Capítulo 12

10 1 0
                                    

Cuatro emociones.

Hay que aclarar.

Cuatro emociones... muy distintas.

Confusión, miedo, emoción y la más inesperada, alegría.

¡Oh vamos! ¿A quién diablos le daría risa saber que alguien tiene poderes capaces de matar a alguien?

Vuelve a aclarar Vanya...

Okey, jamás maté a alguien -o eso creo, quién sabe lo qué pasó con los chicos del callejón- pero luego de todas las cosas que pasaron, probablemente podría hacerlo sin problemas.

Bueno, volviendo a lo de las emociones; Derek estaba... bueno, para que entiendan mejor, su cara decía "estoy apunto de mearme encima". Thomas lo único que hacía era abrir y cerrar la boca sin articular palabra, exacto, confusión. Emma no paraba de decir que se moría por ver una demostración y por último -y no significa que sea el más importante- Rodrigo -ahora llamado por mi "Argemado"- se moría de risa por ver a los otros tres creyéndome, lo único que quería hacer era tirarle una llamarada en la cara.

—¡Deberían ver s-sus caras!—el tipo lloraba de risa—¡Obviamente está mintiendo no sean boludos!

—Amor, ella no está mintiendo—trató de decir Jazmín, pero Rodrigo no paraba de reír.

¿Y si borramos esa sonrisa de su cara?

Al fin dices algo con sentido, amiga mía.

¿Recuerdan que dije que había aprendido a usar mis poderes sin necesidad de mis sentimientos? Bueno, eso haría en este momento. Levanté toda el agua del río que pude, quedando yo a espaldas de la enorme ola. Antes de tirársela encima, lo miré con mis ojos radiando luz azul. Era la primera vez que hacía una "salida" triunfal.

—¿Ahora me crees?—y le tiré la ola encima. Deberían haber visto su cara. Fue una de las experiencias más épicas que viví.

El agua arrastró a Rodrigo algo lejos. Sentí algo de lastima por Jazmín, es decir, pobre de su novio.

—Eso fue...

—¡Fantástico!—Emma en serio estaba emocionada—¿Hace cuánto los tienes? ¿De dónde los sacaste? ¿Son difíciles de controlar? ¿Qué se siente tenerlos?

—Más despacio Mc Queen, demasiadas preguntas.

—No puedo creer esto. Lo siento, voy a... hacer pis—Thomas se alejó. Y de la nada, volví a sentir manos en mi cuello levantándome.

—¿Qué demonios?

—¡Vanya!

Y todo se volvió negro.

(...)

Diego

—¿Cuánto cuestan?

—5 dólares—dijo el vendedor

—Dame las moradas.

—Enseguida—El hombre me entregó las flores. Salí de ahí caminando algo apurado. Me subí a mi auto y arranqué a toda velocidad. El hospital de la ciudad quedaba algo lejos, tendría que acelerar si quería llegar antes que los demás.
Pisé el acelerador de una vez por todas. Cada día me hacía más preguntas. Me torturaba a mi mismo, yo en serio tenía la sensación de culpa, trataba de hacerme entender que no había hecho nada malo pero simplemente me pasaba eso.

—¿Son para alguien especial?—me preguntó la madre de ella

—Son para alguien que se merece el cielo y las estrellas, y lo único que tengo son estas flores—reí. Subí por el ascensor hasta el último piso, me había cansado de leer esas palabras.

Llámame VANYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora