Capítulo 35

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Mi cuerpo ardía, el entorno era negro, frío y de alguna manera —quizás por los efectos— silencioso. Toda la noche se sintió así, aunque en mis adentros supiera que estaba haciendo algo en algún lugar desconocido.

Cuando el alcohol me dejaba inconsciente solía tener sueños agradables, lindos, salvajes. Era probable que mi mente quisiera mantenerme a salvo de esta manera así que, como en muchas ocasiones, acepté todos esos sueños sin oponerme. No los iba a recordar, de todas formas.

Una vez que me dije que debía despertar, interrumpí una de mis tantas fantasías y me repetí con insistencia que ya era hora de volver a la realidad y saber qué daños había causado en el momento en que la razón no se encontraba junto a mí. Tenía miedo de verlo, pero no era propio huir para siempre teniendo ya un montón de nuevas responsabilidades.

Hacía frío, sin duda alguna. No traía nada encima más que el bóxer, una camiseta interior y unas cuantas mantas que me resguardaban sobre una acolchonada superficie. Me hice un ovillo, apreté los párpados y me aferré a la almohada bajo mi cabeza, suave y tan fresca como el clima.

Poco a poco recuperé el conocimiento y con ello, mi sensibilidad. Traté de no moverme demasiado porque acababa de sentir dolor en los brazos, la frente y las piernas. Resaca, por obviedad, y molestias físicas que solo podían significar una cosa.

No puede ser...

Me obligué a abrir los ojos para averiguar qué había pasado.

Lo primero que saltó a mis ojos fue mi escritorio, seguido de la cámara y la laptop que casi nunca movía de ahí. Estaba en mi apartamento, solo, con las cortinas cerradas y sumido en una leve oscuridad que me indicó que ya era el día siguiente. Suspiré con un poco de alivio.

Salí de fiesta la noche anterior para celebrar mi reunión con la galerista, pero no tenía recuerdos después de la llamada con Sol-gi. Me quedé en la barra con mi mejor amigo y el resto fue historia.

Me preocupé. Esto tenía similitud con la mañana en la que descubrí que lo había perdido casi todo.

Aunque todavía mi cuerpo se hallara muy debilitado y mi piel hirviera, hice un gran esfuerzo por levantarme de la cama en busca de mis pertenencias más importantes. A tan solo un metro de distancia encontré junto a mis pantalones mi celular y mi cartera, intactos. No tenía notificaciones de pagos nuevos o mensajes extraños, pero sí alrededor de 34 llamadas perdidas de Jonah desde media noche y el resto de la madrugada.

Había llamado tan solo veinte minutos atrás, cuando aún dormía, así que fue mi turno de llamarlo para avisar que al menos estaba vivo. Me senté en una esquina de la cama, aún desnudo, agitando una de las piernas con bastante ansiedad. El ambiente estaba helado, pero poco me importó después de que quisiera eliminar las altas temperaturas que experimentaba en la piel.

—¿Luke? ¿¡Dónde carajos estás!? —Ni siquiera me dejó hablar cuando contestó­­—. ¿Te encuentras bien? Llevo toda la noche buscándote, estaba por llamar a la policía.

Mi respiración se aceleró un poco, parpadeé más de la cuenta para que dejaran de arderme los ojos.

­—Estoy en mi apartamento ­—respondí, con la voz temblorosa­­—. No sé cómo llegué aquí ni qué sucedió.

Hice memoria de a dónde fuimos, lo que conversamos y la cantidad de alcohol que ingerí. No podía tener tan poco aguante ni quedarme sin conocimiento con tan solo cinco tragos. Eso jamás pasó y era casi imposible que esta vez hubiese sido una excepción.

­—Luke, si pasaste la noche en casa de alguien más, créeme que no me importa —añadió, serio pero más relajado—. No le diré a Moon-jae, solo quiero que me digas la verdad.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora