Nuestra apuesta

Resabio insuperable

Notas de autor: luego de casi 5 años, por fin creo que puedo terminar esto. Siento mucho haberme perdido. Transcurrieron muchísimas cosas. Me mudé de país, se dañó mi computadora, perdí mis archivos, bajones emocionales, depresión, malas decisiones y finalmente, luego de superar mi depresión, he decidido retomar mis escritos. Estoy ahorita en el fandom de Mo Dao Zu Shi, pero voy a terminar mis proyectos en HP, pues HP siempre será mi eterno amor.

Sin más que añadir, probablemente esto se extienda unos cuántos capítulos más debido a la extensión. Si hay alguien que aún lee esto... disculpen. Espero que lo disfruten.

Disclaimer: Harry Potter no me pertenece.

Nuestra Apuesta

Resabio insuperable

Draco Malfoy no se considera un joven que actúe por impulso. Bueno, al menos ahora que este último año en Hogwarts se cierne en la distancia, Draco Malfoy considera que ha madurado lo suficiente como para comprender finalmente que los impulsos, bajo el influjo de las endebles emociones, es algo que no puede permitirse.

No cuando su padre está en Azkaban; no cuando su madre permanece por él en aquella mansión, que debería ser resguardo, mas las intimidades se exponen todos los días al ser requisada por los Aurores. Su quebrantada madre aguarda, esperando y esperando por una expectativa, un consuelo nunca hallado.

Entonces, cuando Draco Malfoy considera todo aquello, ¿por qué tiene la sensación de haber actuado guiándose por la amargura que invadió su corazón? El orgullo mella, se cuartea como un fino cristal congelado, manifestándose en estigmas que penetran su corazón sangrante. La burla susurra con barbarie en su mente y esboza frases crueles que le recuerdan por qué nunca quiso aceptar la mano de Harry Potter.

Y ahora está ahí, una vez más, en los baños del tercer piso, contemplando, una vez más, aquella efigie del pasado que se manifiesta en el cristal cuarteado, ya mohoso por los años. Aunque los elfos domésticos lo limpien, no quitarán la inmundicia y Draco Malfoy es consciente de que, por mucho que intente expiar todos los pecados cometidos, siempre permanecerá sucio, siempre será un Mortífago.

Siempre sucio.

Qué ironía.

Cierra los ojos, una sonrisa se bordea en sus finos labios estilizados. Inspira con fuerza y la humedad en el recinto es mucho más amarga que su soledad.

El año en Hogwarts termina, luego de estas barreras protectoras que impiden al mundo resentido con él, amedrentarle, todo termina. Luego de su graduación, está consciente de que lo único que lo mantiene en pie es el patrimonio heredado, ni siquiera el apellido. Aunque la mayoría de edad se cierna sobre él como un recordatorio cruel de cómo estuvieron a punto de arrebatarle todo, aún su condición de estudiante le impide al Ministerio ejercer control y dominio sobre lo que le pertenece a los Malfoy por derecho.

Apenas termine Hogwarts... Draco Malfoy debe desaparecer.

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Al día siguiente, en la clase de Transfiguración, anuncian lo pronto que deberán presentar sus exámenes finales.

Parecido a los E.X.T.A.S.I.S., pero mucho más puntuales, exigirán un proyecto analizado en un pergamino de 80 cuartillas y al final llenarán una encuesta sobre su carrera a escoger de acuerdo a las notas establecidas en los diversos años cursados.

El examen en sí, sólo es para demostrarle al Ministerio que están capacitados en diversas áreas. Un sello de garantía.

Draco Malfoy atiende cada palabra enunciada por el profesor, anota todo con la pluma, esta rasga la superficie del pergamino amarillento con su tinta negra. La caligrafía es puntual, decidida, y sin embargo, puede percibir cómo su mano rehíla a causa de la mirada insistente que le otorgan en la lejanía.