Capítulo 1

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"Una vida saludable necesita más aventuras que vegetales"

Caroppon, historias de un aldeano.

El día empezó, pues, como cualquier otro. Un sol brillante y tibio despedía sus rayos hacia la ventana de un joven al que se le habían pegado las sábanas.

Pasaron los minutos y finalmente el luminoso destello alcanzó los ojos de aquel muchacho.

Su nombre tal vez familiar para ti, era Schnee o Snow como solían llamarlo los campesinos ingleses que veía a diario en el mercado del pueblo.

El joven era risueño y apacible, de temperamento muy dócil, tanto que algunos lo llamarían cobarde o ingenuo. Su apariencia ya mencionada por los Grimm es cierta. Cabello negro como las alas de un cuevo, piel tan blanca que puede compararse a la luna mas alta de invierno y los ojos más hermosos que has visto jamás; pestañas largas y abundantes abanicaban sobre dos maravillosos gemas color negro, brillantes y curiosos a las maravillas que lo rodeaban. Era un verdadero espectáculo hipnótico el quedarse mirando a tan increíble rostro.

He de añadir que el muchacho era tan bajo como una joven de aquel tiempo e igual de delgado que un brote de soya. No existían músculos no importa donde buscaras. Aún así, el era capaz de hacer las cuarenta y dos tareas diarias, que debían hacerse por no menos de un centenar de criados, mucamos y sirvientes de toda índole.

Era realmente increíble el verlo trabajar desde que el sol se alzaba hasta pasadas unas horas después del anochecer.

Más esa mañana en particular, las cosas empezarían mal debido a su descuido con la hora de levantarse.

La campana de la habitación principal no dejaba de sonar perturbando la antes silenciosa cocina. Entonces al escuchar por décima vez la campana en su sueño Snow se percató de la hora.

—¡EL TÉ! — grito saltando de su confortable lecho.

Corrió escaleras abajo y entró a la cocina, lo más rápido que pudo, preparo té, galletas y un desayuno sencillo con jalea.

Tomo una bandeja en cada mano y subió de nuevo esta vez al tercer piso, donde a la mitad de un enorme corredor, dos puertas de roble muy oscuro se alzaban entre la penumbra de la enorme ala.

Dio un pequeño golpecito a una de las puertas y desde el interior una voz femenina con atisbo de cansancio replicó.

—Adelante... Llegas tarde Shnee— recriminó lo último mirando directamente al joven que ahora pasaba por la puerta.

—Lo siento mucho Madame, me he quedado dormido— contestó avergonzado el pelinegro.

—La puntualidad, querido Shnee es una cualidad que deberías practicar—dijo la mujer y dio un sorbo a su té.

— Después de todo eres un príncipe —

Esto último ensombreció el ambiente y el pequeño Snow bajo la cabeza con una expresión indescriptible. Triste, enojada, perturbada tal vez.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2020 ⏰

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