Fue lo que salió una vez de su boca.

-Entonces, yo también lo seré. -Telas de seda rodeaban nuestros cuerpos tapando lo que ahora decidimos agregar a nuestro no tan gris ser.

- ¿Por qué deseas ser hombre? -Fue mi pregunta hacia él cuando rondábamos por los mismos cielos de siempre.

-Escuche que son fuertes, y yo quiero ser fuerte.

- ¿Qué te hace pensar que una mujer no lo es?

- No lo pienso, también sé que son fuerte, pero no quiero dar vida.

- ¿No quieres dar vida?

Sabía a lo que se refería, de hecho, me hizo recordar a las miradas que recibía anteriormente.

-Yo... empezaré a amar.

Y ahí estaban esos ojos oscuros esperando también a que dijera lo mismo. Esos ojos oscuros querían algo más de mí, y que lo único que obtuvieron fue una negativa.

-Yo no deseo amar.

Sus facciones se arrugaron y una tensión apareció en mi corazón cuando poco a poco se fue alejando de mí.

Sus pasos eran sumamente pesados al punto de ir hundiendo su camino.

Su cabello irradiaba una neblina densa y pesada... Él, ya no era más gris y eso me asustaba. Si él no volvía a ser gris no íbamos a poder permanecer en el mismo mundo. Seríamos separados para siempre.

Corrí hacia él con temor. Sostuve su mano y lo abracé sintiendo sus cálidas manos en mi espalda mientras que su aliento errático y caliente daba en mi oreja.

-Quiero que tú también ames.

Sus manos viajaban en mi espalda hasta llegar a mi cabello y acariciarlo. Se separó de mi viéndome totalmente diferente al normal o tenaz, ¿qué era?

- ¿Por qué quieres que ame? -Fue mi pregunta a su persona que se fue acercando a mí, que me robo el aliento y me hizo temblar con solo juntar nuestros labios; un rose gentil y blando.

-No quiero que ames, quiero que me ames -Sus ojos se cerraron cuando volvió a juntar sus labios con los míos. Yo también fui débil y los cerré, incluso mis manos se dirigieron a su cabeza y lo atraje más a mí al tener la necesidad de sentir más su sabor.

Él también me tocaba; eran caricias y yo también se las di. Mi corazón dolía al igual que mis pulmones por necesidad de aire.

Rompí el contacto y abrí mis ojos. No fue sorpresa que necesitara al igual que yo respirar. Lo que si fue sorpresa es que sus ojos eran completamente negros.

Me aleje.

- ¿Qué pasa?

Entre más se acercaba, más me seguía alejando. ¿Me vería igual que él?

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