¿Kim Jennie?

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   Dolor... todo lo que siento es un agonizante dolor y cansancio que recorre mi cuerpo. Siento un profundo vacío en mi pecho que no desaparece, al contrario, cada día se intensifica al recordar todas las noches aquel fatídico día. Estoy harta de todo, estoy harta de la vida, estoy harta del mundo...

   Es esta otra noche más en la que me encuentro caminando en dirección a la posilga que tengo como hogar. Fue mi decisión, yo fui quien quiso abandonar toda mi fama y mi dinero cuando aquel suceso que no quiero recordar, pero vive en mi mente, ocurrió. Ha pasado un año desde eso, un año desde que me mudé a Inglaterra y mi vida es un asco. Cada día que pasa no puedo evitar sentirme peor. Aquí en Londres anda lloviendo mucho durante esta etapa. Cada noche llueve y hoy no es la excepción. Entrando a la posada en la que trabajo y duermo, el olor desagradable del alcohol y de los hombres insoportables que abundan aquí ataca mi nariz.

—¡Jennie! —el grito ensordecedor de mi jefe hace que me gire.

—¿Uhm? —emito.

Desde hace un año me convertí en una mujer de pocas palabras. No he entablado una conversación con nadie de más de treinta palabras.

—¿¡Dónde estabas!? ¡Sabes que tus horas de trabajo no han terminado! —odio que me griten y eso es lo único que él hace.

—Disculpe señor, no ocurrirá de nuevo —hago una pequeña reverencia como disculpa y él me agarra del cabello.

—¡Maldita coreana de mierda! ¡Si me vuelves a desobedecer, te mato! —me empuja tan fuerte que choco contra el mostrador.

Con lágrimas en mis ojos me pongo a atender a las bestias que hay como clientes.

Detesto mi vida

Detesto este mundo

Creo que debería seguir los pasos de...

Al día siguiente me desperté bien temprano en la mañana y recogí las pocas ropas que poseía. Estaba decidida a irme de esta maldita posada. Me marché sin hacer mucho ruido para que Jhon, mi antiguo jefe, no se diera cuenta. Las mañanas en Londres eran hermosas, a esta hora casi nunca llovía. La ciudad estaba viva, muchas personas caminaban de un lugar a otro sin parar. Yo, intentando escabullirme sin llamar la atención. Todo iba de maravilla hasta que esa camioneta que reconozco tan bien se estaciona a mi lado. La camioneta que todos los idols poseen. De esta sale Park Jimin. Sus ojos, abiertos a más no poder, me definen con asombro.

—¿Kim Jennie? —pregunta, aunque sus ojos reflejan seguridad.

Sin pensarlo me mando a correr. No quiero que me encuentren, no quiero volver a Corea del Sur, no quiero enfrentar de nuevo las cámaras.

—¡Hey! —me sigue y por ende me alcanza.

Con la debilidad que llevo es bien fácil atraparme.

—Eres Jennie, ¿verdad? —me mantiene agarrada por los hombros para que no escape.

Asiento débilmente.

—¡Al fin se te encuentra! —exclama y lo miro con confusión—. No vine aquí exactamente para buscarte, pero se que allá en Corea, Lisa y Rosé están moviendo mar y tierra para encontrarte —afirma y mi corazón se encoge.

Lisa... Rosé...

—No quiero volver —niego rotundamente.

—Lo siento, no dejaré que te quedes aquí sin ninguna protección. Tan solo mírate, Kim, ya no eres la misma —sus ojos muestran tristeza.

En pocas ocasiones pude intercambiar con BTS cuando me mantenía como idol pero las veces que lo hicimos siempre nos sonreíamos y nos apoyabamos entre sí. Se que Jimin es de un corazón muy bondadoso.

—¿Qué piensas hacer conmigo? —planteo.

—Voy de regreso a Corea, y tú te vienes conmigo —afirma y me lleva con él hasta el auto.

—Jimin, entiendeme, volver ahí será mi peor tortura —un sollozo involuntario se escapa.

Ese es el miedo y dolor que tengo ante enfrentar todo eso de nuevo.

—Entiendenos tú a nosotros —me pide y me incita a subir a la camioneta, lo cual termino haciendo.

Después de un largo año parece que llegó el momento de la verdad.

[...]

Estábamos de vuelta en Corea del Sur. Mi tierra, mi hogar, mi familia, mis amigas, todo se encontraba aquí, pero a la vez estaba ese suceso desastrozo que hoy en día llevo conmigo culpandome. No se como en el aeropuerto Jimin y su mánager se la arreglaron para que los paparazzi no capturaran ninguna imagen de ninguno y que no vieran mi cara. Nadie me podía reconocer aún.

—Todo estará bien —me apoya en un susurro.

Poco rato después ya nos encontrábamos en la Big Hit.

—Bang Sihyuk —habla con fuerza, entrando al despacho del fundador de esta gran empresa.

Yo detrás de él.

—Jimin, bienvenido de vuelta —recibe cordialmente.

—Muchas gracias —hace una reverencia—. Director Bang, en Inglaterra encontré a... —se hace a un lado dejando mostrar mi frágil cuerpo—... Jennie.

—Kim Jennie —sus ojos se abren en una evidente sorpresa.

—Buenas noches, señor —me inclino como saludo.

—¡Oh dios, al fin eres encontrada jovencita! —exclama—. Debemos localizar ya a YG Entertaiment —comunica, agarrando el teléfono de la mesa.

—¡No! —casi grito y capto la atención de los dos—. Aún no, por favor —suplico.

—Director Bang, ¿la puedo llevar a casa? Necesita un buen baño y ropa nueva —afirma Jimin y él otro accede.

—Ordenaré a que lleven ropa femenina. Es un placer que estés de vuelta Jennie, bienvenida —despide con una cálida sonrisa.

Estar de vuelta, ¿eh?

Curas Mi Dolor [EDITADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora