Marco era doce años mayor que Diana, él 32 y ella 20. Se habían conocido por una red social, ella mintió su edad y estaba nerviosa ante el primer encuentro con Marco.
El aspecto de ella era muy llamativo, tenía un largo cabello rubio natural, sus ojos eran tan verdes que penetraban a cualquiera, labios carnosos, un cuerpo no específicamente escultural pero tenía lo suyo. Aún era virgen, siempre le dio inseguridad su cuerpo.
Él, llevaba muy bien su edad, tenía un abdomen marcado, brazos fuertes, la piel bronceada y el cabello castaño, usaba lentes para ver mejor pero igual se notaban sus grandes ojos color miel, le gustaba jugar a deportes como el tenis, ir al gimnasio y salir a fiestas donde siempre volvía acompañado.
Era viernes por la noche y ambos se iban a ver en un bar, Marco iba confiado de que se iba a encontrar con una morocha de 30 años, pero se llevó una gran sorpresa cuando en su mesa se sentó una joven rubia de menos edad.
-¿Tú eres Diana? -Preguntó él desconcertado.
-Así es...te mentí porque creí que jamás aceptarías salir conmigo... -Respondió ella.
-Mi límite son las chicas de 21 años, no suelo estar con menores a eso. ¿Cuál es tu verdadera edad?
-V...Veinte.
Era muy hermosa, nadie podría resistirse a ninguna palabra que saliera de esos labios tan carnosos y finos a la vez. Marco estaba confundido, su costumbre y su moral le decían que no pero su calentura y morbo le decían que sí, que siguiera y le de una oportunidad a la joven chica.
-Sólo tomaremos algo y nos conoceremos un poco más, te lo prometo. -Insistió ella haciendo una especie de "puchero"
-Está bien, acepto.
La noche siguió su rumbo, ambos habían bebido bastante pero más ella que él, esto dio el gran paso al coqueteo posterior, sumando a que Diana corrió su silla pegada a la de él y sin importarle la gente reposó su mano en el gran bulto de Marco.
-¿Qué haces? Pueden vernos... -Dijo él sorprendido.
-Necesito que sea contigo, quiero que sea contigo, enséñame. -Respondió ella.
-¿Qué cosa? -Dijo Marco confundido.
-Tengo veinte años y sigo siendo virgen, no quiero seguir así, tú eres el hombre ideal.
Marco no pudo resistirse y la invitó a su departamento. Allí es donde la acción tendría lugar. Lejos de todos sus pensamientos que el consideraba "correctos" comenzó a besarla, ella estaba confundida, no sabía qué hacer además de besar. Él guió las manos frías de ella hacia su camisa para que se la pueda desabrochar.
-No haremos nada que no quieras, Diana.
-Quiero todo. -Respondió ella con una sonrisa sexy y que incitaba a no parar.
Marco la sentó en la cama frente a él, mientras él se quitaba los pantalones y dejaba ver su gran erección a través de su ropa interior. Diana literalmente quedó boquiabierta, jamás había tenido un hombre con tan poca ropa cerca suyo.
-Eso no entrará en mi boca... -Dijo inocentemente Diana.
-Ya verás como si entra. -Respondió él.
Acto seguido, Marco quedó totalmente desvestido, ella sólo en ropa interior, aún se avergonzaba de su cuerpo, pero Marco la hizo sentir segura tocándola con sus grandes, fuertes y cálidas manos. Apretó sus pechos, recorrió su abdomen ida y vuelta, hasta darla vuelta y poder quitarle el corpiño.
-Lo quiero chupar. -Dijo ella determinante aunque tapándose los senos.
-Será un placer.
Marco procedió a tomar la mandíbula de Diana y a ayudarla a abrir la boca, en cuestión de segundos su pene estaba dentro de la boca de Diana. Al principio a ninguno de los dos les gustó, pero luego ella se hizo adicta al sabor y al extraño placer que sentía y a él lo calentó su inocencia y entusiasmo.
Estuvo minutos chupándolo sin parar, Marco casi acababa, pero no quería que fuera tan pronto. Tomó su cabeza e hizo que se dejara de ahogar con su pene.
-Date la vuelta, quiero enseñarte lo que verdaderamente es bueno. -Dijo Marco.
Diana, en pleno éxtasis, obedeció y se volteó quedando en cuatro patas sobre la cama. Él abrió sus piernas y también comenzó a darle sexo oral, con su lengua recorrió cada lugar jamás explorado por la joven inocente, no podían parar, ella temblaba de placer, la habitación se había inundado de gemidos mientras él recorría desde su clítoris hasta la zona anal con la lengua.
Había llegado el momento de la penetración, Marco tuvo la torpeza de no avisarle y ella no se lo vio venir, cuando quiso tener reacción estaba inundada de dolor y placer, tenía cada centímetro de su pene completamente dentro. Comenzó a gritar, él comenzó a penetrarla lentamente pero tapándole la boca para que el escándalo no sea tan grande. La quería para él sólo.
-Por favor...no pares Marco, no pares... -Dijo ella gimiendo y agarrándose fuerte de las sábanas de la cama.
-Tus deseos esta noche son mis órdenes. -Marco había comenzado a bombear más fuerte y agregó algunos cachetazos en el culo de Diana, el calor entre ambos podría haber derretido un glaciar entero.
Marco comenzó a cambiarla de posiciones, entre medio, ella había llegado a su primer orgasmo, pero a su suerte, no fue uno solo, fueron varias veces que sintió una gran mezcla de sensaciones que la hacían estar en un éxtasis constante. Él disfrutaba de verla retorcerse y ver cómo humedecía toda su entrepierna y las sábanas.
Marco sabía que se acercaba el momento, luego de tantas posiciones, tantos gemidos, tiradas de pelo, cachetazos, besos y apretones quería acabar, acabar en todos los sentidos.
-Ven aquí, ahora arrodillate. -Ordenó él mientras sacaba su pene dentro de Diana. Ella obedeció, estaba sumamente agitada.
Marco la tomó del cabello con una mano mientras con la otra se masturbaba fuertemente.
-Déjame a mi, por favor... -Dijo Diana inocentemente y comenzó a chupar con mucho entusiasmo desde la cabeza hasta el final del pene, teniéndolo dentro de su boca hasta ahogarse repetidas veces. Por algún extraño motivo a ella le excitaba.
-Prepárate... -Dijo él y al cabo de unos segundos llenó de semen todo el interior de la boca de Diana, incluso los labios. Ella quitó el pene de su boca para disfrutar aún más el sabor de ese néctar que pudo obtener.
-Si que sabe rico esto. -Dijo relamiéndose los labios para continuar chupando. Sabía que él tenía más para darle y así fue, logró que rápidamente acabara de nuevo en todos sus labios carnosos, ella lo limpió con sus dedos los cuales luego chupó y chupó hasta dejarlos limpios.
Ambos se bañaron en la misma ducha y al mismo tiempo, siguiendo un poco con el juego, aunque ya estaban cansados. Durmieron juntos y por la mañana mientras Marco dormía, Diana se levantó, se vistió y le dejó una carta diciendo:
"Esto se va a repetir, ahora soy una experta"
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Piel y deseo.
Short StoryLibera tu mente y explora nuevos lugares en ella y en tu cuerpo. Dejate llevar.