Capítulo 1

15.7K 410 38
                                    

Otra vez aquí, en este psiquiátrico repugnante, al igual que todos los días. Siento que camino hacia la muerte, no le veo futuro a mi vida en este lugar. Cuando salgo de mi celda,  siento aquel olor húmedo, triste y lleno de agonía.

El paso del tiempo sólo produce un aumento en los suicidios,  muy pocos resisten el sufrimiento por el que nos hacen pasar día a día, torturas, maltratos... Me duele que las personas de afuera  piensen que nos cuidan, que nos tratan con cariño, con amor, cuando no pasa nada de eso y es todo lo contrario.

¡Están todos locos! y me incluyo. Siempre he pensado eso, son todos unos malditos enfermos! , junto con los doctores y enfermeros, ellos nos ven como experimento, nos tratan como si fuéramos cosas, y eso sólo nos sirve para quedar peor psicológica y físicamente.

Mientras más pasa el tiempo, el lugar se convierte en la peor pesadilla existente, cuando los doctores comenzaron a traer objetos peligrosos solamente para experimentar con nosotros.

Aún recuerdo cuando llegué a este lugar.


*Flashback*

Tenía trece años, y existía en mi un cierto interés en estos lugares. Investigaba y buscaba más información acerca de psiquiátricos. Me hubiera gustado visitar uno, pero no quedarme por siempre.

Hubo un tiempo en que mi mente comenzó a fallar, yo lo notaba, pero no podía hacer nada. Fue cuando aparecía un niño, que con el paso del tiempo se hizo mi amigo, al comienzo me visitaba todas las noches, pero luego también estaba de día junto a mi, y de vez en cuando traía consigo una niña,  que tenía un aire malévolo, cuando mi amigo se iba, mi mente creía que ella tramaba algo.

Mis padres notaron que tenía algo mal dentro de mi mente, me asustaba con todo, no quería acercarme a nadie, ni menos confiar en alguien, dejé de ser expresivo según lo que ellos me decían. Por esta misma razón decidí  contarles acerca de mi amigo y la extraña niña. Pero un día, en el que ya tenia diecisiete creo, no recuerdo muy bien, no podía más, no lograba salir de mi habitación, tenía demasiado miedo, al parecer  también tenía alucinaciones, y en las paredes lograba ver letras con sangres y mensajes terroríficos. Esa tarde mis padres entraron a mi habitación, forcejeando la puerta.

No tuvieron más opción que ir a inscribirme a algún hospital mental, ese día en el que llovía demasiado. Un señor atendió a mis padres, y al próximo día me internaban en este lugar sin salida.

*Fin flashback*

No sé que hora es, pero llegó la hora de comer, mis estómago comenzó a sonar y tengo hambre, aunque no me gusta comer aquí, desconfío de la comida porque podrían ser restos de humanos o algún componente químico que me haga daño,  por esa misma razón no me alimento sanamente desde que llegué a este lugar. De hecho, dudo que alguien se alimente bien en este lugar.

Me voy a mi celda, a descansar un buen rato.

Al llegar reposo sobre mi cama, llena de manchas y el fierro que la sostiene está oxidado. Y las paredes llenas de palabras que he escrito en este tiempo.

Quería escribir, algo, cualquier cosa, siempre he pensado que es una buena forma de desahogarse. No bastó con pensar esto y la luz se corta.

Me da miedo la oscuridad, y no lo negaré, el mejor escondite es debajo de mi cama.

Al pasar un rato, sentí la presencia de alguien, su respiración era agitada, no sé de quien se tratará esta vez, siempre hay locos de aquí para allá.

Aquella persona me sacó de mi escondite, me gritó al mismo tiempo que escupía saliva en mi cara.

- Tú.. -hace una gran pausa para tomar oxígeno- vas a ir con otros más a restablecer las luces. El que vuelva primero se mantendrá a salvo, pero los otros.. -me hace una seña con su mano-

Este tipo, ¿Quién se cree que es? que viene, me toma y además me manda.

Traté de salir lo más rápido posible, y me dirigí a las escaleras que llevan al sótano, para que no me ganaran los otros. Sinceramente en estos años nunca los había visto. Sólo somos cinco, y cual de todos más extraño. Pero uno me llamó la atención, ya que tenía un palo lleno de clavos.

A cada uno nos entregaron una vela, para ver obviamente y no perderse.

Comenzamos a bajar, el tipo del palo nos amenazó a muerte.

Me dio demasiado miedo. Sólo sobrevivieron dos de personas de las cinco, yo y el tipo extraño del palo.

Tenía que restablecer la luz e irme a mi celda, lo cual no suena complicado.

Al intentar por primera vez acercarme a la fuente de luz, ví como uno de aquellos murió. Las personas muertas eran lo mejor, pero no sentía lo mismo al ver como moría y agonizaba aquel hombre.

Corrí, y yo diría que ha sido lo más rápido en toda mi vida, hasta que logré llegar al generador de la luz nuevamente, lo encendí y me largué de ese lugar.

Cuando ya estaba a salvo, fui a mi celda. Entro a ella y veo que hay un tipo acomodado en mi cama ¿Acaso nadie tiene respeto en este lugar?

-¿Que haces tu aquí? -se dirigió a mi ese hombre, el mismo de denante- Le di esta celda a otro enfermo. Pensé que no llegarías con vida -

Al parecer se llama Eddie ya que el enfermo que está en mi cama lo nombró así.

-¿Y en dónde duermo?- le pregunté.

-Busca tú un lugar, el hospital es grande - se da media vuelta, y se va.

Éstas cosas sólo me pasan a mí, Miles, acéptalo, nadie te respeta en este lugar.

Ahora no hay celda, no hay cama. Adiós recuerdos en las paredes.

Mi vida en un psiquiátrico.[EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora