LA CARTA DE UN ASESINO (En Corrección)

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La televisión sonaba fuertemente y las noticias habían empezado.

"Un terrible asesinato a sangre fría en los bajos barrios de california aterra a los habitantes. Hace dos días se encontró en una de las casas un cuerpo de un hombre, identificado como Royer Mitcher de 43 años de edad, su cuerpo fue encontrado en el suelo de una de las recamaras, tenía una gran tijera que traspasaba su cuello, los forenses confirman que la causa de su muerte fue la asfixia de su propia sangre al permanecer en el suelo, en el hogar se encontró a una mujer casi inconciente que aseguraba no recordar nada de aquella noche, la mujer fue identificada como Jenna Lo Giudice, la misma afirmó saber que su hijo había sido el causante de todo, la policia decidio mantener a la mujer bajo expedición mientras se analizaba la casa para poder saber el paradero de su hijo sin tener mucho exito, hasta ahora esa es la unica información que hemos recibido, los tendremos al tanto de más noticia."

Habían pasado los días, ese pequeño adolescente que había salido de aquella casa esa madrugada dejó de ser el mismo. Luego de haber dormido en un parque, se reunió con sus amigos de la pandilla, trató de contar lo que había sucedo esa noche pero aún su cerebro estaba tratando de asimilar su posición, el shock en sus ojos era evidente y al recordar esas imagenes sangrientas sus manos comenzaban a temblar ligeramente, como cuando sostenía las tijeras en ese momento, derrepente la voz de uno de sus amigos lo había hecho aterrizar en el presente.

- Scott, no te preocupes por ese gordo, fue mucho mejor lo que hiciste, estoy seguro que si hubieramos estado en tu posición hariamos lo mismo, eres valiente y ahora todo un asesino, tengan cuidado con Lo Giudice, ya tiene sangre en las manos y mirate, ni una expresión en tu rostro que demuestre algún arrepentimiento, por eso me encantas, tan frio y espectacular, eres espacial para nosotros así que decidimos ayudarte ya que ahora no tienes a donde ir.

Los otros dos a sus costados asintieron como si estuvieran sincronizados, esas palabras eran las que confirmaban el enseñar arrobar para poder sobrevivir en las calles, con eso los cuatro chicos pasan los días yendo a diferentes puestos, robando frutas, carteras, estafando y seduciendo a diferentes personas con las que se cruzaban, las largas caminatas solían ser agotadoras pero valía la pena el esforzarse para poder comer esa noche. El pequeño de ojos grises había terminado de perder la poca inocencia que tenía y el corromper sus actos de no tomar las cosas ajenas se habían ido con el tiempo, siendo uno más del monton, robando de una forma magica.

En su antigua escuela, la unica persona que se preguntaba sobre su paradero era su psicologa, Vanessa se había interesado tanto en él que día y noche siempre trataba de escribir algo nuevo sobre el caso no pudo seguir investigando, hacía busquedas exhaustivas cada madrugada sin poder saber nada más, necesitaba a su paciente y ahora no sabía en qué parte del mundo se encontraba, el unico lugar donde podía buscar era en casa de Jenna, su madre.

Vanesa había decidido el ir en su buqueda, pero desafortunadamente cuando logró llegar, las cintas policiales y el gran silencio que podía sentir de aquella casa, le hizo saber al instante que no había nadie, aún así decidio bajar del auto y tocar la puerta en espera de una respuesta y como era de esperarse, nadie salió.

- Señorita, en esa casa no hay nadie, ¿vio las noticias? ocurrió un asesinato horrible en ese lugar.

en ese momento, una anciana había pasado por ahí viendo a Vanessa tocar y con tal insistencia como para que esa mujer decidiera hablarle e informar sobre lo que había pasado.

- ¿Un asesinato? ¿Quién? No... no puede ser Scott ¿o sí?

Vanessa estaba aterrorizada y en ese momento podía pensar en lo peor, que la madre de Scott haya podido matarlo y ahora no tuviese nada para su investigación.