Faustina, La de los ojos trágicos y desdichados

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Tucto, la ciudad de los ojos eternos, recibió aquel nombre debido a la vida desdichada y trágica de Faustina. Aquella mujer tenía los ojos azules, resplandecientes. Los hombres al observarlos quedaban hechizados, algunos; y otros, despavoridos y aterrorizados. Aquello no era lo único, sino que tenía un don extra, a parte de su belleza, solía embellecer a los hombres con su baile, lo que definitivamente la convertía en una diosa, como otros la llamaban. Pero, por qué una mujer con muchas cualidades extravagantes y auténticas hizo de su vida una calamidad. Esto se preguntó Jym, su fiel amante, al entrar a la casa de ella, con una botella de whisky en la mano derecha y con lágrimas entre los ojos. 

Era 1991, de seguro al momento que estés leyendo aquel cuento ya haya pasado algunos años, por eso es necesario entender en qué año se situó la historia. Faustina o diosa, como algunos la llamaban, era una doncella, en pocas palabras, pasmaba a todos los hombres que la iban a ver bailar en la Plaza Central de la ciudad de Tucto. Todos la aplaudían, la miraban, pero no precisamente a sus precisos, excéntricos y delicados movimientos, sino a sus ojos celestes que dejaban atónitos a los espectadores masculinos. Las pestañas eran rizadas que parecían flecos, una se yuxtaponiéndose a la otra hasta formar un conjunto de pelos que dibujaba sus esferas geométricas con mayor precisión. Sin embargo, había algo extraño en su mirada, precisamente en los ojos, ya que no solo embelesaba a los adanes, sino que generaba miedo y pavor como el viejo del corazón delator.

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