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- No puede ser, esto no puede estar pasándome a mí ¡Mierda, mierda, mierda! - Exclamo la mujer de cabellos castaños quien pisoteaba el suelo del baño sin piedad - no puedo estar embarazada, no puedo tener un bebé, perderé mí trabajo -

Jena Lo Giudice era una joven de tan solo 15 años de edad la cual tuvo que vivir a rienda suelta por su propia cuenta al decidir irse de su casa por los constantes malos tratos que recibía a diario. Ambos padres eran alcohólicos y ningún día era colorido, como era de esperarse, Jena consiguió un trabajo sencillo en las calles y el que le daba un dinero con el que podía mantenerse en una pequeña casa que pudo comprar entre los bajos barrios de California, su trabajo consistía en prostituirse y al ser menor de edad cobraba aún más dinero que cualquier otra prostituta que hacía su mismo trabajo en esas zonas.

Cumplió el año y medio con aquella rutina en la que se acostumbro totalmente, le era tan normal ser tocada por cualquiera con tal de que en sus manos cayera billetes con un valor justo para su alquiler, terminó por aceptar que ese era su destino pero, un día bastaba para que su vida cambiara por completo.

Jena se encontraba realizando su rutina de trabajo, siempre salía de su casa desde las 7:00pm hasta la 1:00am dependiendo de cómo estuviera el ambiente y si esto ocurría se quedaba aún más tiempo fuera. Un día antes del 14 de septiembre obtuvo un cliente como cualquier otro, pagó y se dispuso a cumplir con lo pedido que consistía en tener sexo sin algún tipo de protección, Jena lo dudo demasiado pero este le dio aún más dinero para converserla logrando la aprobación de la misma después de ver la cantidad de 300 dólares sobre la mesa antes de empezar con su labor.

Termino por cumplir con el trabajo, el hombre no logro venirse dentro para evitar algún especie de problema pero aún así, no salió como esperaban al día siguiente después de que Jena se fue a su casa a descansar de una noche agotadora.

El 14 de septiembre Jena despierta para un nuevo día, siempre se nos ha dicho que "cada día es una historia nueva por vivir" y para Jena aplicaba totalmente aquella frase. Sospechaba que algo no andaba bien, a sus 16 años fue a una farmacia para comprar una prueba de embarazo, a pesar de que siempre fue una chica solitaria he independiente conocía a una chica quien fue su pilar cuando le contaba los millones de maltratos que recibía por parte de su madre y padre, ella la acompañó en aquél momento de su vida donde por fin se daría cuenta si sus sospechas eran ciertas.

- Tranquila Jena, puedes tratar de abortar, eres demasiado joven para tener un bebé, el dinero solo alcanza para tu propia existencia, además aunque quisiera ayudarte dudo mucho que algo de lo que te dé sirva para mantener a un bebé, no conoces al hombre que te embarazo, si tratas de buscarlo por cielo y tierra, no creas que aceptará ser padre de un día para otro, estás sola contra ésto -

- Fui una tonta al aceptar esa petición, acostarme con un desconocido sin preservativo, 300 dólares y un bebé, estoy jodida muy jodida Mel, necesito que me ayudes, no pienso abortar, hablar de ese tema me asusta, siempre he escuchado que puedes morir si eso no se hace bien, lo tendré y cuando crezca me ayudará, es su deuda por decidir venir al mundo - Hablaba entre dientes estrujando la tela de su blusa cerca de su vientre mientras se miraba fijamente con el reflejo de si misma en el espejo del baño terminando por tirar al suelo la prueba de embarazo que antes sostenía en su mano derecha-

- Piensa bien lo que dices Jena, ¿Traeras un bebé al mundo para que sufra? ¿En qué se convertirá después cuando crezca? Este mundo está demasiado jodido -

- No me importa, sufrirá igual o más que yo, me ayudara a mantener la casa hasta que consiga algo mejor, después se irá y yo seré libre, no pienso dejar mí trabajo, es el único que puedo tener con suerte, no tengo estudios o algún conocimiento más que no sea tener sexo -

LA CARTA DE UN ASESINO (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora