El viento soplaba fuertemente sobre la ciudad, tomando con fuerza el sombrero de una mujer que caminaba en mitad de la calle sin siquiera mirar hacia los lados y lanzándolo con violencia lejos ella. El sombrero atravesó aquel viejo y oxidado puente, rozando el brazo de un joven que caminaba hacia el borde, para luego caer en pleno río, perdiéndose de vista tras unos pocos segundos. Un hombre de mediana edad conducía furioso y a gran velocidad y al ver esto, comenzó a lanzarle fuertes improperios a la mujer mientras sacaba la cabeza por la ventana de aquel auto color gris. Sus gritos llenos de resentimiento hacia aquella mujer, hacían demostrar la enorme frustración que ahora depositaba aquel hombre en esa pobre mujer, por todos sus problemas maritales que por años había estado cargando.Una fuerte tormenta podía verse aproximarse a la distancia, las nubes cada vez más oscuras comenzaban a tapar los débiles rayos de sol que lentamente parecían dejar a las personas que transitaban por aquel puente en una deprimente y vacía oscuridad, el frío lograba calar la carne de aquellos que confiando en la televisión estatal habían salido a la calle solamente con polera en plena primavera.
Un hombre solitario caminaba pensativo por la calle, vistiendo un esmoquin que le quedaba algo ajustado en la cintura. El hombre se llamaba Benjamin Marqués era un empresario joven que había recibido su fortuna recientemente, el mundo parecía sonreírle. Había nacido en una familia adinerada pariente de políticos y había estudiado siempre en prestigiosos colegios de la mejor calidad. Jamás había conocido la pobreza ni la carencia de ninguna clase, hace un par de meses la empresa familiar que ahora debía dirigir había logrado consolidarse en el mercado. Toda su vida parecía estar sonriéndole, pero aquella mañana tras prender la televisión por primera vez en dos meses y no colocar Netflix, había visto en el noticiero como la gente se manifestaba en todo el país al no poder vivir bien. Su mayor sorpresa fue cuando tras escuchar las demandas de las personas una frase salió de su boca "tal vez deberían trabajar más para ganar más", dijo esbozando una pequeña sonrisa que luego se apagó cuando uno de los entrevistados en televisión respondió "trabajo diez horas cada día solo para ganar una miseria, no hace falta gente que trabaje más hace falta que con menos se pueda vivir bien". Aquella frase lo había dejado pensativo gran parte del día.
Unos pocos pasos más allá, la silueta de un hombre se visualizaba pobremente. Un sujeto de apenas veintidós años estaba parado en la baranda del puente, mirando hacia abajo con una mirada totalmente vacía y carente de cualquier emocionalidad, parecía deseando ser empujado por aquel viento que comenzaba a aumentar con cada minuto, como si no tuviese la fuerza necesaria para dar aquel último paso.
Marqués se apresuró a acercarse a aquel sujeto, era alguien delgado, pelo algo revuelto y una incipiente barba que reflejaba que llevaba unos días sin afeitarse, su ropa era limpia, nada costosa ni siquiera de gran calidad, parecía inquieto, con un gran dolor. Benjamin intentó tocarlo pero un pensamiento invadió su mente, sabía que si lo tocaba y este se lanzaba la gente lo podría acusar de asesinarlo y destruiría toda su reputación, no podía hacer nada por ese hombre salvo hablarle e intentar convencerlo de que no lo hiciera. Saco la lengua de su boca y mojo sus labios suavemente reflejando su nerviosismo y llevo su mano izquierda a su cara deslizándola desde la nariz hacia su mentón.
-Hey, chico -dijo Marqués dubitativo- es una dia muy feo ¿no crees?.
-Es un día como cualquier otro -dijo el joven mirándolo de reojo- mejor váyase de acá señor, créame no querrá ver lo que sigue.
-Si me voy saltarás ¿cierto? -dijo el hombre evidentemente preocupado-.
-Lo haré de todas formas señor -dijo sonriendo levemente-.
-Chico ¿porque haces esto?, hablemos, no es necesario que saltes, cuéntame ¿como te llamas?, ¿que te ocurrió? -dijo Marqués dando dos pasos hacia el muchacho-.
-Soy Matias... -dijo el joven volviendo a mirar hacia el vacío- ¿porque querría escuchar mi historia si ni me conoce?
-Porque necesito entender porque alguien haría algo como esto, -dijo Marqués mirando hacia el suelo- por favor chico, háblame.
El cielo comenzaba a sonar, las nubes reventaban con el viento y la oscuridad avanzaba lentamente cubriendo los cerros del fondo los cuales cada vez se podían visibilizar menos. Las aves comenzaron a esconderse, señalando una inminente lluvia que comenzaría en unos minutos más.
Marqués y Matias se encontraban detenidos en aquel lugar como si fueran parte de una gran pintura, estática y con poca iluminación, mientras las demás personas caminaban sin prestar atención a lo que estaba ocurriendo en ese momento, nadie se fijaba en Matias y nadie ayudaba a Marqués. El mundo era demasiado individualista, nadie siquiera había notado que aquella mujer que había cruzado la calle había sido atacada minutos antes por un grupo de hombres y que estando totalmente drogada se dirigía rumbo a la policía para pedir ayuda, con la ropa totalmente rota. Nadie notaba que aquel conductor en realidad iba llorando de desesperación debido a que era el día del aniversario de su matrimonio y tras llegar a su casa había descubierto a su esposa en la cama con su hermano.
El mundo estaba plagado de problemas pero nadie se detenía ni siquiera por un segundo a prestar atención, ofrecer ayuda o si quiera preguntar, salvo Marqués quien seguía esperando una respuesta de Matias, totalmente inmóvil con una gota de sudor frío que recorría su cien derecha ante el nerviosismo de lo que estaba por presenciar. Se llevó la mano izquierda al rostro y volvió a deslizarla desde su nariz a su mentón.
-Vamos chico dime algo, -dijo con un tono de voz más agresivo- aún tienes una vida por vivir, eres joven, no necesitas hacer algo como esto, voltea, ven hacia mi, cuéntame ¿por que harías algo como esto?
Matias volvió a mirarlo de reojo, suspiró y volvió a mirar hacia el vacío.
-Esta bien, te contaré mi historia.